Pasan los días y las semanas y el objetivo de conquistar Bajmut, ciudad que se convertiría en la punta de lanza para atacar otras localidades y consolidar las posiciones rusas en el Dombás, es un objetivo lejano, arduo y cuyo coste, en términos humanos y materiales, está siendo inmensamente alto para el Ejército ruso. La resistencia ucrania es encarnecida, casa por casa, calle por calle, y cada avance ruso cuesta demasiada sangre, aunque nada parece detener los ataques e intentar tomar toda la ciudad al coste que sea.
El valor tiene que Bajmut para los rusos fue resaltado y destacado por uno de los más destacados allegados al presidente de Rusia, el jefe de la compañía rusa de mercenarios Wagner, el empresario Yevgueni Prigozhin, quien advirtió de que si sus efectivos se repliegan de Bajmut, ciudad en el este de Ucrania, "se desmoronará todo el frente". En su opinión, “si la compañía militar privada Wagner se repliega de Bajmut”, dijo en un vídeo publicado en YouTube Prigozhin, el desmoronamiento puede “llegar hasta las fronteras de Rusia y, quizás, más allá".
Los servicios secretos occidentales consideran que las fuerzas rusas andan escasas de municiones y cuentan con fuerzas poco preparadas militarmente para la ofensiva final sobre Bajmut. Hay que tener en cuenta que el peso principal de la batalla de Bajmut recae en los Wagner, en cuyas filas combaten miles de reclusos y mercenarios bien pagados pero desmotivados. Estos hombres, muchos inexpertos en cuestiones militares, son la principal fuerza de asalto que intenta conquistar Bajmut, un importante nudo de comunicaciones, unido por sendas carreteras a Kramatorsk y Sloviansk, las mayores ciudades de la región de Donetsk controladas por las fuerzas ucranias. Los rusos cada vez avanzan más lentamente y apenas toman ya ciudades y territorios ucranios.
Mientras que por el lado ucranio, la motivación es alta, la moral sigue indemne tras un año de guerra y muy pronto se comenzarán a notar los efectos de la llegada de ingentes pertrechos militares procedentes de Occidente y destinados a las fuerzas ucranias. Por el contrario, el líder de los Wagner ha denunciado que el Ministerio de Defensa de Rusia parece muy poco preocupado y decidido a apoyar a sus hombres, enviarles municiones y adquirir un papel más protagónico en la batalla de Bajmut, cuyo desenlace final es incierto y está generando divisiones en la cúpula militar rusa.
Y es que aparte de la batalla de Bajmut, hay otra guerra entre el jefe de los Wagner y el Ministro de Defensa ruso, tal como señalaba la BBC en sus páginas en estos días: ”Si no consigue una victoria en Bajmut, su influencia política en Moscú disminuirá. Prigozhin está enfrentado con el ministro de Defensa ruso, Sergei Shoigu, al que le critica sus tácticas y ahora le reprocha por no tener suficientes municiones. Existe, asegura el analista Serhii Kuzan, una lucha política entre ambos hombres por la influencia en el Kremlin "y esta lucha está teniendo lugar en Bajmut y sus alrededores".
Fracaso ruso, resistencia ucrania
Según el experto militar ucranio Serhiy Grabskiy, citado por el periódico español 20Minutos, la ofensiva rusa sobre Bajmut ha dado muestras de estar ralentizándose, y podría haber alcanzado su “pico” de intensidad sin que las fuerzas del Kremlin hayan conseguido hacerse con el control de la ciudad. Está claro que la batalla de Bajmut muestra a las claras las debilidades de las fuerzas rusas, sobre todo su incapacidad para avanzar ante la tenaz resistencia ucrania, y el estancamiento de las mismas en todos los frentes de batalla. El supuesto paseo militar, del que se pavoneaban algunos altos mandos militares rusos, ha quedado, por ahora, en aguas de borrajas.
Bajmut, como les pasó a los alemanes con Stalingrado, ha pasado de ser un símbolo de la fortaleza del ejército invasor a un oscuro capítulo de una guerra que ya parece imposible de ganar por la vía militar. Putin, que sigue desdeñando cualquier posibilidad de diálogo con Ucrania o encarar una negociación política que ponga fin al conflicto, se va enfangando cada vez más en la guerra de Ucrania sin atisbarse en el corto o largo plazo una salida razonable y decorosa ante el mayor error político que ha cometido en toda su carrera.
Si los ucranios resisten en Bajmut, como los rusos lo hicieron en Stalingrado e incluso con la capacidad de tomar la iniciativa, la guerra va a cambiar quizá su curso definitivamente. El presidente ucranio, Volodymyr Zelensky, ha hecho de la ciudad un emblema de resistencia. Cuando visitó Washington en diciembre, lo llamó "la fortaleza de nuestra moral" y entregó una bandera de Bajmut al Congreso de Estados Unidos. Los ucranios no van a rendirse tan fácilmente en Bajmut y lucharán hasta la muerte por defender esta ciudad convertida ya en emblema de lucha, coraje y resistencia.
Aparte de las miles de bajas no cuantificadas que podrían haber padecido los rusos, que ocultan el número de las mismas desde el comienzo de la guerra, la caída de la ciudad para los ucranios no sería el final de la guerra, ya que no es un objetivo tan vital ni estratégico para su ejército, mientras que para los rusos esta sangría interminable puede tener fatales consecuencias para sus fuerzas, agudizaría las tensiones y divisiones en el mando y le restaría capacidad de liderazgo en una guerra cada vez más larga, desgastante y sangrienta.
Stalingrado fue el comienzo del fin del Tercer Reich y desde esa batalla nunca más volvió a levantar la cabeza, significando, a la larga, la derrota final, con más pena que gloria, de Alemania. Es difícil predecir cuál será el final de la batalla de Bajmut, pero no cabe duda que cuando han pasado varias semanas de intensos combates estamos ante un episodio fundamental en esta guerra y que de su desenlace se desprenderán numerosas lecciones y consecuencias para ambos bandos.