Canadá, potencia económica mundial… “gracias” a Trump

Una anexión al país norteamericano de los estados que se oponen a las políticas de Donald Trump supondría la escalada al TOP 5 de las economías mundiales

14 de Marzo de 2025
Actualizado a las 12:12h
Guardar
Justin Troudeau Canadá
Justin Trudeau, primer ministro de Canadá, abraza a una ciudadana | Foto: Adam Scotti / Gobierno de Canadá

Donald Trump está obsesionado con que Canadá se anexione a los Estados Unidos y se convierta en el estado número 51. Esa política expansionista basada en la intimidación y la violencia no se diferencia en nada de la que ejerce Vladimir Putin sobre territorios que no pertenecen a Rusia como Ucrania, los países bálticos, regiones que pertenecieron a la URSS y que se declararon independientes e, incluso, Finlandia. Para los autócratas todo es suyo y el soberanismo exacerbado que destilan les hacen creerse sus propias mentiras.

Sin embargo, para sorpresa de Trump, los canadienses, a los que los estadounidenses siempre miran con desprecio, están mostrando una dureza que no se esperaban. El actual presidente estadounidense amenazó esta semana con imponer aranceles del 50% al acero y al aluminio de Canadá, afirmando que eso desaparecerá si el país se anexiona a los Estados Unidos.

“Lo único que tiene sentido es que Canadá se convierta en nuestro querido estado 51. Esto haría que todos los aranceles, y todo lo demás, desaparecieran totalmente. Los impuestos de los canadienses se reducirán sustancialmente, serán más seguros, militarmente y de otra manera, que nunca antes, ya no habrá un problema en la frontera del norte, y la nación más grande y poderosa del mundo será más grande, mejor y más fuerte que nunca”, afirmó Trump.

Sin embargo, todo se puede volver en contra si sucede lo contrario, es decir, que los estados que se están enfrentando de manera frontal a las políticas de Trump pidieran la anexión a Canadá. El actual presidente se quedaría sólo con la llamada “América Profunda”, con los Cletus de turno que le votarán aunque sus políticas les obliguen a pasar hambre. Canadá derrotaría a un Estados Unidos gobernado por un estafador, un matón de barrio y un bocazas.

En los días previos a la toma de posesión de Trump, cuando éste ya había lanzado la primera andanada con la anexión de Canadá, la líder del partido de Los Verdes, Elizabeth May, fue muy contundente al afirmar que “no aspiramos a ser el estado número 51… Si fue una broma, nunca fue gracioso, y se acabó ahora”. Además, invitó a California, Oregón y Washington, es decir, los estados de la Costa Oeste, a convertirse en provincias de Canadá.

“Quizás a California le gustaría ser la undécima provincia. ¿Qué tal California? ¿Oregón? ¿Washington? Tenemos geografía en común. Esto es lo que tenemos para ustedes: atención médica gratuita, universal y gratuita. No más niños de un año que de repente salen de la lista de Medicaid y sus padres aparecen en las noticias porque están tratando de hacer una campaña en GoFundMe, porque están tratando de llevar a su hija a un médico. Ya tenemos leyes estrictas sobre armas y las mujeres tienen derecho a abortar gracias al sistema de atención sanitaria universal”, afirmó May.

Aunque estos comentarios no van más allá de lo anecdótico, la realidad es que son ya varios los estados que se oponen abiertamente a la política que quiere imponer por la fuerza Donald Trump, una política que, incluso, está incrementando la oposición dentro de los propios republicanos en el Congreso y el Senado. Sin embargo, el objetivo del nuevo presidente es convertir a las cámaras legislativas en un remedo de la Duma rusa o de la Asamblea Nacional de Venezuela.

Por esa razón, es importante realizar la hipótesis sobre lo que sucedería si esos estados disidentes decidieran iniciar el proceso de anexión a Canadá. Hay que tener en cuenta que Estados Unidos es una República Federal y la gran mayoría de los estados tienen en sus acuerdos de anexión caminos legales que les permitirían la secesión del gobierno federal sin que desde Washington DC pudieran hacer nada, salvo el uso de la fuerza, evidentemente. Se podrían independizar como estado soberano o anexionarse a otro país. Ya hay distintos movimientos internos que llevan pidiendo esto, incluso, desde antes de la llegada de Trump, tal y como amenazó hacer Texas por la política migratoria de Joe Biden.

Son varios los estados que se oponen frontalmente a Trump y que están dispuestos a llevar a los tribunales sus órdenes ejecutivas. No hay más que recordar la amenaza directa que le hizo el presidente a la gobernadora de Maine, Janet Mills. Eso sí, en ese encontronazo, se demostró lo que Trump pretende: “Nosotros [por él y su administración] somos la ley federal”.

Los estados que ya han tenido enfrentamientos con Donald Trump, su escudero Elon Musk o con la administración han sido California, Maryland, Delaware, Nueva Jersey, Nueva York, Massachusetts, Vermont, Connecticut, Illinois, Colorado, Washington, Oregón, Virginia, New Hampshire y Minnesota. Es decir, toda la Costa Oeste, el norte de la Costa Este y algunos del centro del país.

Canadá tiene un PIB, según el Fondo Monetario Internacional (FMI), de 1,98 billones de euros. Algunos de esos estados disidentes a Trump, superan ese PIB. En el caso de que se produjera un proceso de anexiones, Canadá aumentaría su producto interior bruto hasta los 13,79 billones de euros.

Los Estados Unidos de Trump, Musk y Cletus se quedarían en un PIB de 15,15 billones de euros y perdería las principales ciudades y centros empresariales del país. Sólo le quedarían las capitales supremacistas confederadas, los mormones de Salt Lake City, las vacas de Texas y las playas de Florida. Evidentemente, en esa situación, la capital de Estados Unidos pasaría a ser Palm Beach y el centro del poder ejecutivo estaría situado en Mar-a-Lago.

Evidentemente, todo esto es un análisis basado en una hipótesis, pero es que Trump no ha llegado siquiera a los 100 días de su segundo mandato y, con todo lo que está sucediendo desde el 20 de enero, las elecciones de mitad de mandato parecen demasiado lejanas. Son muchos los que piensan que, para entonces, ya se habrá producido el gran asalto que se espera y Estados Unidos será la autocracia que Trump desea.  

Lo + leído