Las protestas del pasado 20 de abril congregadas bajo el lema ‘Canarias se agota’ situaron al archipiélago en el foco de informaciones nacionales e internacionales. El aislamiento geográfico esta vez no fue un impedimento para propagar una manifestación que no sólo se desarrolló en las 8 islas canarias, sino que también llegó a Madrid, Barcelona, Granada, Málaga, Londres y Berlín. Las concentraciones abogaron por reivindicar un cambio de modelo turístico, reclamando una ecotasa y una moratoria turística.
Las Islas Canarias, el paraíso hecho realidad. Ese lugar al que todo el mundo quiere ir de vacaciones y, por qué no, vivir. El año pasado se alcanzó la cifra récord de 14,1 millones de turistas extranjeros visitando las islas. Según el Anuario 2023 de la Estadística Registral Inmobiliaria del Colegio de Registradores de España, en los últimos 10 años, la adquisición de viviendas por parte de foráneos se ha duplicado. A priori, estas cifras podrían avalar el argumento de que Canarias es el paraíso.
Sin embargo, las continuas protestas de la población local describen cómo es la vida en un territorio que se asemeja cada vez más al infierno. Tal y como indica el informe AROPE, vivir en Canarias significa enfrentar una tasa de pobreza y exclusión social (33,8%), por encima de la media nacional. Si nos ceñimos únicamente a la tasa de pobreza, con un 26,1%, Canarias, figura como la tercera comunidad autónoma con peores cifras de España.
La economía de las Canarias es altamente dependiente del sector turístico. Tras las protestas del 20 de abril, personas del entramado político y empresarial han empleado el concepto de ‘turismofobia’ para desacreditar a los manifestantes. Algunos han asegurado que los convocantes, con intenciones de “vaguear”, agitan a la ciudadanía. No obstante, el discurso que ha imperado en las concentraciones no cargaba contra el turista, sino contra el tipo de modelo turístico adoptado. Y está claro que los canarios quieren trabajar, pero con unas condiciones dignas dentro del sector. Algo falla si cada año se baten récords de turistas visitando las islas, y cada año Canarias se sitúa por encima del 30% en la tasa de pobreza y exclusión social.
La precariedad laboral de la industria turística se pone de manifiesto en la distribución poco equitativa de los beneficios que se generan. Según un estudio de CCOO, el 70% de las ‘kellys’ se administran fármacos por su cuenta para “soportar la carga de trabajo”. Las lesiones corporales y el estrés se han vuelto una constante en sus vidas. Los trabajadores del turismo, con frecuencia, enfrentan contratos temporales y de baja remuneración. Esto genera una incertidumbre y una inestabilidad económica que afecta a la calidad de vida.
Muchos hoteles están teniendo problemas para encontrar personal. Para “remediar” esta situación, un hotel de Lanzarote optó por regalar 500 euros a aquel empleado que consiguiera a algún amigo para trabajar en su plantilla. Pero la solución no pasa por ofrecer unas pocas limosnas sino por garantizar unas condiciones de empleo dignas. A nadie le compensa horarios partidos y turnos de fin de semana si tiene que realizar largos tiempos de desplazamiento porque las autopistas están colapsadas y no hay viviendas disponibles.
Según datos de Fotocasa, el precio de la vivienda en Canarias este 2023 subió un 22,5%. A pesar de ser una de las regiones más pobres, se trata de la comunidad autónoma de todo el Estado en la que más se disparó el precio. El año pasado, el 28,5% de las viviendas en las islas fueron compradas por extranjeros. Esto supone una problemática para los locales, cuyo poder adquisitivo es infinitamente menor al de los foráneos. La situación encarece al canario, que no tiene la capacidad para competir contra estos en el mercado.
Muchos de los propietarios con segundas residencias, en vez de alquilarlas, han decidido ponerlas como viviendas vacacionales. Les genera un mayor ingreso de beneficios, pues el extranjero va a aportar más que el local. Nuevamente, los perjudicados son los isleños, a los que cada vez les quedan menos opciones asequibles. Hay menos ofertas de alquiler, y eso hace que los precios se inflen más. Según el Observatorio de Emancipación del Consejo de la Juventud, los jóvenes de Canarias tendrían que invertir el 99,4% de su salario para pagar un alquiler.
Resulta irónico que se le denomine ‘Islas Afortunadas’ a un archipiélago con datos tan alarmantes. Pero, por mucho que cueste creerlo, las Islas Canarias sí son un paraíso. Se trata de un lugar único en el mundo que cuenta con un patrimonio natural privilegiado. Canarias es la comunidad autónoma de España con más parques nacionales. La riqueza del archipiélago no reside en sus hoteles, sino en su paisaje, su fauna y su flora endémica. La ciudadanía se tiene que preguntar qué tipo de turismo quiere atraer. Está la opción del turista con la ‘pulserita’ del todo incluido que no gasta dinero en las islas, y la del que se interesa por conocer la cultura y los rincones canarios.
Si bien las 8 islas albergan parajes protegidos, cada vez son más vulnerables. El modelo de especulación instaurado en Canarias basado en la sobreexplotación del territorio, tiene un impacto ambiental negativo. Proyectos como la construcción del Puerto de Fonsalía, Cuna del Alma o el hotel de la Tejita, hacen que se degrade gravemente el ecosistema.
El Puerto de Fonsalía iba a ser construido en una zona habitada hasta por 30 especies diferentes de cetáceos. Este sitio ubicado entre Tenerife y La Gomera fue declarado punto de esperanza marina por la organización Mission Blue. Además, se trata del primer santuario de ballenas de Europa. La construcción de un macropuerto arrasaría con una biodiversidad marina que no se encuentra en ninguna otra parte del planeta. Cuna del Alma, por su parte, consiste en la construcción de un resort de villas de lujo en el Puertito de Adeje (Tenerife). El complejo pretende englobar restaurantes, campos de golf, spa o beach clubs. El lugar en el que se trata de sostener esta infraestructura es Sitio de Interés Científico de la Reserva Natural Protegida de Adeje y pertenece a la Zona de Especial Conservación Teno-Rasca. Se trata de un área rica en especies como cetáceos, tortugas, cardones o pardelas. La Tejita, playa en la que se pretende hacer un hotel, está situada junto a la Reserva natural especial de Montaña Roja. Esta cuenta con una variedad de aves, numerosas especies invertebradas y más de 130 tipos de plantas.
A pesar de que la comunidad científica dice que estas superficies han de protegerse, los proyectos han sido respaldados por los políticos locales. Esto ha hecho que a lo largo de estos últimos años haya habido movilizaciones para detener un modelo destructor. Según el biólogo e investigador José Juan Castro, Canarias ha perdido el 90% de sus peces en los últimos 40 años. Pero ese no es el único problema en el fondo marino de las islas. La masificación y el crecimiento desproporcionado han hecho que se viertan más aguas fecales al mar. La contaminación que se desprende de los emisarios los 365 días del año, amenaza a la salud de los bañistas y al hábitat natural. Algunas personas ya han contraído enfermedades por no contar con un alcantarillado digno que les permita acceder a un mar libre de vertidos residuales.
Canarias se agota, y esto no se ha quedado en algo anecdótico del día 20 de abril. Alguna vez las islas fueron las afortunadas, las de los bienaventurados. Pero poco queda ya de ese archipiélago atlántico del que hablaba Plinio en sus textos. Algo va mal si los hoteles gozan de toda el agua del mundo, y por el contrario, la población local, sufre numerosas restricciones en sus municipios. Cada vez queda menos de ese paraíso, y si hay algo que está claro es que Canarias es un territorio limitado con recursos limitados.