A solo días del 41º Congreso Federal del PSOE en Sevilla, el partido enfrenta una tormenta interna desencadenada por la actuación de Juan Lobato, secretario general de los socialistas madrileños. Su decisión de registrar ante notario unas conversaciones relacionadas con el caso de Alberto González Amador, pareja de Isabel Díaz Ayuso, ha abierto un cisma que amenaza con eclipsar el evento. Lo que debía ser una cita para reafirmar el liderazgo de Pedro Sánchez se ha convertido en el epicentro de una crisis política con múltiples frentes abiertos.
Juan Lobato se aferra al cargo y sigue como líder del PSOE en Madrid
En una comparecencia de apenas dos minutos, Juan Lobato ha decicido seguir en el cargo y dar la batalla. “Vista la reacción de algunos dirigentes de mi partido, parece como si se dudara de la veracidad de lo que se me dijo, pero no contemplo eso, que fuera falso, eso sería bastante grave. Tengo claro que la democracia y la ley están siempre por encima de los partidos políticos y de los dirigentes del PSOE”, ha asegurado el líder socialista madrileño. “Unos pocos intentan que el malo sea quien decide no hacer las cosas mal”, afirmó durante una intervención sin preguntas convocada en la Asamblea de Madrid. “Estoy preocupado por una reacción-linchamiento de algunos dirigentes de mi partido que sinceramente no la entiendo”, añadió.
El portavoz parlamentario defendió su decisión de registrar ante notario un intercambio de mensajes de WhatsApp con Pilar Sánchez Acera, entonces un cargo de Moncloa, en el que esta le enviaba un email relacionado con el caso de Alberto González Amador, pareja de la presidenta madrileña Isabel Díaz Ayuso. Según Lobato, ese correo, publicado por los medios, reflejaba que el abogado del empresario reconocía que este había cometido dos delitos fiscales.
Lobato justificó su acción como una medida para certificar que tanto él como Sánchez Acera habían accedido al correo a través de los medios de comunicación. Sin embargo, su decisión ha sido interpretada por el PSOE como una muestra de desconfianza hacia las propias siglas del partido, desatando una crisis interna en el PSOE de Madrid.
Una decisión polémica
La controversia comenzó en noviembre pasado, cuando Lobato acudió a un notario para registrar mensajes de WhatsApp intercambiados en marzo con Pilar Sánchez Acera, quien trabajaba entonces en el gabinete de Pedro Sánchez. Según fuentes del PSOE, esos mensajes implicaban al novio de Ayuso en un caso de presunto fraude fiscal. Aunque Lobato optó por no usar la información en el ámbito parlamentario, su decisión de formalizarla ante notario meses después ha sido vista en Ferraz como una maniobra desleal y arriesgada.
Desde la dirección federal del PSOE, las críticas han sido contundentes. “Es un disparate. No podemos permitir que esto empañe el Congreso Federal”, afirmó un alto cargo bajo condición de anonimato. La percepción generalizada en el partido es que la acción de Lobato ha generado una crisis innecesaria en un momento delicado.
El trasfondo de la filtración
El caso Lobato se entrelaza con la filtración de un correo dirigido a la Fiscalía por la defensa de González Amador, que llevó a la imputación del fiscal general del Estado y de la fiscal superior de Madrid. Este hecho desató una serie de acusaciones cruzadas, en las que el Partido Popular ha señalado directamente a La Moncloa como origen de la filtración. Aunque Lobato ha negado haber recibido información privilegiada desde el Ejecutivo, las sospechas persisten, alimentadas por su decisión de acudir al notario.
Desde Ferraz, el malestar también radica en la “falta de colmillo político” de Lobato frente a Isabel Díaz Ayuso. “No es solo esta actuación, es todo lo que representa. Su liderazgo en Madrid es débil y poco efectivo”, señaló un dirigente del partido.
Peticiones de dimisión
En el PSOE de Madrid, las aguas están revueltas. Secretarios generales de agrupaciones locales, diputados autonómicos y miembros de la dirección regional han expresado su deseo de que Lobato dimita antes del Congreso Federal. Las críticas internas van más allá del caso del notario; muchos cuestionan su capacidad para liderar una oposición sólida frente a Ayuso.
“Hay un clamor interno por su dimisión. Este Congreso no puede ser un circo mediático por su culpa”, afirmó un diputado autonómico. Desde Ferraz, aunque evitan declaraciones oficiales, dejan entrever que la salida de Lobato podría ser la única vía para apaciguar las tensiones.
Citaciones judiciales y declaraciones públicas
La situación se complica aún más con la citación de Lobato como testigo ante el Tribunal Supremo este viernes, el mismo día en que arranca el Congreso Federal. Su comparecencia está vinculada al caso de la filtración del correo de González Amador, un tema que ya ha salpicado a altos cargos del PSOE, como Santos Cerdán y José Luis Ábalos, mencionados por el comisionista Víctor de Aldama en el marco del caso Koldo.
En un intento por defender su posición, Lobato ofreció una declaración pública en la Asamblea de Madrid, donde aseguró que su actuación tenía como único objetivo protegerse de ataques políticos. “No existe ninguna teoría de la conspiración, como quiere hacer creer el PP”, afirmó. Sin embargo, estas palabras no han logrado calmar las aguas en su propio partido.
Un Congreso marcado por la tensión
El Congreso Federal del PSOE debía ser una celebración de los éxitos recientes del partido, pero el caso Lobato amenaza con monopolizar la atención mediática. Para Pedro Sánchez, esta crisis interna supone un desafío adicional en un contexto ya complicado por las acusaciones vertidas en la comisión del caso Koldo en el Senado.
La dirección del PSOE ha optado por no intervenir directamente en la crisis madrileña, dejando que sean las bases regionales quienes tomen decisiones sobre el futuro de Lobato. No obstante, el ruido generado en torno a este caso podría tener repercusiones en el ámbito nacional.
Ferraz ante un dilema
El PSOE se encuentra en una encrucijada. Por un lado, la dirección federal desea evitar un enfrentamiento directo con Lobato para no abrir un frente más en un momento ya de por sí tenso. Por otro, el malestar interno es innegable, y muchos consideran que su continuidad al frente del partido en Madrid es insostenible.
“Esto no es solo un problema regional. Es un golpe a la imagen del partido en un momento crucial”, afirmó un miembro de la dirección federal. Algunos especulan que la dirección podría estar moviendo fichas para impulsar un relevo en Madrid tras el Congreso, con nombres como Óscar López sonando como posibles candidatos.
Consecuencias para el PSOE
La crisis del caso Lobato refleja un problema más amplio en el PSOE: la dificultad para mantener la cohesión interna en momentos de alta exposición mediática. Aunque Pedro Sánchez ha demostrado en repetidas ocasiones su habilidad para sortear crisis, este episodio añade un nuevo elemento de incertidumbre en un panorama político cada vez más polarizado.
Mientras tanto, el Partido Popular ha aprovechado la situación para cargar contra el PSOE, acusando al Ejecutivo de encubrir irregularidades en el caso de González Amador. En palabras de Alberto Núñez Feijóo, “este caso demuestra la falta de transparencia y ética del Gobierno”.