Durante su visita al Parque Central de Bomberos en Las Rozas, Isabel Díaz Ayuso no perdió ocasión para arremeter contra el Gobierno central, acusándole de actuar tarde y buscar culpables. Sin embargo, lo que pasó desapercibido es que la Comunidad de Madrid también muestra graves carencias en prevención y planificación: los incendios en la región han dejado hectáreas arrasadas y retrasos en la coordinación con equipos locales.
Actuación tardía y cortoplacista
Ayuso afirmó que “el Ejecutivo siempre actúa de la misma manera: deja que todo se queme, se hunde o se apague, y luego busca culpables”. Mientras lanzaba estas críticas, la propia presidenta omitía señalar que su gobierno carece de un plan integral de prevención de incendios durante todo el año y que las inversiones anunciadas llegan tarde y de forma fragmentada.
La presidenta denunció la rigidez burocrática y la falta de coordinación central, pero no reconoció que su administración tampoco ha mantenido de manera continua cortafuegos ni ha incentivado la gestión sostenible de los bosques madrileños. La ausencia de políticas preventivas sólidas en su mandato ha dejado a la región más expuesta a las olas de calor y sequía extremas que su propio gobierno reconoce.
Además, su discurso sobre la descentralización y la flexibilidad para las comunidades autónomas suena vacío si se considera que Madrid ha priorizado inversiones propagandísticas sobre la preparación estructural y técnica, reforzando la imagen política por encima de la seguridad real de vecinos y profesionales.
Críticas que desvían la atención
Ayuso cargó contra declaraciones “electoralistas” de otros presidentes autonómicos y del Gobierno, acusándolos de generar titulares en lugar de proteger vidas. Sin embargo, su retórica se convierte en una cortina de humo: mientras denuncia, no garantiza recursos suficientes ni planes preventivos de largo plazo en la propia región. Incluso los bomberos madrileños, que ha elogiado públicamente, han alertado en múltiples ocasiones sobre carencias de equipos, infraestructuras y personal.
Su comparación con la UME, según la cual Madrid tendría cuatro veces más efectivos, ignora que esta cifra se consigue tras ampliaciones recientes y temporales, y no refleja una estrategia de prevención estructural que evite la propagación del fuego año tras año.
Propuestas insuficientes y oportunistas
Ayuso habló de medidas preventivas continuas, pastoreo controlado y limpieza de cortafuegos, pero no presentó un calendario claro ni presupuesto sólido que respalde estas promesas. Sus declaraciones, cargadas de retórica política, parecen más orientadas a reforzar su imagen que a abordar las causas reales de los incendios, como la despoblación rural, la sequía creciente y la falta de planificación ambiental.
Expertos señalan que las medidas anunciadas por la presidenta son parciales y cortoplacistas, insuficientes frente a la magnitud de la crisis ecológica que vive la región. El enfoque propagandístico y la constante búsqueda de culpables externos ponen en evidencia un patrón de gestión reactiva y mediática, en lugar de preventiva y técnica.
Apoyo a los profesionales vs. responsabilidad política
Ayuso defendió la labor de bomberos y brigadistas, destacando que suspendieron huelgas por el bien común. Sin embargo, no reconoció que las condiciones laborales, los recursos limitados y la falta de planificación estructural son responsabilidad directa de su gobierno. Elogiar a los profesionales mientras se evade la rendición de cuentas política evidencia una estrategia de marketing más que de liderazgo responsable.
En sus palabras finales, Ayuso insistió en la cooperación entre comunidades y la preparación continua, llamando a la ciudadanía a extremar precauciones. Sin embargo, su propio discurso demuestra que la verdadera previsión no ha sido una prioridad de su gobierno, y que su énfasis en culpar al Gobierno central funciona como escudo político frente a las críticas por la gestión deficiente de los incendios en Madrid.