Ayuso echa gasolina a cada rincón del debate público, mientras acusa a Sánchez de incendiar el país

La presidenta madrileña carga contra Sánchez y alinea su relato con la ultraderecha: agita el miedo a los migrantes, pide intervención europea y presenta a España como un país en ruinas bajo un “régimen de terror”

24 de Marzo de 2025
Actualizado el 25 de marzo
Guardar
Ayuso recurre ante el Tribunal Constitucional la modificación legal para el reparto obligatorio de Menores Emigrantes No Acompañados
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, durante un desayuno informativo de Europa Press

Isabel Díaz Ayuso ha vuelto a cruzar una línea peligrosa. En su intervención durante el desayuno informativo de Europa Pres, la presidenta de la Comunidad de Madrid desplegó un discurso alarmista y abiertamente alineado con las tesis de la extrema derecha sobre inmigración. Como si de una portavoz de Vox se tratara, agitó el miedo a las personas migrantes, retrató a España como un país colapsado y pidió a Europa que intervenga para frenar una supuesta amenaza provocada por Pedro Sánchez.

“La crisis mundial de la inmigración tiene en Sánchez a un verdadero incendiario”, proclamó Ayuso, culpando al presidente del Gobierno de estar detrás de una supuesta invasión migratoria. Acusaciones de este calibre no son inocentes. Alimentan el odio, criminalizan a quienes llegan huyendo del hambre o la guerra y deslegitiman a las instituciones democráticas que gestionan estas situaciones con humanidad y respeto a los derechos humanos.

La estrategia del miedo

Las palabras de Ayuso recuerdan demasiado al discurso de Vox: hablar de “coladero”, “crisis de seguridad” o “instrumentalización del drama de menores” forma parte de un relato que no busca soluciones, sino chivos expiatorios. No hay un solo dato en su intervención. Solo eslóganes para sembrar miedo, confusión y odio. De paso, lanza a Europa una amenaza velada: “Espero que abran ya los ojos en Bruselas”, dijo, como si España fuera un agujero negro del que hay que salvar al continente.

Lejos de reconocer el trabajo de acogida, la presidenta madrileña optó por despreciarlo. Ignora la labor de miles de profesionales que trabajan día a día por la integración. Ignora también la realidad de una región como Madrid, que se sostiene en gran parte gracias al trabajo de miles de personas migrantes que cuidan a nuestros mayores, limpian nuestras calles y sostienen la hostelería. Pero Ayuso, en lugar de agradecerles, los convierte en chivo expiatorio.

El relato del caos

La deriva del discurso de Ayuso no se limita al tema migratorio. Su intervención fue una enmienda a la totalidad al Estado. Desde acusaciones sin pruebas sobre supuestos delitos del entorno de Sánchez, hasta una visión apocalíptica de España como una democracia fallida. “Régimen de terror”, “humillación pública”, “empresas perseguidas”, “artistas acuchillados en plaza pública”… La presidenta madrileña describió un país irreal, más propio de una distopía que de una democracia consolidada.

No hay un solo indicio que respalde sus afirmaciones. Ningún tribunal ha señalado que exista una campaña institucional para silenciar artistas. Ninguna empresa ha denunciado una caza de brujas por motivos ideológicos. Pero Ayuso construye un relato sin freno, donde todo está permitido, incluso socavar la confianza en las instituciones y promover teorías de la conspiración.

La culpa de todo la tiene Sánchez

Como si no bastara con acusarle de destruir la democracia y de fomentar una invasión migratoria, Ayuso también cargó contra Sánchez por colocar a Zapatero en “todas las maniobras que llevan a España al abismo internacional”. Lo acusó de pactar con “narcodictadores” y de hundir el papel de España en el mundo. Todo esto, en una semana en la que la política exterior española ha sido elogiada por su posición clara frente al genocidio en Gaza y su defensa del derecho internacional.

En este relato, Ayuso no duda en tergiversar, exagerar y faltar al respeto a los principios democráticos más básicos. La presidenta de Madrid parece haber decidido que el camino al poder pasa por el barro: cuanto más escándalo, mejor. Cuanta más polarización, más protagonismo.

Bruselas no es la solución mágica

La constante apelación a la Unión Europea es también un síntoma del populismo que domina su discurso. Pedir a Bruselas que intervenga en asuntos internos no es solo una irresponsabilidad, es un desprecio a la soberanía nacional. La presidenta no quiere diálogo, acuerdos o política útil: quiere titulares, ruido y confrontación.

Ayuso vende a Europa una imagen de España desfigurada. Pero esa imagen solo existe en su cabeza. En realidad, España es uno de los países más estables de la UE, con un crecimiento económico por encima de la media y una política migratoria con enormes retos, sí, pero también con una red de protección social y legal que muchos países envidian.

Ayuso o el populismo

Isabel Díaz Ayuso ha dejado de fingir moderación. Su discurso se mueve con comodidad en el terreno de Vox, en su uso del miedo, en su desprecio a la verdad, en su intento de hacer de cada debate una guerra. Se presenta como víctima de un régimen imaginario mientras ocupa uno de los cargos más poderosos del Estado.

Y, sin embargo, nadie la persigue. Ningún artista la ha acuchillado en plaza pública. Ningún periodista ha dejado de escribir por miedo a Ayuso. Pero ella insiste, una y otra vez, en vender el relato de que España se hunde, de que Madrid es el último bastión, de que Europa debe intervenir.

¿Y todo para qué? Para ocultar su propia gestión. Para tapar las listas de espera sanitarias, la falta de vivienda asequible, el colapso del transporte público o el abandono de los servicios sociales. Porque cuando no hay respuestas, se recurre al miedo. Y en eso, Ayuso se está especializando.

 

Lo + leído