Desde abril de 2023, Sudán ha sido escenario de un conflicto devastador que ha desatado una de las peores crisis humanitarias del siglo XXI. La violencia continua, la falta de acceso humanitario y las condiciones climáticas extremas han dejado a millones de personas en una situación desesperada, enfrentándose a la hambruna, enfermedades y desplazamientos masivos. Este artículo analiza la magnitud de la crisis y el impacto que está teniendo tanto dentro como fuera de las fronteras de Sudán.
Un éxodo sin precedentes
Desde el inicio del conflicto, más de 10.2 millones de personas han sido desplazadas dentro de Sudán, convirtiendo al país en el escenario de la mayor crisis de desplazados internos a nivel mundial. Además, más de 2.1 millones de personas han huido a países vecinos como Chad, Egipto, Sudán del Sur, Libia y Etiopía, buscando seguridad y refugio. La mayoría de los refugiados son mujeres y niños, muchos de los cuales han sufrido violencia de género y otras atrocidades.
Este flujo masivo de refugiados ha sobrecargado los sistemas de salud de los países vecinos, que ya estaban debilitados. En Chad, por ejemplo, más de 632,000 refugiados han cruzado la frontera desde el inicio del conflicto, y cada semana llegan aproximadamente 5,000 nuevos refugiados. Los campos de refugiados están desbordados, y las condiciones de vida en ellos son deplorables, con brotes de enfermedades como el cólera, la malaria y el dengue, que agravan aún más la situación.
Hambruna y desnutrición: la sombra de la muerte
La crisis alimentaria en Sudán es alarmante. En julio de 2024, el Comité de Revisión de Hambruna del Sistema Integrado de Clasificación de Seguridad Alimentaria (IPC) confirmó que se estaba viviendo una hambruna en el campamento de Zamzam, cerca de la ciudad de El Fasher. La hambruna se ha extendido a otras áreas del país, donde el acceso limitado para la asistencia humanitaria ha exacerbado la situación.
El conflicto ha destrozado las infraestructuras agrícolas y ha dificultado el acceso a los alimentos, llevando a la población a situaciones extremas. En los campamentos de desplazados internos y en otras zonas rurales, la desnutrición severa es una constante. Miles de niños están en riesgo de muerte por desnutrición severa, mientras que la escasez de alimentos básicos y agua potable es una preocupación diaria.
Brotes de enfermedades: una crisis de salud pública
A la hambruna se suma una crisis sanitaria sin precedentes. Sudán está enfrentando múltiples brotes de enfermedades de manera simultánea, con recursos y capacidades locales para detectar y responder a estos brotes gravemente limitados. Al menos 12 de los 18 estados del país están lidiando con tres o más brotes de enfermedades infecciosas, como el cólera, el dengue, la malaria y el sarampión.
El cólera, en particular, ha resurgido con fuerza desde junio de 2023 y, a pesar de los esfuerzos de contención, sigue propagándose. Hasta agosto de 2024, se han registrado más de 11,327 casos de cólera en 12 estados, con una tasa de letalidad del 2.8%. La situación es aún más crítica en las zonas afectadas por inundaciones, donde las aguas estancadas se convierten en caldo de cultivo para la transmisión de enfermedades.
El dengue y la malaria también están devastando la población, con miles de casos reportados en los últimos meses. La malaria sigue siendo una de las principales causas de morbilidad y mortalidad en Sudán, con más de 1.67 millones de casos reportados entre noviembre de 2023 y julio de 2024.
El impacto de las lluvias y las inundaciones
El inicio de la temporada de lluvias ha exacerbado la crisis, con inundaciones severas que han afectado a varias regiones del país. Estas inundaciones no solo han desplazado a más personas, sino que también han complicado la entrega de ayuda humanitaria y el acceso a atención médica. Las carreteras se han vuelto intransitables, y los campos de refugiados se han convertido en trampas fangosas, empeorando las ya de por sí difíciles condiciones de vida.
La lluvia también ha incrementado el riesgo de brotes de enfermedades transmitidas por el agua, como el cólera, y enfermedades transmitidas por vectores, como la malaria y el dengue. Los servicios de salud, ya escasos, están abrumados, y la falta de suministros médicos adecuados está poniendo en riesgo la vida de miles de personas.
La respuesta internacional y los desafíos
La Organización Mundial de la Salud (OMS) y otros actores humanitarios han estado trabajando incansablemente para coordinar una respuesta eficaz a esta crisis, liderando esfuerzos para proporcionar asistencia médica, suministros esenciales y apoyo nutricional. Sin embargo, la falta de fondos ha limitado significativamente la capacidad de escalar estas operaciones. De los 178 millones de dólares necesarios para la respuesta sanitaria en Sudán, solo se ha recibido el 42.7% hasta agosto de 2024.
La comunidad internacional se enfrenta a desafíos formidables en la provisión de asistencia. Los continuos combates, la inseguridad generalizada y las barreras administrativas dificultan el acceso a las zonas más necesitadas. Además, la temporada de lluvias ha hecho que muchas áreas sean inalcanzables, lo que complica aún más la entrega de ayuda.
Acción urgente
La situación en Sudán es una catástrofe humanitaria en pleno desarrollo. La combinación de conflicto, hambruna, enfermedades y desplazamientos masivos ha creado una crisis que requiere una respuesta urgente y coordinada de la comunidad internacional. Sin un cese inmediato de las hostilidades y un aumento significativo de la ayuda humanitaria, la situación seguirá deteriorándose, con consecuencias devastadoras para millones de personas.
Es imperativo que los actores internacionales intensifiquen sus esfuerzos para garantizar que los más vulnerables en Sudán y los países vecinos reciban la asistencia que necesitan desesperadamente. La paz, la seguridad y el acceso humanitario son esenciales para evitar una catástrofe aún mayor y para salvar innumerables vidas.