El enemigo no es el migrante, es la explotación y el discurso del odio

Mientras miles de trabajadores migrantes sostienen la economía española, la ultraderecha aviva el miedo y el rechazo para ocultar la precariedad estructural que permite su abuso

14 de Julio de 2025
Actualizado a las 9:37h
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El enemigo no es el migrante, es la explotación y el discurso del odio

Los disturbios de Torre Pacheco han vuelto a ser el chivo expiatorio perfecto para quienes llevan años señalando al migrante como culpable de todos los males. Pero la realidad, lejos del ruido mediático y político, es otra: sin migración, España no funciona. Lo que debería indignarnos no es su presencia, sino las condiciones indignas que se les imponen, avaladas por un sistema económico que se beneficia de su vulnerabilidad y alimentadas por un discurso político que busca dividir para no cambiar nada.

La economía que se levanta sobre la espalda del migrante

España cuenta con 8,8 millones de personas nacidas fuera del país, de las cuales 6,9 millones son extranjeras. No es una cifra menor: una parte significativa de quienes recogen las frutas que comemos, cuidan de nuestros mayores, construyen nuestras casas o limpian nuestros espacios públicos han nacido en otro país. La mayoría trabajan, cotizan y cumplen la ley. A pesar de ello, siguen siendo tratados como sospechosos.

Murcia y su agricultura intensiva no se entienden sin la mano de obra migrante. En Torre Pacheco, como en tantos otros municipios, la economía local depende del trabajo de personas ,muchas veces en situación irregular, que recogen bajo el sol lo que termina en los supermercados de media Europa. ¿Quién se atreve a decir que esas personas sobran?

Los datos del Ministerio de Inclusión a marzo de 2025 lo confirman: más de 3,2 millones de personas tienen autorización de residencia vigente, y más de la mitad de ellas en régimen de larga duración, lo que les da derecho a trabajar y residir como cualquier ciudadano. ¿Dónde está el “efecto llamada”? ¿Dónde está la invasión? Lo que hay es una fuerza de trabajo esencial que el sistema no quiere ver con derechos.

VOX no defiende a España: la debilita con su odio

VOX ha convertido el racismo en estrategia electoral. Con cada incidente aislado, como los recientes disturbios de Torre Pacheco, lanzan una nueva campaña de criminalización masiva. Lo hacen sin pruebas, sin matices, sin interés por la verdad. Aprovechan el miedo, agitan el resentimiento y señalan al débil para no señalar al explotador.

Mientras tanto, más de 550.000 personas migrantes en situación irregular fueron atendidas por Cáritas solo en 2024. ¿Por qué están en situación irregular? No porque hayan venido “a delinquir”, como insinúan algunos, sino porque el propio sistema genera irregularidad: visados que caducan sin renovación, asilos denegados por burocracia o arbitrariedad, contratos que nunca llegan. Las instituciones no les dan salida; solo las ONG les dan auxilio.

VOX no dice una palabra sobre eso. No habla de la explotación laboral, de los asentamientos sin agua ni luz, ni de los contratos basura que se firman en condiciones infrahumanas. Porque en el fondo, no quieren que cambie el sistema que permite la sobreexplotación de migrantes baratos, invisibles y descartables. Solo les interesa gritar “inmigración ilegal” en bucle para que nadie mire más arriba.

Regularizar es justicia, no premio

Migrar no es delito. Es una respuesta a la pobreza, al conflicto o, simplemente, a la búsqueda de una vida mejor. Pero en España, incluso quienes lo hacen por vías legales terminan atrapados en un limbo sin derechos. Regularizar a quienes ya están aquí, trabajan y aportan no es premiar la ilegalidad, como gritan algunos, sino reconocer una realidad que ya existe, ordenar el caos administrativo y proteger a las personas.

Porque, al final, los migrantes no son el problema: el problema es la explotación laboral, el abandono institucional y los discursos de odio que quieren convencernos de lo contrario. El enemigo no es quien viene a buscarse la vida honradamente. El enemigo es quien miente, manipula y divide para conservar los privilegios de unos pocos.

España no necesita más fronteras ni más alarmismo. Necesita más derechos, más verdad y más decencia política. La migración es parte de nuestro presente y será parte de nuestro futuro. Negarlo es irresponsable. Perseguirla es cruel. Y usarla como arma política, simplemente, es inaceptable.

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