Feijóo es ese hombre que se mueve a impulsos, con doble discurso y rasero, dando bandazos. Es como esa aspiradora robotizada que va tropezando con todo y rectificando su camino para encontrar una nueva ruta. Un día dice que pactará con Vox allá donde los ultras alcancen al menos el 12 por ciento de los votos (nunca menos) y al siguiente frena el acuerdo en una región como Murcia, donde los voxistas suman el 18 por ciento de los sufragios (López Miras está flipando con el jefe). ¿En qué quedamos, señor jefe de la oposición? Nada tiene sentido en la cabeza del gallego. Jura que está radicalmente contra las medidas reaccionarias de la extrema derecha y le entrega las políticas de igualdad y cultura en ayuntamientos y gobiernos; se declara defensor de las mujeres y justifica a un maltratador condenado porque “tuvo un mal divorcio”. Está claro que es la viva imagen de la incoherencia y la frivolidad, y ya no sabe dónde tiene la mano derecha, nunca mejor dicho.
En las últimas horas, en su discurso de inicio de campaña, Feijóo ha asegurado que aspira a una “mayoría amplia” el 23J. No se lo cree ni él. Una cosa son los deseos y otra la realidad. Por mucho que se empeñe, no va a obtener la mayoría absoluta para gobernar, entre otras cosas porque hay dos partidos, PSOE y Sumar, que poseen fuerza suficiente como para impidir que la alcance, tanto en el Congreso de los Diputados como en el Senado. Pero él insiste en la ensoñación de la victoria arrolladora, como en tiempos de Aznar, y pide “la misma mayoría que tiene Juanma Moreno en Andalucía”.
Feijóo quiere “un gobierno sin condicionantes y sin intermediarios”, pero también queremos nosotros un Ferrari y por mucho que escribimos la carta a los Reyes Magos nunca llega. Y mientras él sueña con el imposible, sigue firmando pactos con Vox en autonomías y municipios. Pactos que suponen retrocesos de diez años en derechos de los trabajadores y veinte en derechos LGTBI; pactos que van cuarenta años atrás en la lucha por la igualdad entre hombres y mujeres; pactos que retroceden ochenta años hasta la censura previa franquista contra obras culturales. “Son el túnel del tiempo”, ha dicho Pedro Sánchez con razón.
En lo referente a la situación actual en Murcia, Feijóo también se ha referido al partido que lidera Abascal, recordándole que tiene que tomar una decisión: si va a votar por el 'sanchismo' o se va a abstener para que presida López Miras, que es el que ha ganado las elecciones. “Sus votantes no lo entenderían”, asegura trasladando la presión a la extrema derecha, al tiempo que insiste en que “si sus votos no son necesarios para formar gobierno, lo lógico es que se abstenga”. “Vox no quiere un acuerdo programático, sino que quieren consejerías”, añade.
“Lo que tiene que hacer Vox es ser coherente con lo que dice su presidente y poner fin al sanchismo en Murcia”, aseguró en una entrevista en Telecinco, olvidando que el PP gobierna en esta región desde 1995. Otro lapsus ridículo que añadir a su ya larga lista de disparates y desbarres. “Obtuvimos el 43% de los votos, a solo dos escaños de la mayoría. Tenemos más votos que el PSOE y Podemos juntos. Cuando no necesitamos el apoyo de Vox, lo lógico es que no formen parte del gobierno”, insiste el dirigente popular.
Feijóo subraya la importancia de que “gobierne quien gana” y critica a Vox al afirmar que “un partido que se autodenomina de derechas no puede votar junto a la izquierda”. Preparémonos pues para el mantra de que el PSOE debe dejar que vote la lista más votada, una idea que Feijóo viene repitiendo como un papagayo y que no deja de ser otra flagrante falsedad o contradicción, ya que él nunca lo permite allá donde el PSOE gana las elecciones, tal como se demostró el pasado 28M, cuando los socialistas ganaron los comicios locales y autonómicos en no pocos lugares y no pudieron formar gobierno, alzándose con el poder los diferentes bifachitos. Feijóo ya no se cree ni a sí mismo. Es el más grande político fake o fallido de la historia de la democracia.