En un mundo anestesiado ante la masacre cotidiana en Gaza, una flota de barcos civiles ha decidido tomar el timón de la dignidad. Desde el histórico Moll de la Fusta de Barcelona, parte una expedición internacional que busca desafiar el bloqueo israelí y entregar ayuda humanitaria al pueblo palestino. Médicos, artistas, diputadas, periodistas, madres, trabajadores y campesinas conforman una caravana que lleva en sus bodegas suministros, pero sobre todo, una voluntad firme de hacer visible el genocidio que Israel perpetra con impunidad. Y frente a los silencios de los gobiernos, se alza el clamor de los pueblos.
El viaje como acto de rebelión: Gaza, destino de justicia
La "Global Sumud Flotilla" no es una acción testimonial ni un simple gesto simbólico. Es un acto de desobediencia civil coordinado, valiente y profundamente político. Su objetivo: romper el cerco que asfixia a más de dos millones de personas en Gaza, en su mayoría mujeres y niños. La estrategia del régimen de Netanyahu no deja lugar a dudas: aniquilar al pueblo palestino, reducirlo al hambre, al miedo y al silencio. Y en ese silencio, eliminar también a quienes osen contarlo.
¿Cómo se responde a una maquinaria de guerra entrenada en la impunidad y la destrucción? Con una resistencia pacífica, articulada, internacional y rotunda. La flotilla ha simulado detenciones, repasado protocolos legales, entrenado la templanza y blindado su cohesión emocional. Son conscientes de que pueden ser interceptados, encarcelados, golpeados o incluso asesinados. No es retórica: Israel ha asesinado a casi 250 periodistas palestinos en menos de dos años, y bombardea con total impunidad hospitales, escuelas y barcos civiles.
Pero esta expedición no parte del miedo. Parte de la convicción. Una convicción tejida en la diversidad de sus integrantes: desde Greta Thunberg, comprometida en primera línea con el fin del genocidio palestino, hasta madres que escriben cartas a sus hijas antes de embarcar. Junto a ellas, profesionales de todas las áreas, militantes por la paz, personas sencillas pero determinadas a cambiar el rumbo de la historia. Porque lo que está en juego no es solo Gaza. Es el alma de nuestra humanidad.
Barcelona, puerto de la memoria y la insumisión
No es casual que la partida se haya organizado desde el Moll de la Fusta. Esa zona del puerto barcelonés fue escenario de luchas obreras, de huelgas históricas como la que conquistó la jornada de ocho horas en 1919, y de resistencias populares que torcieron el brazo al poder. Hoy, se convierte en puerto de salida de una nueva lucha internacionalista: la lucha contra el apartheid israelí y el genocidio palestino.
Barcelona se ha volcado en el apoyo a la Flotilla: el Ayuntamiento ha respaldado institucionalmente la acción, mientras decenas de colectivos organizan jornadas de despedida cargadas de cultura, solidaridad y memoria. El arte y la música se entrelazan con talleres de infancia, charlas sobre resistencia, danzas tradicionales y discursos de quienes alzan la voz contra el horror. Al mismo tiempo, otros municipios, como Buñol, llevan la causa palestina a su mítica Tomatina, tiñendo de rojo festivo una denuncia política sin fronteras.
Mientras tanto, los grandes medios apenas dedican segundos a esta acción monumental. La televisión pública apenas ha cubierto la partida de la flotilla, y otros medios la ignoran por completo. Pero los pueblos miran, escuchan y se organizan. La suma de estos gestos está empezando a cambiar el clima global: Palestina es hoy el mayor consenso moral del planeta, como en su día lo fue Vietnam. Y esta Flotilla puede ser un antes y un después.
Una travesía contra la barbarie, por la libertad
El genocidio palestino ya no puede esconderse tras eufemismos. Naciones Unidas ha reconocido el estado de hambruna inducida, miles de niños mueren desnutridos, los hospitales colapsan y las viviendas son reducidas a escombros. Israel viola sistemáticamente el Derecho Internacional Humanitario y bloquea el acceso de la prensa. Quiere matar también el relato. Por eso, la "Global Sumud Flotilla" no solo lleva ayuda: lleva verdad.
Y es que, si Israel sigue matando periodistas al ritmo actual, pronto no quedará ninguno en Gaza para contarlo. Esa es la denuncia de Reporteros Sin Fronteras, que ha convocado junto a Avaaz una movilización global de medios el 1 de septiembre. Más de 150 cabeceras de todo el mundo se suman a esta acción histórica. Porque la masacre en Gaza no puede continuar amparada en la impunidad, el silencio ni el olvido.
La Flotilla ya navega. Y con ella, una esperanza: que los pueblos, cuando se organizan, pueden torcer el curso de la historia. Palestina vive. Y resiste. A pesar del terror. A pesar de Netanyahu. A pesar de todo.