Francisco barajó las cartas, pero no eligió al ganador: el cónclave más incierto de la historia moderna

El 80% de los cardenales electores han sido nombrados por Bergoglio, pero el giro ultraconservador impulsado desde Estados Unidos y la diversidad geográfica complican los pronósticos

22 de Abril de 2025
Actualizado el 23 de abril
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Papa Francisco 06
El cuerpo del papa Francisco en su ataúd | Imagen difundida por el Vaticano

Un papa, 108 cardenales y muchas incógnitas. Tras la muerte del Papa Francisco, la Iglesia Católica se prepara para uno de los cónclaves más imprevisibles de los últimos siglos. Aunque Francisco ha dejado una fuerte huella en el Colegio Cardenalicio —con 108 de los 135 cardenales electores nombrados por él—, su sucesor no está ni mucho menos asegurado. La pluralidad de perfiles y orígenes geográficos de los cardenales, muchos de ellos poco conocidos, complica cualquier intento de predicción.

El dato más impactante es que más del 80% de los cardenales con derecho a voto fueron elegidos por Francisco. Sobre el papel, esto parecería suficiente para asegurar la continuidad de su línea pastoral. Sin embargo, las cosas no son tan simples. “No todos los cardenales creados por Francisco son fieles a su pensamiento”, advierte Giovanni Maria Vian, exdirector de L’Osservatore Romano. “Muchos proceden de países donde las corrientes conservadoras siguen siendo dominantes”.

Un colegio cardenalicio más diverso, pero también más dividido

Uno de los grandes cambios que introdujo Francisco fue el equilibrio geográfico. En este cónclave, solo el 39% de los electores serán europeos, frente al 52% en el cónclave que lo eligió a él en 2013. El resto se reparte entre América (27,4%), Asia (17%), África (13,3%) y Oceanía (3%). El número de países representados ha crecido también de forma notable: de 14 en 2013 a 60 en la actualidad.

Esto ha debilitado el tradicional dominio italiano en las decisiones del Vaticano, pero también ha creado un cuerpo electoral con escaso conocimiento mutuo. Muchos cardenales apenas se han visto una o dos veces, y algunos ni siquiera se conocen entre ellos. La falta de consistorios regulares durante el pontificado de Francisco ha limitado aún más estos vínculos.

La amenaza de una contrarreforma conservadora

Mientras tanto, los sectores más conservadores de la Iglesia, especialmente en Estados Unidos, se preparan para influir en el cónclave. Figuras como el exnuncio Carlo Maria Viganò, excomulgado en 2024, han acusado a Francisco de “destruir la Iglesia desde dentro” y claman por un giro de timón. Aunque estas posturas son minoritarias, reflejan una corriente de fondo que podría intentar hacer valer su influencia.

El cardenal Raymond Burke, también estadounidense y crítico abierto de Francisco, ya ha manifestado su deseo de ver un Papa “más cercano a la tradición”. Aunque sin opciones reales para ser elegido, su voz sigue resonando en ciertos círculos vaticanos.

¿Quiénes suenan como posibles sucesores?

En cuanto a los candidatos más citados, destacan varias figuras europeas. El italiano Pietro Parolin, actual secretario de Estado, es considerado uno de los favoritos. Su perfil diplomático y moderado lo convierte en una figura de consenso. Ha seguido fielmente las directrices de Francisco, aunque suavizando algunas posiciones polémicas, como la relativa al conflicto en Ucrania.

Otros nombres que ganan fuerza son los del francés Jean-Marc Aveline, el portugués José Tolentino de Mendonça, el húngaro Péter Erdő y el español Juan José Omella, arzobispo de Barcelona. Entre los italianos también figuran el patriarca de Jerusalén, Pierbattista Pizzaballa; el cardenal Matteo Zuppi, de la Comunidad de San Egidio, y Fernando Filoni, Gran Maestre de la Orden del Santo Sepulcro.

Más allá de Europa, el filipino Luis Antonio Tagle y el africano Peter Turkson son mencionados como posibles “papables” que representarían un cambio de continente y una Iglesia más global.

España, con siete cardenales electores

España tendrá presencia relevante en el cónclave con siete cardenales electores. Entre ellos están el arzobispo de Madrid, José Cobo; el de Barcelona, Juan José Omella; y el arzobispo emérito de Valencia, Antonio Cañizares, cuya participación aún está en duda por motivos de salud. A ellos se suman Ángel Fernández Artime, proprefecto del dicasterio para la Vida Consagrada; el arzobispo de Rabat, Cristóbal López, y el obispo de Córcega, Francisco Javier Bustillo.

De todos ellos, solo Cañizares fue nombrado por Benedicto XVI. Los otros seis fueron nominados por Francisco, lo que confirma su apuesta por una Iglesia española más progresista.

Un proceso con reglas estrictas y humo blanco

El cónclave comenzará cuando todos los cardenales electores hayan llegado a Roma. Solo pueden votar los menores de 80 años. Para ser elegido Papa, el candidato debe obtener al menos dos tercios de los votos (90). El proceso incluye una primera votación el primer día y luego cuatro votaciones diarias, dos por la mañana y dos por la tarde. Tras cada ronda, se emite la famosa fumata: negra si no hay acuerdo, blanca si hay nuevo pontífice.

Si tras 30 votaciones no se alcanza el consenso, se vota entre los dos más votados y basta con mayoría absoluta. Aunque históricamente hubo cónclaves larguísimos —como el de 1830, que duró 51 días—, los últimos tres se resolvieron en menos de 48 horas.

La herencia de Francisco: diversidad sin dirección clara

El legado de Francisco en el Colegio Cardenalicio es incuestionable. Ha roto con décadas de eurocentrismo y ha dado voz a Iglesias periféricas. Pero también ha sembrado incertidumbre. Muchos de los nuevos cardenales no tienen una trayectoria pública definida, ni están alineados claramente con ningún bloque.

La elección del nuevo Papa, por tanto, no será una simple continuación del pontificado anterior ni un giro inmediato hacia el conservadurismo. Será, más bien, el reflejo de una Iglesia profundamente plural, atravesada por tensiones internas, con una necesidad urgente de diálogo y liderazgo global. Y en ese tablero, la partida aún está por jugarse.

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