Marlaska dimisión

El fiasco en la gestión del ministro en el caso Balas obliga a su dimisión, pero Sánchez ha decidido mantenerlo en su cargo

29 de Abril de 2025
Actualizado a las 8:49h
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Grande Marlaska en una imagen de archivo.
Grande Marlaska en una imagen de archivo. 

El Gobierno de Sánchez no consigue sofocar el incendio político provocado por la turbia compra de armas a una empresa de Israel. Tras el escándalo que supone hacer negocios con un Estado genocida, la apresurada rescisión del contrato y la asunción del error en Moncloa, los socios de coalición (mayormente Sumar) han dado por buenas las explicaciones. Se sabe que el presidente socialista ha desautorizado al ministro Grande-Marlaska (responsable último de la compra de un lote de 15 millones de balas), aunque ha decidido respaldarlo. No lo va a dejar caer, al menos de momento.

Pero más allá del fiasco en la gestión de este triste episodio, cabe preguntarse cómo ha podido ocurrir. Grande-Marlaska proviene de la carrera judicial como juez de la Audiencia Nacional, de modo que él mejor que nadie debería saberse al dedillo el sistema de funcionamiento y los procedimientos de la Administración. Y, sin embargo, da la sensación de que el titular de Interior era una especie de novato salido de la facultad de Derecho. La cadena de despropósitos ha sido tan incompresible como lamentable. Primer error: contratar con Israel mientras el presidente del Gobierno defendía en el Parlamento, en Bruselas y ante los medios de comunicación, que España jamás se mancharía las manos de sangre en tratos mercantiles con una empresa armamentística afín al Gobierno de Netanyahu, carnicero de Gaza. ¿Dónde estaba este señor en las reuniones del Consejo de Ministros, ese lugar donde supuestamente el presidente del Ejecutivo imparte a sus discípulos la línea política, estratégica e ideológica a seguir? Bastaba con sentarse a la mesa, sacar el bolígrafo y tomar unos cuantos apuntes esquemáticos sobre lo que iba diciendo el superior. Notas a vuelapluma como “Israel no”, “Israel nada”, “caca”.

Lo ideal habría sido que Marlaska se hubiese tomado la molestia de llamar a los funcionarios a su despacho y ordenarles que le trajeran todos los contratos firmados con Israel en los últimos años para revisarlos y, en su caso, extinguirlos. Elaborar un informe, un dosier o auditoría, yo qué sé, un algo. Pero sabemos que estamos en un país llamado España y no vamos a pedirle peras al olmo. Con haber seguido las instrucciones de Sánchez sobre el expediente IMI Systems se podría haber evitado el escándalo. Pero por lo visto Marlaska va a su aire, a su bola, como los jugadores del Real Madrid que hacen la guerra por su cuenta ante la sincronizada, armónica y aplastante maquinaria culé. No queremos decirlo con palabras demasiado crudas, pero da la sensación de que Marlaska ha pasado mucho del jefe, lo cual nos lleva a sospechar que Interior sigue siendo una cloaca independiente del edificio gubernamental, un sótano oscuro inaccesible a la luz de los taquígrafos, la apartada ala oeste de la democracia donde ocurren cosas secretas y ocultas de las que no se entera ni Moncloa.

Todo esto del caso Balas nos hace temer lo peor. Si el ministro ha sido capaz de autorizar, por su cuenta y riesgo, un negocio clandestino con un país que ha matado ya a 50.000 personas, dando rienda suelta a la horrenda limpieza étnica en Palestina, ¿qué no habrá hecho este exjuez sospechoso de prosionismo durante estos años? ¿De qué más cosas insoportables tendremos que enterarnos los españoles? ¿De que le compramos los kaláshnikovs a Putin bajo manga, de que importamos el plutonio de Irán, de que los arsenales de la Guardia Civil los provee el fatuo coreano fetichista de los misiles? ¿O quizá es Marlaska SA quien suministra los barrotes de hierro y las concertinas a Donald Trump para que levante sus nauseabundas celdas de Guantánamo y el Muro de México? Cualquier cosa puede ocurrir en ese departamento del que casi siempre brota la podredumbre letal del bipartidismo pepesoísta. No hará falta recordar el siniestro currículum: el caso Roldán, los fondos reservados, la guerra sucia contra el GAL, la Policía Patriótica, las escuchas a la disidencia, Jorge Fernández Díaz, la operación Kitchen con espías disfrazados de cura… Villarejo. Los albañales del Estado por los que circula toda la mugre del poder, en fin.

Pero si grave ha sido el primer error de Grande-Marlaska (querer ejercer de francotirador al margen de las instrucciones de arriba en un preocupante síntoma de prepotencia o vanidad política), peor aún ha sido el segundo desliz: la nefasta gestión una vez estallado el escándalo, en la que no han faltado mentiras, medias verdades y absurdas coartadas. El ministro debió pensar que, tramitando los contratos israelíes en plena Semana Santa, entre el opio narcotizante del incienso y los tambores tántricos de los penitentes, el sigiloso cambalache con Netanyahu pasaría desapercibido. Otro craso error. Por fortuna, en este país todavía queda prensa seria y los compañeros airearon el feo asunto de IMI Systems, como no podía ser de otra manera. Fue entonces cuando empezó la cascada de despropósitos. Primero se nos dijo que no existía tal contrato con Israel; después que sí, pero que era imposible rescindirlo sin causar un grave perjuicio a las arcas públicas (la pérdida de seis millones y pico de euros que terminarían en la papelera); y finalmente tuvo que salir la Abogacía del Estado a dar la cara, con el consiguiente daño a la imagen de este organismo que vela por la salud de las cuentas del país. Cada minuto que pasaba aumentaba el grado de absurdo del vodevil, cada día se hundía un poco más el ministro, y con él el propio Sánchez, que quedaba como un falso amigo de los palestinos y un impostor (cuando no como un presidente puenteado por su ministro). Es cierto que Moncloa reaccionó rápido rescindiendo el contrato de la vergüenza. Pero el daño ya estaba hecho. Semejante pastel no hay quien lo tape y solo puede ser aliviado de una forma y solo en parte: con la higiénica dimisión de un ministro con apellido grande pero que mengua por momentos.

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