Mientras 229 personas perdieron la vida y miles de valencianos siguen esperando respuestas tras la dana del 29 de octubre, Carlos Mazón se dedica a alimentar el enfrentamiento con el Gobierno central. El Consell no aporta soluciones, solo excusas, épica y propaganda.
Un discurso vacío de gestión y lleno de reproches
En su última intervención durante un foro organizado por El Español, el presidente de la Generalitat ofreció un monólogo de frases huecas y épica personal, asegurando sentirse “más motivado que nunca” para continuar con la reconstrucción. Sin embargo, no anunció ni un solo avance tangible, ni una medida nueva, ni un calendario de actuación. Todo quedó en palabras.
Mazón insistió en la supuesta “asfixia financiera” de la Generalitat, pero olvidó que su gobierno no ha puesto sobre la mesa ningún plan efectivo de ayuda directa para los damnificados. El presidente culpó al Ejecutivo central por no aprobar un FLA extraordinario, pero no explicó por qué el Consell no ha destinado fondos propios para cubrir las necesidades más urgentes, más allá de recurrir a endeudamiento bancario.
Mientras se lamenta del “maltrato” a la Comunitat Valenciana, su gobierno se limita a anunciar deuda, repetir una narrativa de agravio e inflar declaraciones con grandes titulares. Habla de solidaridad con el agua, de rigor económico y de reducción del gasto superfluo, mientras mantiene intacto el presupuesto de propaganda institucional, aumenta el número de asesores y sigue sin concretar cómo y cuándo llegará la reconstrucción real a los pueblos más afectados.
Es cierto que el Gobierno de España no ha respondido con la celeridad que cabría esperar ante una tragedia de esta magnitud. La ausencia de una comisión mixta o de ayudas inmediatas es cuestionable, y los tiempos de la administración central rara vez han brillado por su agilidad. Sin embargo, tampoco hay señales claras de que el Consell esté haciendo todo lo que está en su mano. Las exigencias parecen más diseñadas para sostener un relato que para desbloquear soluciones.
Una tragedia convertida en herramienta política
Mazón ha convertido la gestión de la postdana en un ejercicio de oposición constante al Gobierno central. En lugar de liderar la reconstrucción desde el terreno, se dedica a construir un relato de épica regionalista. Las comparaciones reiteradas con Cataluña y el recurso al “cuponazo” funcionan más como cortina de humo que como argumento político solvente. La obsesión por señalar a Madrid resulta llamativa en un gobierno autonómico que dispone de competencias clave y recursos suficientes como para haber articulado una respuesta propia, aunque fuera parcial.
La alcaldesa de València, María José Catalá, sigue la misma línea discursiva. Reclama con insistencia un nuevo Plan Sur y califica de “indignante” la falta de respuesta estatal, mientras evita toda autocrítica. Lo que no menciona es que su partido gobierna en el Ayuntamiento, en la Generalitat y ha gobernado en España durante años sin haber impulsado ese plan cuando sí tenía competencias y capacidad de financiación.
Nueve meses después de la dana, la situación es elocuente. La Comunitat Valenciana continúa sin ayudas directas a los damnificados, sin un plan de reconstrucción claro y sin una hoja de ruta compartida entre administraciones. El Consell promete, exige y señala culpables, pero no actúa con determinación. El relato, por épico que sea, no levanta casas ni reconstruye infraestructuras.
Las víctimas no necesitan más titulares ni discursos inflamados. Necesitan presencia, financiación, planificación y resultados. Lo que no necesitan es otro enfrentamiento partidista que convierta la catástrofe en un campo de batalla política. Y eso, nueve meses después, es exactamente lo que sigue haciendo Carlos Mazón.