Netanyahu desata una ofensiva diplomática contra España mientras continúa su guerra sin límites en Gaza

El Gobierno israelí responde con sanciones a las medidas de Pedro Sánchez para frenar el genocidio y convierte la defensa de los derechos humanos en una afrenta diplomática

08 de Septiembre de 2025
Actualizado a las 18:04h
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Netanyahu desata una ofensiva diplomática contra España mientras continúa su guerra sin límites en Gaza

La maquinaria propagandística de Tel Aviv ha entrado en modo automático, ante cada condena por la masacre en Gaza, el Gobierno de Netanyahu responde con acusaciones de antisemitismo, revisionismo histórico y amenazas diplomáticas. Esta vez, le ha tocado a España. Y con ello, al coraje de un país que ha decidido no mirar hacia otro lado.

Israel, atrincherado en su impunidad, responde con furia a la defensa de los derechos humanos

La respuesta del Gobierno de Benjamin Netanyahu a las recientes medidas de España contra la ocupación israelí ha sido tan previsible como elocuente: en lugar de asumir responsabilidad por el horror que perpetra en Gaza, ha optado por sancionar a quienes denuncian el crimen. La vicepresidenta Yolanda Díaz y la ministra de Juventud Sira Rego han sido declaradas personas non gratas en Israel por atreverse a decir en voz alta lo que una gran parte de la comunidad internacional ya piensa en voz baja: lo de Gaza es un genocidio.

Mientras Pedro Sánchez anunciaba un paquete de medidas para frenar la venta de armas a Israel, reclamar justicia internacional y reforzar el reconocimiento del Estado palestino, el ministro de Asuntos Exteriores israelí, Gideon Saar, se lanzaba a las redes para vomitar una catarata de acusaciones, insultos y reproches que rozan el delirio histórico. Desde insinuar que el Gobierno español “demoniza a Israel” hasta exhumar el fantasma de la Inquisición, Saar ha dejado claro que Israel no está dispuesto a tolerar la más mínima crítica sin envolverla en el manto del antisemitismo.

Pero lo más revelador no está en la retórica: está en el pánico que demuestra. Israel, que durante años ha operado con una inmunidad casi absoluta, empieza a sentir que el muro de impunidad se resquebraja. Y eso duele más que cualquier misil. El relato que le funcionó durante décadas —ese que igualaba cualquier crítica con odio al pueblo judío— se descompone cuando son gobiernos europeos, no militantes radicales, quienes le exigen rendición de cuentas.

El viejo truco del antisemitismo para justificar lo injustificable

Acusar a Yolanda Díaz y a Sira Rego de “antisemitismo” por denunciar crímenes de guerra no es solo una falsedad; es una estrategia calculada para silenciar la disidencia y blindar la ocupación. Pero esta vez el truco no está funcionando. Porque nadie con un mínimo de honestidad intelectual puede confundir la defensa del pueblo palestino con odio a los judíos. Denunciar los crímenes de Netanyahu no es antisemitismo. Es decencia.

El mismo Israel que acusa a España de odio histórico por la expulsión de los judíos en 1492 (¡!), ignora deliberadamente que fue el gobierno español actual —progresista, democrático y respetuoso con la diversidad— quien concedió la nacionalidad a los sefardíes descendientes de aquellos expulsados. ¿Dónde estaba la memoria histórica de Netanyahu cuando se firmaban esos decretos de reparación? ¿Dónde está ahora la vergüenza ante una comparación que trivializa el Holocausto para justificar bombardeos a escuelas, hospitales y campos de refugiados?

El victimismo de Israel tiene poco que ver con la historia y mucho con el cinismo. Al tachar de “violento” al Gobierno español, mientras arrastra más de 35.000 muertos en Gaza (la mayoría mujeres y niños), Netanyahu busca invertir los papeles: él, ejecutor del apartheid, se hace pasar por víctima; las voces críticas, por verdugos. Pero los hechos pesan más que los comunicados, y lo que ocurre en Palestina está a la vista del mundo entero.

España planta cara y marca el camino

El gesto del Gobierno español —con Sánchez a la cabeza y con el impulso claro de Sumar— marca un punto de inflexión en Europa. Por primera vez, un Estado miembro de la UE toma medidas concretas, no solo declaraciones simbólicas, contra un régimen de ocupación que viola sistemáticamente el derecho internacional.

Que la respuesta israelí haya sido recurrir a la sanción diplomática contra dos mujeres comprometidas con la justicia no hace más que confirmar lo acertado de la decisión. Yolanda Díaz y Sira Rego no representan odio alguno, sino valentía, humanidad y compromiso con la legalidad internacional. Y si eso molesta en Tel Aviv, es porque empieza a dolerles el espejo.

España no está sola. Cada vez más países se suman al reconocimiento de Palestina, cada vez más voces exigen sanciones, cada vez menos se tragan el discurso que lo justifica todo en nombre de una seguridad construida sobre ruinas y cadáveres. Netanyahu podrá vetar la entrada de dos ministras, pero no podrá frenar el avance de la conciencia global. 

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