Las promesas de modernización, inteligencia artificial y excelencia sanitaria contrastan con una realidad cada vez más difícil de ignorar: la sanidad pública en la Comunidad de Madrid está al borde del colapso. Más de un millón de personas —concretamente 1.018.829, según los últimos datos oficiales de marzo de 2025— se encuentran en alguna lista de espera sanitaria. Eso supone que uno de cada siete madrileños está pendiente de ser atendido, diagnosticado o intervenido quirúrgicamente.
El problema no es nuevo, pero se agrava. Y lo hace de forma homogénea por toda la región. Ni los distritos de renta alta como Chamberí, Aravaca o Argüelles se salvan. En estos barrios, la espera para una cita con el médico de cabecera puede superar los 9 o 10 días. Si el paciente necesita una analítica o una ecografía, tendrá que esperar otros tantos días. Pero eso no es todo: al llegar al centro de salud, lo habitual es encontrarse con una cola de hasta 20 personas, incluso a primera hora.
Mientras tanto, la presidenta Isabel Díaz Ayuso ha anunciado que su solución pasa por implantar sistemas de inteligencia artificial para “ordenar las consultas médicas”. Sin embargo, la realidad es que los centros de salud de toda la región arrastran problemas estructurales graves: edificios deteriorados, plantillas bajo mínimos y profesionales sobrecargados que no dan abasto.
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La Asociación para la Defensa de la Sanidad Pública de Madrid ha advertido de que los datos oficiales están incompletos y manipulados. En la lista de espera quirúrgica (LEQ), el tiempo medio de espera se cifra en 45,9 días, pero este número excluye a los pacientes que rechazan ser derivados a centros privados. Estas personas —más del 10% del total— sufren una espera media de 109,4 días, es decir, más del doble.
En las consultas externas, los datos son aún más difíciles de entender. Según la Consejería de Sanidad, la demora media es de 63,5 días. Sin embargo, más del 57% de los pacientes espera más de 90 días. Algunos informes revelan que ya se están programando citas para determinadas especialidades en 2026, lo que contradice cualquier promedio matemáticamente posible.
Las pruebas diagnósticas siguen la misma línea. Oficialmente, la espera media es de 59 días, pero más del 60% de los pacientes supera ese plazo. Esto significa que las esperas se encadenan: primero se tarda en ver al médico de cabecera, luego en acceder al especialista, después en realizar las pruebas y, por último, en ser operado si es necesario. Todo ese proceso puede sumar más de medio año, o incluso más de un año, de espera para problemas de salud que no deberían aplazarse.
Una crisis estructural, no coyuntural
La situación no responde a un pico puntual de demanda, sino a un deterioro continuado del sistema público de salud. La inversión en Atención Primaria sigue siendo insuficiente, los profesionales se marchan a otras comunidades o al extranjero por las malas condiciones laborales, y la derivación a la sanidad privada se utiliza como vía de escape... aunque no todo el mundo puede permitírselo.
La ciudadanía madrileña —independientemente de su nivel de renta o su barrio de residencia— está sufriendo las consecuencias de años de recortes, externalizaciones y falta de planificación. Frente a las promesas de una sanidad “moderna y eficiente” aparece la crudeza de los datos y el testimonio diario de miles de personas que ven cómo su salud queda relegada a la espera. Una espera que, en demasiados casos, no puede permitirse.