¿Por qué la extrema derecha está en contra de proteger el medio ambiente? Esa es la gran pregunta que se hacen millones de españoles estos días de campaña electoral. En realidad,no se entiende la obcecación cuando hasta Franco, líder espiritual del posfascismo hispano, firmó leyes para proteger la naturaleza, entre ellas la que rubricó en 1969, cuando aprobó la creación del Parque Nacional de Doñana. Los argumentos de Vox para oponerse a la teoría del cambio climático y a la preservación de los entornos son propios de niños de teta. Para empezar, creen que “el hombre no puede ser responsable de los cambios en el clima”, según su propio programa. Deben pensar que solo Dios es capaz de alterar las leyes de la naturaleza, como si no supieran que el ser humano ha llegado a un punto evolutivo que con solo apretar un botón puede enviar a todo el planeta al garete. ¿Acaso niegan también el poder destructivo de la energía nuclear? Habría que preguntarles a ellos, porque estos son capaces de creer que la posibilidad de un apocalipsis atómico también es un bulo de la izquierda woke. Si algunos de sus miembros son terraplanistas y negacionistas de la ciencia, cualquier cosa puede salir del psiquiátrico ideológico voxista.
Las disparatadas teorías de Vox
El cambio climático es un fenómeno probado por la comunidad científica. Los gases de efecto invernadero producto de la descontrolada actividad industrial están detrás del desastre. El planeta se está calentando, provocando efectos devastadores en la fauna y flora terrestres y marina y en general en la biodiversidad. Más risa todavía dan cuando se ponen en plan eruditos, sin tener ni idea de nada, para distinguir entre el cambio climático natural, que se ha registrado “en todas las etapas de la historia y en todos los planetas y estrellas y cuyo origen es natural y atmosférico”, del “cambio climático antropogénico”, que “es la teoría de que el responsable del cambio climático es el ser humano”, en el que no creen. Destacados políticos de Vox como Rocío Monasterio han definido el fenómeno como “camelo climático”.
Como van inventando e improvisando sobre la marcha, también han soltado “la actividad solar es la responsable de los cambios climáticos”, aunque no adjuntan ninguna prueba que lo demuestre. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, organismo dependiente de la ONU, ya ha zanjado la cuestión al asegurar que “los efectos de la actividad solar dentro del rango de grandes máximos y mínimos solares será menor que los cambios debidos a los efectos antropógenos”. Durante todo este tiempo han hecho el ridículo más supino lanzando descabelladas teorías sobre la alteración del clima relacionadas con la influencia de la luna, la rotación de la tierra, los volcanes o los fenómenos atmosféricos.
También acusan a la élite cultural mundial, a gente como Leonardo Di Caprio, Al Gore y Michael Moore de ser “las personas que emiten más CO2 del mundo”, como si eso restara veracidad a la teoría. Pero por encima de todo les fastidia el desastre climático porque ello supone que los diferentes estados tendrán que gastar dinero en lo que ellos consideran “leyes coercitivas e impuestos”. Como son los ricos a los que ellos defienden quienes tienen que afrontar ese gasto, están radicalmente en contra de cualquier plan o legislación conservacionista. Eso y que no quieren renunciar al modelo capitalista depredatorio que nos ha llevado al borde de una hecatombe de dimensiones cósmicas. No están dispuestos a cambiar de sistema, ni siquiera a corregirlo, porque ello conlleva el cierre de fábricas y la reconversión de sectores controlados por ellos y sus socios.
Contra la protección de la naturaleza
Toda esta locura les lleva a delirios como alargar la vida de las centrales nucleares, pero además prometen usar “los emplazamientos de las centrales nucleares cerradas” para implantar minirreactores nucleares, una tecnología todavía sin desarrollar. Si estos kamikaces llegan algún día al poder saltamos todos por los aires. Son un peligro público.
La última es que han votado en contra, en el Parlamento europeo, de la ley de restauración de la naturaleza, que finalmente ha salido adelante, aunque por los pelos (la derecha ha estado a punto de bloquearla). ¿Qué tiene de malo esa legislación? ¿A alguien en su sano juicio puede molestarle que cuidemos de nuestros bosques, de nuestros ríos, de nuestros valles y mares? Pues han votado que no alegando que es “pura ejecución de la Agenda 2030”. Es decir, “normas que, con la excusa de la protección del clima, la lucha contra el cambio climático se convierten medidas restrictivas, coercitivas y sancionadoras de las clases medias y populares”. “Bajo la excusa del clima, produce una transferencia brutal de fondos de las clases populares y medias”, dice Jorge Buxadé. El cóctel de mentiras y demagogia de Vox es brutal, pero sectores de las clases más humildes se lo están tragando.