La reciente decisión del presidente de la Xunta de Galicia, el popular Alfonso Rueda, de dividir la Secretaría Xeral de Igualdadeen dos direcciones generales ha levantado una ola de críticas, principalmente del Partido Socialista de Galicia (PSdeG). Esta reorganización, lejos de ser un avance, representa un retroceso significativo en la lucha por la igualdad de género y la erradicación de la violencia machista, aspectos que deberían ser tratados con la máxima seriedad y compromiso.
Una visión reducida de la violencia de género
La nueva Dirección Xeral de Loita contra a Violencia de Xénero, dirigida por Roberto Barba, ha sido criticada por su enfoque reduccionista de la violencia machista, conceptualizándola erróneamente como un "problema de salud pública" más ligado a cuestiones de salud mental que a las verdaderas raíces del problema: el machismo arraigado en la sociedad. Esta perspectiva es peligrosamente simplista y desvía la atención de la necesidad de abordar la violencia de género como lo que realmente es: una manifestación extrema de la desigualdad de género. Al calificarla como una enfermedad, se ignora el contexto cultural y social que perpetúa la violencia hacia las mujeres y se minimiza la responsabilidad de trabajar en una educación y legislación que promuevan la igualdad real y efectiva.
Descoordinación y falta de compromiso integral
Por otro lado, la creación de dos direcciones separadas —la otra siendo la Dirección Xeral de Promoción da Igualdade, bajo el liderazgo de María Quintiana— ha sido percibida como una fragmentación que podría diluir los esfuerzos y recursos dedicados a estas áreas cruciales. Como bien señala el líder del PSdeG, José Ramón Gómez Besteiro, esta división implica una falta de comprensión de cómo deberían interrelacionarse la promoción de la igualdad y la lucha contra la violencia de género. Al no tratarse conjuntamente, se corre el riesgo de no solo reducir la efectividad de las políticas sino también de restarles importancia y visibilidad.
Besteiro ha destacado que esta estructura fragmentada reduce la transversalidad y la prioridad que deberían tener la igualdad y la lucha contra la violencia machista en el gobierno de Galicia. La igualdad de género no puede ser vista como un añadido o un aspecto secundario de la política social; debe ser una prioridad enraizada en todas las políticas gubernamentales, garantizando que cada acción del gobierno promueva activamente la igualdad y proteja los derechos de todas las mujeres y niñas.
La reestructuración de la Secretaría Xeral de Igualdade debería ser motivo de preocupación para cualquier persona comprometida con la justicia social y la igualdad de género.
La decisión de Alfonso Rueda no solo revela una falta de compromiso con estos principios sino que también sugiere un entendimiento muy limitado de las complejidades que engloban la violencia de género y la promoción de la igualdad. Esta estructura no solo es inadecuada, sino que también es potencialmente perjudicial, ya que puede debilitar los esfuerzos en curso y complicar la implementación de políticas efectivas.
Es esencial que la administración de Rueda reconsidere esta estrategia y escuche las voces críticas que demandan un enfoque más integrado y comprometido. Solo entonces, Galicia podrá avanzar hacia una sociedad verdaderamente igualitaria y segura para todas sus ciudadanas y ciudadanos.