Sánchez no le besa el culo a Trump

España da un giro a su política comercial al dar la espalda a Estados Unidos y mirar hacia Asia

14 de Abril de 2025
Actualizado el 15 de abril
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Sánchez y Xi Jinping durante su reciente encuentro para tratar sobre la cooperación económica entre ambos países.
Sánchez y Xi Jinping durante su reciente encuentro para tratar sobre la cooperación económica entre ambos países.

Cuenta la prensa que entre Pedro Sánchez y Xi Jinping hay feeling, conexión personal y política, buen rollo. Se desconoce si esa atracción es mutua, si es el patrón oriental el que siente más afecto hacia el líder español o viceversa. No importa demasiado. Lo único cierto es que ambos parecen estar en la misma onda y que esa armónica relación puede marcar un punto de inflexión de dimensiones históricas para el futuro de nuestro país. 

La politóloga de taberna, o sea Isabel Díaz Ayuso, con su filosofía de frutería o verdulería, ha analizado el asunto y ha llegado a la conclusión de que ha sido el presidente del Gobierno quien ha entregado España a “los intereses del comunismo chino”. Pocas majaderías de tal calibre se han dicho últimamente. Ni hay tal entrega –en todo caso un intento de abrir nuevos mercados, algo que suena a música celestial a los grandes empresarios españoles–, ni hay comunismo por ninguna parte (por si no se ha enterado la lideresa castiza, en lo económico China se parece tanto a un régimen bolchevique como una escoba a un babuino). Pero ella suelta la parida y ahí queda el análisis de brocha gorda.

Es verdad que nos encontramos ante un brusco viraje en nuestra política internacional, ante un golpe de timón después de que Trump haya señalado a los europeos como “patéticos enemigos” empeñados en estafar a los norteamericanos. Pero ese cambio de eje, con el que dejamos de mirar a Estados Unidos para fijarnos en Asia, era tan obligado como necesario. A la UE no le quedaba otra que contactar con China para convertirla en cliente preferente y en proveedor privilegiado. ¿Qué otra cosa podía hacer la economía europea mientras el hombre Dorito la estrangulaba y la cosía a aranceles? La jugada era inevitable. Y ahí ha estado rápido y ágil Pedro Sánchez. El viaje presidencial a China y Vietnam en busca del oro amarillo ha sido una reacción ponderada y proporcional a la agresión (una respuesta contundente tras el desafío trumpista). Y es cien por cien seguro que cuenta con el respaldo de Ursula Von der Leyen, ya que Sánchez no puede tomar esa decisión de geoestrategia política sin el visto bueno de Bruselas. De modo que el premier socialista ha sido listo a la hora de ponerse el traje de nuevo Marco Polo, y allá que se ha ido, a abrir nuevas rutas de la seda para comerciar con los señores del arroz y la pólvora, hoy maestros de la electrónica, la robótica y la inteligencia artificial.

En general, los poderes fácticos de este país han aplaudido la iniciativa diplomática sanchista, empezando por los propios empresarios, que han visto en esa delegación comercial al Lejano Oriente un balón de oxígeno ante el alevoso bloqueo trumpista a los productos españoles. O sea, nuevas expectativas de inversión, atractivos proyectos de intercambio comercial, en fin, más oportunidades de negocio, que es de lo que se trata cuando entran en juego las gentes del dinero. La patronal de ninguna manera ve en este giro internacional un caso de entreguismo de Sánchez a los comunistas, sino una milagrosa tabla de salvación. Nuestros empresarios han entendido que no es tiempo de estar con las estupideces de Ayuso que ni ella misma se cree, sino de salir ilesos del suicidio global trumpista. Tenemos una clase industrial bastante más inteligente y preparada que la niña de Chamberí, profesionales que saben que esta China ya no es aquella China férrea, ortodoxa y monolítica de Mao Zedong, sino que se ha abierto descaradamente al capitalismo. Desde los años 70, con Deng Xiaoping, los chinos iniciaron una serie de reformas que les ha permitido no solo sobrevivir, sino crecer exponencialmente hasta situarse como segunda potencia mundial (en algunos casos y aspectos incluso como primera potencia mundial).

El aperturismo al comercio internacional (superando la autarquía comunista), la aceptación de la inversión extranjera y la creación de empresas privadas permitieron el nuevo salto adelante hacia la globalización que, le guste o no a Trump, es un invento chino. Desde aquellos años ochenta, cuando los españoles se dejaron seducir por los rollitos de primavera, la ternera con setas y bambú y el pan de gambas, hemos visto cómo lo chino nos invadía sin remedio. Primero abrieron los famosos restaurantes que lo reventaron, después los bazares (todo un misterio por qué seguimos comprando clavos que se doblan, martillos que se parten en dos al primer golpe y pegamentos que no pegan). Más tarde se hicieron con los polígonos industriales y llenaron los puertos de contenedores. Y finalmente se infiltraron en los fondos buitre y ya lo controlan todo, hasta la mafia. Todo ese entramado que se repite en cada país de la UE (una especie de colonización silenciosa) ha servido para que millones de chinos salgan de la extrema pobreza y el hambre tercermundista, instaurándose un extraño invento denominado “capitalismo de Estado”, donde el gobierno mantiene un control centralizado sobre sectores clave de la economía, pero permite la participación total de empresas privadas y emprendedores. El régimen se parece bastante a una auténtica socialdemocracia y aunque todo esto en realidad forme parte de otra falacia (se forran los mismos de siempre, es decir, una recua de oligarcas, igual que ocurre en Occidente), el truco ha funcionado y se ha obrado el milagro chino.

Nos conviene hacer negocios con los nuevos señores de la Tierra, entre otras cosas porque besarle el culo a Trump tiene que ser algo asqueroso. Y cuando nos digan que China no es una verdadera democracia, sino una autocracia que no respeta los derechos humanos, la respuesta está clara: en Estados Unidos deportan inmigrantes a Guantánamo por tener el carné de conducir caducado, siguen ejecutando presos con la inyección letal y las minorías raciales y sexuales están más perseguidas que nunca. No, USA ya no es el paraíso de la democracia, si es que alguna vez lo fue. El ataque de cuernos de los trumpistas MAGA ha sido antológico, como demuestra que el secretario del Tesoro nos haya advertido de que acercarse a China “sería como cortarse el cuello”. Ladran, luego cabalgamos.

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