Madrid se convierte este fin de semana en el epicentro de la ultraderecha europea con la celebración de la cumbre ‘MEGA’ (Make Europe Great Again), un evento organizado por el partido Patriotas, liderado por Santiago Abascal. El encuentro, que se celebrará en el hotel Marriott Auditorium, reunirá a algunas de las figuras más relevantes de la extrema derecha continental, como el primer ministro húngaro, Viktor Orbán; la líder de Agrupación Nacional en Francia, Marine Le Pen; y el vicepresidente del Consejo de ministros italiano, Matteo Salvini.
El proyecto MEGA otra mentira de Ábascal
Europa nunca ha sido fuerte ni ha estado realmente unida. No hay nada que recuperar, porque antes de la actual Unión Europea solo hubo guerras, rivalidades y disputas territoriales. A lo largo de la historia, el continente ha estado marcado por conflictos entre imperios, monarquías enfrentadas y nacionalismos en pugna. La idea de una Europa cohesionada es más un proyecto reciente que una realidad histórica, siempre impulsado por la izquierda y nunca por la derecha ni la extrema derecha.
El proyecto MEGA es una mentira y un sinsentido, una construcción artificial que nunca fue ni nunca será una realidad de la mano de los nacionalistas. Sus promotores intentan vender una visión idealizada que ignora las profundas fracturas políticas, económicas y sociales que atraviesan Europa. La verdadera unión solo puede construirse sobre la cooperación y la igualdad, no sobre discursos vacíos o intereses partidistas.
El trumpismo europeo toma Madrid
Abascal, que ha asumido un papel de anfitrión y líder del movimiento Patriotas en la UE, busca con este evento consolidar su estrategia de oposición a lo que califica como "las élites de Bruselas". La cumbre se presenta como una plataforma para reforzar su discurso contra la política migratoria de la UE y el "fanatismo climático", dos de los pilares ideológicos de la ultraderecha en Europa.
La estética del evento no deja lugar a dudas sobre su inspiración: el lema ‘MEGA’ es un calco del famoso ‘MAGA’ de Donald Trump, y la organización ha elegido la catedral de la Almudena como icono de la cita. Además, la cumbre contará con discursos de figuras emergentes de la derecha radical, como el líder holandés Geert Wilders y el polaco Krzysztof Bosak, en lo que parece un intento de reforzar su presencia en la Eurocámara, donde son la tercera fuerza.
Protestas y rechazo al encuentro
Mientras la ultraderecha se organiza, la izquierda y los movimientos sociales han lanzado una ofensiva para frenar el evento. Más Madrid ha iniciado una campaña de recogida de firmas para exigir la "cancelación inmediata" de la cumbre, denunciando que sus participantes representan "una amenaza directa a los valores democráticos y la convivencia en Europa". Desde la formación liderada por Mónica García han sido tajantes: "No queremos fascistas en Madrid".
También se han convocado movilizaciones contra el evento, con colectivos antifascistas, sindicatos y organizaciones de derechos humanos denunciando el peligro de la normalización del discurso xenófobo y ultraconservador en el continente. Para estos grupos, la cumbre es un intento de articular una "internacional reaccionaria" con el objetivo de debilitar el proyecto europeo.
La agenda de falsos patriotas
A pesar de su creciente influencia en el Parlamento Europeo, el movimiento Patriotas enfrenta un obstáculo importante: la falta de cohesión entre sus miembros. A diferencia de los partidos tradicionales europeos, la ultraderecha continental se divide en intereses nacionales que a menudo chocan entre sí. Mientras Orbán mantiene una posición próxima a Putin, Le Pen y Salvini han intentado alejarse de la imagen de servilismo hacia el Kremlin. Por su parte, Wilders mantiene un discurso islamófobo radical, que no todos los miembros del grupo comparten con la misma intensidad.
El liderazgo de Abascal dentro de Patriotas tampoco está exento de críticas. Si bien el líder de Vox se ha posicionado como una de las caras visibles de la ultraderecha europea, su influencia a nivel internacional es limitada en comparación con figuras como Orbán o Le Pen. Además, su insistencia en agitar la teoría del "gran reemplazo" y sus críticas a la "agenda globalista" pueden resultar demasiado extremas para algunos de sus aliados.
Un Madrid dividido
Con este evento, Madrid se encuentra en el centro de la batalla entre quienes ven en la cumbre un peligroso intento de erosionar la democracia y quienes consideran que la ultraderecha tiene el derecho de organizarse y defender sus ideas. Más allá de los discursos incendiarios y la puesta en escena, el evento de ‘MEGA’ evidencia que el ascenso de la extrema derecha en Europa es una realidad política que no puede ignorarse.
La cumbre también pone en evidencia la división dentro de la propia derecha española. Mientras Vox busca reforzar sus lazos con la ultraderecha continental, el Partido Popular de Feijóo intenta desmarcarse, consciente de que un acercamiento excesivo a estas posturas podría ser un lastre en el electorado moderado.
Este fin de semana, Madrid será el escaparate del proyecto ultra de Abascal. Lo que ocurra en esta cumbre podría marcar el rumbo de la ultraderecha europea en los próximos meses, pero también demostrará hasta qué punto la resistencia de la sociedad civil sigue viva frente a estos movimientos. La batalla por el alma de Europa se juega aquí y ahora.