Cuba, los cínicos y el rostro del bloqueo

Miguel Ángel Santos Genero
03 de Junio de 2022
Actualizado el 28 de octubre de 2024
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La Habana Cuba

Los innumerables viajes a Cuba relacionados con diversos proyectos de colaboración, de turismo o familiar, efectuados casi ininterrumpidamente desde 1996, me habían permitido conocer suficientemente bien la realidad del país. Sus indudables logros, sus enormes capacidades, sus dignas aspiraciones; también sus déficits y debilidades, y muy especialmente de las dificultades a las que tiene  que enfrentarse permanentemente como consecuencia del implacable Bloqueo económico, comercial y financiero que desde hace más de 60 años tiene que soportar por obra y gracia de los distintos gobiernos de los EEUU.

Mi estancia permanente en Cuba con mi familia desde hace ya casi cinco meses  no ha hecho más que confirmar mis ya consolidadas apreciaciones. Para ser claro; la grandeza de Cuba es tan luminosa y exuberante, que ni siquiera las interminables y radicales campañas de todo tipo en su contra han conseguido torcer la simpatía y admiración que muchos pueblos y ciudadanos del mundo sienten por ella. En mi caso sólo puedo decir que, si cabe, cada día que pasa ésta crece y se intensifica.  

No me lo tiene que contar nadie; vivo en un pueblecito alejado de la gran ciudad, en el que con motivo de la COVID-19 recibimos desde la llegada atención médica personalizada en nuestro domicilio, visitas periódicas del médico de familia que ponen de manifiesto la valía de su atención primaria, y una atención pediátrica hospitalaria, que también hemos necesitado, a la altura de cualquier país del llamado primer mundo. Los  inconvenientes existentes, exclusivamente de carácter material, son por mucho que se empeñen en negar los declarados enemigos de este digno país, como consecuencia fundamentalmente de lo que sólo puede calificarse como criminal Bloqueo.

Los cínicos tampoco sienten pudor alguno en negarlo, pero sólo un país preñado de humanismo, en el que la prioridad es preservar la salud de sus ciudadanos, es capaz a pesar de esas extraordinarias limitaciones materiales de sacar tres vacunas y dos candidatos vacunales e inmunizar a su población en tiempo récord, incluidos los menores a partir de dos años; algo que no se improvisa sino que es el resultado de muchos años de esfuerzo y una decidida política orientada a garantizar ese derecho humano fundamental. Invito a investigar los índices de mortalidad por la COVID-19 en todo el mundo, así como el de vacunados, y podrá comprobarse fácilmente que se trata de una proeza al alcance de muy pocos países; sí, una extraordinaria proeza.

Y qué decir de la importante cooperación médica brindada por Cuba en medio de la pandemia, en la que ha prestado su apoyo en 42 países, con 58 brigadas médicas, cuyos integrantes se sumaron a los más de 28.000 profesionales de la Salud que ya estaban presentes en 59 países. Tráfico de personas y explotación laboral le llaman los cínicos, sin entender siquiera que existe una maravillosa palabra en el diccionario que al parecer ellos nunca han practicado, los mismos que aplaudían cuando en el peor momento de la pandemia negaron a Cuba el oxígeno que necesitaba.     

Por las mañanas veo a mi hijo de diez años partir solo y cruzarse con otros niños camino de sus respectivas escuelas -la sensación de seguridad es plena-, a los que se les garantiza una educación a la altura de un país  que erradicó el analfabetismo en sólo unos meses y que lo situó entre los países más instruidos y cultos del mundo. Una educación universal y totalmente gratuita desde preescolar hasta la finalización de la carrera universitaria. Aunque los cínicos lo ocultan, e incluso algunos tienen el atrevimiento de negarlo, es necesario recordar que un año antes del triunfo de la Revolución un 77% de la población era analfabeta.

He disfrutado, igualmente, de una Feria del Libro que deja bien claro la apuesta de este país por promocionar la cultura y facilitar el acceso de todo el pueblo a un bien tan preciado como es el libro. A precios al alcance de todos, las colas de niños, jóvenes y adultos en las librerías y espacios habilitados son dignas de mención; colas invisibles para los cínicos.

Veo también, no me lo cuentan, a un pueblo que se siente bien protegido ante los riesgos naturales que pueden producirse, sean estos huracanes, terremotos, severas sequías, entre otros; fruto de un eficaz sistema de prevención vigente desde 1986 que hace que el mundo se pregunte por qué ante el paso de un ciclón tropical se producen tantas muertes en países alrededor de Cuba y sin embargo aquí no. Los autodenominados “patria y vida” también lo negarán, pero eso no ocurre por casualidad, sino que es fruto de un país que tampoco en esto improvisa, ni juega con la vida de la ciudadanía  y que con muchas dificultades dedica ingentes recursos humanos, materiales y financieros para evitar el mayor impacto a las personas e instalaciones.

El rostro humano del Bloqueo

Pero es indudable que el cruel Bloqueo que EEUU ejerce contra Cuba tiene rostro humano y hace mucho daño al pueblo cubano; más aún cuando los efectos de la crisis económica derivada de la pandemia y ahora la guerra en Ucrania, está teniendo un fuerte impacto en todo el planeta. ¿Cómo negarlo?

Veo a un pueblo que pasa trabajo para desplazarse de un lugar a otro por las condiciones de un transporte deficiente, castigado para la obtención de piezas de repuesto y en ocasiones limitado para el acceso al combustible; un pueblo que en las últimas semanas tiene que soportar en no pocas ocasiones el corte del suministro eléctrico, igualmente afectado por el laberinto que hay que atravesar para conseguir piezas para la reparación de termoeléctricas que llevan años en activo o para disponer del combustible necesario.

Veo un pueblo que a veces tiene que soportar largas colas para la compra o uso de algunos servicios -más o menos como por ejemplo estamos viendo en España ante las entidades bancarias- sólo que en Cuba no está motivado por la reducción de plantillas para la obtención de mayores beneficios, sino para garantizar un reparto lo más equitativo posible de la canasta básica que a precios muy módicos permite sostener una parte de la alimentación de los ciudadanos; o padeciendo los efectos perversos de la inflación que con carácter generalizado está azotando a todo el mundo.

Veo un pueblo que en la actualidad tiene problemas para acceder a algunos medicamentos ante la dificultad impuesta por el Bloqueo recrudecido por Donald Trump -que hasta el momento mantiene Joe Biden en su integridad- para obtener las materias primas imprescindibles para su elaboración, habida cuenta de que Cuba -vetada para comerciar con los grandes laboratorios y multinacionales del medicamento-, gracias a la investigación y el impulso a la biotecnología, ha sido capaz de disponer de un cuadro básico de medicamentos de elaboración propia que se acerca al 70%, otra proeza al alcance de muy pocos.

Pero no veo por ningún sitio desahucios, colas del hambre, niños abandonados a su suerte, analfabetismo, desatención médica, precariedad laboral, violencia armada y otros flagelos propios o importados por el capitalismo depredador y deshumanizado. 

Veo por el contrario un pueblo digno, solidario y alegre, que se crece ante las adversidades. Muy informado y crítico, conocedor del extraordinario valor de todo cuanto posee -material e intangible-, que es mucho a pesar del Bloqueo, y sobre todo muy consciente de que tendrán que seguir adelante, con mucho esfuerzo y creatividad, por sus propios medios. Y a un gobierno sumamente autocrítico, que reconoce errores y toma medidas para superarlos; que se dirige al pueblo con absoluta claridad y transparencia; que estimula la crítica y se empeña denodadamente por facilitar la participación popular. Baste como ejemplo de esto último el proceso para la aprobación el nuevo Código de las Familias, que situará a Cuba a la vanguardia del mundo en esta materia, o en la actualización de otras leyes que vienen a reforzar la institucionalidad del país.

Sólo así puede entenderse que un pueblo culto y con este capital humano siga comprometido muy mayoritariamente con la Revolución; lo vi con la impresionante movilización el 1º de Mayo en cada rincón del país, y aunque lo nieguen los cínicos, lo veo todos los días. Estoy firmemente convencido que quienes quieren ocultar esta realidad tienen en el fondo un miedo atroz a que pueda demostrarse que otra forma más humana de dirigir el mundo es posible.

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