Desde que Donald Trump y Elon Musk accedieron al poder, se ha producido la época más desestabilizadora para la Seguridad Social de los Estados Unidos en sus 90 años de historia.
El histórico programa de jubilación para los ciudadanos estadounidenses ha sobrevivido a guerras mundiales, pandemias y recesiones, pero lo más probable es que no sobreviva a Donald Trump y Elon Musk.
Apenas un mes después de su nombramiento, el hombre más rico del mundo exigió acceso a datos privados de la Seguridad Social. Cuando la Comisionada interina de la Administración de la Seguridad Social (SSA) se negó, el presidente Donald Trump la reemplazó de inmediato. Se saltó a 120 empleados de mayor jerarquía para instalar a un fanático de DOGE.
Lelan Dudek, que así se llama este despreciable personaje, está planeando despedir a más del 15% por ciento de la fuerza laboral de la SSA, que ya tiene poco personal y está sobrecargada de trabajo. Los trabajadores de esta agencia recibieron el pasado 27 de febrero una comunicación en la que se les informaba que la organización se someterá a una «reestructuración organizacional en toda la agencia» y se les incentivaba a renunciar a sus puestos de trabajo en lugar de ser despedidos. Una amenaza en toda regla.
Trump y Musk también han ordenado la rescisión de los contratos de arrendamiento de las más de 1.200 oficinas locales de la SSA, que son fundamentales para el trabajo de cara al público de la agencia porque están en todas las ciudades, pueblos y barrios para ayudar a gestionar el derecho a la pensión de jubilación.
Los dos fanáticos que mandan en Washington también ordenaron a todos los trabajadores que regresaran a la oficina. Pero, ¿adónde se supone que deben ir esos trabajadores si sus oficinas están cerradas? Eso solo tiene sentido porque el plan final no es solo despedir a los 7.000 trabajadores de la SSA que se informan actualmente, sino a todos.
Muchos de los empleados de mayor antigüedad de la SSA, incluidos cinco de los ocho comisionados regionales, se han ido, lo que está provocando una enorme fuga de cerebros. En conjunto, representan una enorme pérdida de conocimientos institucionales fundamentales porque esos empleados totalizaban 1.000 años de conocimientos y habilidades institucionales.
La SSA ya tenía una grave falta de fondos y de personal antes de todo este apocalipsis. El baño de sangre de DOGE la llevará al colapso absoluto.
Nuevamente, los más vulnerables son los más afectados por las medidas de Trump y Musk. En concreto, las personas que solicitan prestaciones por discapacidad corren un riesgo inminente. Ya hay un gran número de trabajadores con algún tipo de discapacidad que se encuentran sin hogar y la asombrosa cifra de 30.000 estadounidenses mueren cada año mientras esperan recibir las prestaciones a las que tienen derecho. Con Trump y Musk esa cifra se disparará mientras sus amigos y donantes multimillonarios aumentan sus patrimonios gracias a los recortes de impuestos que los fanáticos de MAGA aprobarán en el Congreso.
Las pensiones de jubilación son menos complicadas de administrar, pero también están en peligro. Los despidos planificados son tan desestabilizadores que las personas mayores pueden sufrir una interrupción en sus pagos mensuales.
Además, los estadounidenses tendrán dificultades para comunicarse con la SSA si tienen preguntas, necesitan cambiar sus cuentas bancarias o tienen otros problemas. Confiar en un sitio web o, peor aún, en un chatbot de inteligencia artificial, no será suficiente, sobre todo para las personas mayores que no tienen habilidades en este tipo de tecnologías.
Los ciudadanos no votaron por esto. Durante las elecciones presidenciales, Donald Trump llenó los estados clave con panfletos de campaña en los que prometía que no tocaría la Seguridad Social. Como con otras muchas cosas, Trump ha traicionado a sus votantes.
En su discurso del pasado 4 de marzo ante el Congreso, Trump mintió sobre este programa administrado con extrema eficiencia. Peor aún, le dio a Elon Musk, quien recientemente calumnió a la Seguridad Social al llamarla un «esquema Ponzi» criminal, el poder de destruirlo.
El presupuesto de la SSA proviene de los fondos fiduciarios de la Seguridad Social, no de los ingresos generales del gobierno. Eso significa que cuando los estadounidenses aportan a la Seguridad Social con cada salario, también están pagando por un servicio al cliente de alta calidad.
Eso es exactamente lo que se obtendría si el Congreso permitiera a la SSA gastar solo unos pocos puntos porcentuales más de su superávit de 2,7 billones de dólares para contratar y capacitar adecuadamente al personal, abrir nuevas oficinas locales y reducir los tiempos de espera. En cambio, Donald Trump y Elon Musk planean destruir por completo el servicio de atención al cliente de la Seguridad Social para pagar los recortes impositivos a los multimillonarios.