Putrefacción e incapacidad
02
de Octubre
de
2016
Actualizado
el
02
de julio
de
2024
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Si se traza una línea de poder dentro del PSOE en uno de cuyos extremos se encuentra Felipe González y en el opuesto, Pedro Sánchez, se tendrá el retrato de la descomposición del que ha sido el partido político más importante de la reciente democracia española. En un extremo, la podredumbre, la sinvergonzonería, en el otro, la inutilidad completa.Porque Sánchez, quien aparece tras esta semana aciaga casi como un mirlo blanco, es mas inútil de lo que aparenta. Y no solo por motivos personales. Sánchez sobrevive como "rehén" organizativo de un aparato viejo, manipulador y turbio, sirvan como ejemplo Patxi López y Rodolfo Ares, procedentes del partido en Euskadi. Es rehén, además, de un equipo mediocre, herencia de José Luis Rodríguez Zapatero, y de aquellos que el propio Sánchez fichó con su mismo perfil, como el riojano secretario de organización César Luena. Jóvenes y menos jóvenes, todos coinciden en tres puntos: una ambición sin limite; una total ignorancia tanto de sus antecedentes históricos como de la situación social actual; y lo que es peor, una falta absoluta ideología, posibilidad que denostan con soltura.A lo anterior hay que añadir que en el PSOE actual, y fruto de unas formas impuestas por Felipe González desde hace ya tres décadas, no existe la cultura del diálogo. Se trata de una organización sencillamente dedicada a la búsqueda y gestión del poder por el poder, basada en ridículos conciliábulos y el “ordeno y mando” impropio de democracias.Pese a todo esto, Pedro Sánchez puede no dar la talla –ninguno de ellos la da–, pero aparente o casi estatutariamente es secretario general y candidato legítimo del PSOE. A Sánchez sólo cabría descabezarle por la misma vía democrática con la que se le nombró (y quien pueda hacerlo). Lo demás es puro golpismo partidista. Baste para entender esto el uso que se ha hecho esta semana de los medios de comunicación.Felipe González dio el pistoletazo de salida al golpe desde su medio de comunicación, la Cadena SER –esa PRISA donde ya está instalado, como se hizo público, Alfredo Pérez Rubalcaba–. El en informativo de la mañana del pasado miércoles 28 dio la señal, como si se tratase de un 23F. Ninguna similitud es casual en política. Y para demostrarlo, a última hora de ese mismo día, El País hacía público en redes el que iba a ser su editorial del día siguiente destacando este párrafo: “Pero Sánchez ha resultado no ser un dirigente cabal, sino un insensato sin escrúpulos que no duda en destruir el partido que con tanto desacierto ha dirigido antes que reconocer su enorme fracaso”. No se recuerda un movimiento tan burdo, grosero y servil en los medios de PRISA. Pero sí hay que recordar que la entrada de Rubalcaba en dicho grupo de comunicación es fruto, entre otras cosas, de su intervención, junto a González y Chaves en las diferentes operaciones de “traspaso” de El Correo de Andalucía donde intervino PRISA.Lo más preocupante es que, analizado todo lo anterior, ni los unos ni los otros sirven para recuperar un PSOE en caída libre, que en tres décadas ha perdido la mitad de sus apoyos, que ya es decir, un PSOE que, como demostró el discurso de Susana Díaz, ve a sus enemigos dentro y en el entorno de la izquierda, en lugar de situarlos donde deberían estar: En una derecha que está desangrando España y convirtiendo los derechos de los ciudadanos en un triste recuerdo.
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