El estallido del Caso Koldo y del presunto fraude fiscal de la pareja de Isabel Díaz Ayuso han llevado a la política española, ya crispada de por sí, a una situación de crisis absoluta en la que se han reclamado las dimisiones tanto del presidente del Gobierno como de la presidenta de la Comunidad de Madrid.
El Caso Koldo está en la línea de flotación del mismo gobierno central, puesto que la supuesta trama se focaliza en los comportamientos de uno de los hombres de confianza del que fuera ministro de Transportes, José Luis Ábalos. De ahí que el Partido Popular iniciara una ofensiva en la que han extendido la responsabilidad al mismo Pedro Sánchez, exigiéndole su dimisión.
Por otro lado, la denuncia de la Fiscalía contra Alberto González Amador, actual pareja de Isabel Díaz Ayuso, ha derivado en el contraataque de los socialistas que, olvidándose del Caso Koldo, reclaman lo mismo que el PP les reclama a ellos.
Los dos partidos mayoritarios están dando un espectáculo lamentable. Ven la paja en el ojo ajeno mientras ni atisban la presencia de la viga en el suyo. Utilizar el arma de la responsabilidad in vigilando es muy peligroso porque, con el historial tanto del PSOE como del PP en temas de corrupción, al final acaba salpicando. Ni el uno ni el otro están legitimados para hablar de lucha contra la corrupción cuando la tienen instalada, tanto en el pasado como en la actualidad.
Sin embargo, hay dos casos en la historia en los que dos cargos socialistas sí dimitieron por asuntos relacionados con la corrupción de sus entornos laborales y personales sin tener implicación en la misma.
Alfonso Guerra dimitió de la Vicepresidencia del Gobierno en enero de 1991 por el escándalo de su hermano Juan Guerra, quien fue juzgado por tráfico de influencias, fraude fiscal y malversación de fondos públicos. El histórico dirigente del PSOE le presentó hasta en tres ocasiones su dimisión a Felipe González durante el año 1990.
Por otro lado, el que fuera ministro del Interior, Antoni Asunción, asumió la responsabilidad política de la fuga del exdirector de la Guardia Civil, Luis Roldán, quien había sido pillado en un gravísimo caso de corrupción.
En la actualidad, el Caso Koldo y la denuncia por el presunto fraude fiscal de la pareja sentimental de la presidenta de la Comunidad de Madrid ha generado una guerra sin cuartel entre los dos grandes partidos. Acusaciones cruzadas, exigencias de ceses y dimisiones, elevación de la responsabilidad a los más altos dirigentes y requerimientos a la transparencia. El «y tú más» en toda regla con tal de salvar lo que ya es insalvable.
Y, mientras tanto, otros frotándose las manos ante la incapacidad de los dos partidos mayoritarios de, por un lado, asumir su responsabilidad y, por otro, de atajar de raíz las tramas corruptas que tanto PP como PSOE tienen en sus partidos.