Isabel Díaz Ayuso, señora de la guerra... fiscal

23 de Febrero de 2024
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Ayuso Guerra Fiscal

El pasado mes de enero, mientras los ultrarricos celebraban su «gran orgía anual» en Davos, a la que no faltó Pedro Sánchez, por cierto, Oxfam publicó su informe anual sobre la desigualdad global. Una de las conclusiones principales del documento es que el mundo vive en tiempos de auge para los multimillonarios mientras gran parte del mundo se está quedando atrás. 

Es una realidad que, desde el año 2020, el año de la pandemia de Covid-19, los multimillonarios se han enriquecido 3,3 billones de dólares. Las cinco personas más ricas del planeta han visto que sus fortunas se han incrementado por encima del 100%. A este ritmo, en menos de 10 años, se podrá anunciar que hay un ser humano que acumula una riqueza de más de un billón de dólares. 

Desafortunadamente, para la mayor parte del mundo, el panorama es muy diferente. Tras una pandemia que devastó vidas y medios de subsistencia, así como una prolongada crisis de coste de la vida, un colapso climático y conflictos bélicos, la riqueza colectiva de 5.000 millones de personas ha caído y los salarios de casi 800 millones de trabajadores no han podido seguir el ritmo de una inflación provocada, entre otras cosas, por la codicia corporativa de ultrarricos y multinacionales.

Isabel Díaz Ayuso, señora la guerra fiscal

El informe de Oxfam se focalizaba en cómo el poder corporativo, plutocrático y monopolístico está en el centro de esta realidad de la desigualdad, creando y sosteniendo una nueva era dorada global. Los impuestos son fundamentales para frenar la desigualdad, porque existe una íntima conexión entre política fiscal, poder corporativo y desigualdad.

En el trasfondo del documento se puede comprobar cómo la «guerra contra los impuestos», como la que defiende Isabel Díaz Ayuso en el nuevo paraíso fiscal de Madrid, ha beneficiado a las grandes empresas y a sus propietarios ricos, pero está privando a las sociedades de los recursos necesarios para la implementación de políticas que eliminen la desigualdad y garanticen el mantenimiento del Estado del Bienestar.

No es nuevo el colapso de los impuestos sobre las grandes corporaciones y sus propietarios. Se trata de un fenómeno que se viene dando en los últimos 50 años. Hay hechos históricos, muy referenciados a líderes políticos concretos, empezando por Ronald Reagan o Margaret Thatcher y siguiendo con Angela Merkel, Donald Trump o Isabel Díaz Ayuso.

Los datos matan el relato de los talibanes de las rebajas fiscales. Los impuestos corporativos han caído en 111 de 141 países entre 2000 y 2023, y se han reducido a más de la mitad en los países de la OCDE desde 1980. Por supuesto, los paraísos fiscales, el uso generalizado de incentivos fiscales despilfarradores y una planificación fiscal agresiva derivada a exenciones irresponsables han resultado en impuestos reales con tipos mucho más bajos que los legales y, a menudo, más cercanos a cero. 

A nivel mundial, los impuestos corporativos reales se redujeron en un tercio de 1975 a 2019, del 23 al 17% por ciento. También hay que analizar las muy bajas tasas impositivas sobre los tipos de ingresos que los accionistas reciben de las corporaciones, como dividendos y beneficios de capital. 

En los países de la OCDE, la tasa máxima promedio para los ingresos por dividendos ha disminuido drásticamente desde 1980 y, en algunos países, simplemente no está gravada. Las ganancias de capital, a menudo la fuente de ingresos más importante para los más ricos, no están sujetas a ningún impuesto en un 20% de los países.

La evasión fiscal corporativa, la consecuencia final

Las políticas fiscales defendidas por políticos como Isabel Díaz Ayuso provocan un colapso económico que ha acelerado la desigualdad. En concreto, priva a los gobiernos de ingresos para gastar en protección social, servicios públicos y otros programas y políticas que abordan la desigualdad. 

Estos efectos se han visto agravados por una gran injusticia global: muchos países desarrollados extraen riqueza pero pagan pocos o ningún impuesto, y los países en vías de desarrollo o del tercer mundo se ven desproporcionadamente afectados por la evasión fiscal corporativa. 

También es una cuestión de género: las mujeres se ven particularmente afectadas por la evasión fiscal corporativa, ya que son las principales usuarias de los servicios públicos y las principales proveedoras de trabajo de cuidados no remunerado, un tipo de empleo cuya demanda aumenta para llenar los vacíos que deja la disminución de la provisión pública. Las mujeres también se ven especialmente afectadas porque están desproporcionadamente empleadas en el sector público.

Recortes de impuestos para los más ricos

Los recortes de impuestos corporativos en los países desarrollados, políticas que son defendidas por Isabel Díaz Ayuso, no sólo han perjudicado a las sociedades, sino que han beneficiado exclusivamente a los más ricos

El impuesto sobre la renta de las empresas es progresivo. La mayor parte de su carga recae en formas de ingresos, como dividendos y ganancias de capital, que reciben desproporcionadamente los ricos. Esto se debe a que la propiedad corporativa no está distribuida equitativamente sino que está altamente concentrada entre los más ricos. 

Gran parte de las grandes fortunas del mundo consisten casi en su totalidad en participaciones en las corporaciones con las que están asociados. A nivel mundial, el 1% de la población posee el 43% global. 

Esta es la razón por la que las rebajas irresponsables de impuestos corporativos son esencialmente recortes de impuestos exclusivamente diseñados para los ricos. Los economistas Emmanuel Saez y Gabriel Zucman han demostrado que la caída masiva de los impuestos pagados por los más ricos en Estados Unidos fue impulsada principalmente por los recortes a los impuestos corporativos, hecho que se ha acrecentado con las leyes de Donald Trump, ese tipo que va de rebelde contra el establishment pero que cuando gobernó sólo benefició a las clases dominantes. 

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