Hoy se producirá la jura de la Constitución Española por parte de la ciudadana Leonor de Borbón y Ortiz en una ceremonia que recordará a los anacrónicos acontecimientos relatados en los cantos medievales. Desde luego, no se trata de un evento democrático, sino que es la perpetuación de una deficiencia de la democracia española como es el respeto absoluto de la voluntad de Francisco Franco.
España es una de las democracias occidentales más jóvenes, tras 40 años de dictadura y, por desgracia, se trata de un régimen de derechos y libertados absolutamente deficiente. Los tres poderes (ejecutivo, legislativo y judicial) están corrompidos y su único objetivo es el de favorecer los intereses de los poderosos o a las ambiciones personales.
En los últimos días los ciudadanos están siendo testigos de hasta dónde puede llegar la indecencia del poder ejecutivo y el descrédito de la clase política. Ha quedado demostrado que los políticos en España sólo tienen un objetivo: mantener el sillón al precio que haga falta, aunque sea engañando a la ciudadanía o, incluso, intentando retorcer las leyes a través de estrategias de trileros.
Respecto al poder judicial, desde la política se pretende hacer ver al pueblo que el mayor problema está en la renovación del CGPJ cuando, en realidad, la mayor corrupción se encuentra en la falta de control a quienes tienen que impartir justicia, la creación de un escenario en el que los juzgados actúan de un modo u otro dependiendo de la capacidad económica de los acusados y, sobre todo, un absoluto abandono de responsabilidades a la hora de auditar el patrimonio de jueces y fiscales para detectar casos de posible corrupción.
El poder legislativo, pues qué decir, es absolutamente incapaz de aprobar leyes que beneficien realmente a la ciudadanía y siempre los intereses de los poderosos salen ganando, por más que haya determinadas normas que aparentan que legislan en favor del pueblo, pero son más las que protegen a los que realmente ostentan el poder. No hay más que ver las votaciones de determinadas comisiones del Congreso en la que, por ejemplo, el PSOE vota a favor de que la Abogacía del Estado siga defendiendo a los bancos ante la justicia europea por los casos de estafa y cláusulas abusivas.
Perpetuar la voluntad de Franco
Respecto a la Jefatura del Estado, la Monarquía es una institución anacrónica, antitética de la democracia, puesto que sólo se tiene en cuenta la fertilidad para su existencia a través de la línea genética.
El juramento que hoy perpetrará Leonor de Borbón y Ortiz perpetúa la voluntad de Francisco Franco. Los Borbones son depositarios de la Jefatura del Estado por la Ley de Sucesión de 1947, por la que el dictador ordenó la restauración de la Monarquía a su muerte. Era una de las ocho Leyes Fundamentales del Reino que sostuvieron al régimen franquista.
Fue Franco quien nombró a Juan Carlos de Borbón como su heredero en la Jefatura del Estado y, tras la muerte del dictador, Juan Carlos de Borbón juró defender las Leyes Fundamentales del Reino y los Principios que alumbraban al Movimiento Nacional. Tras hacerlo los procuradores en Cortes gritaron ¡Viva Franco! y ¡Viva el Rey! En 1978, Juan Carlos I no juró la Constitución.
Mentiras y manipulación
Adolfo Suárez reconoció en una entrevista cómo había manipulado las cosas en el referéndum para la reforma política de diciembre de 1976. En concreto, el expresidente dijo que «cuando la mayor parte de los jefes de Gobierno extranjeros me pedían un referéndum sobre monarquía o república…, hacíamos encuestas y perdíamos».
Para evitar dar la voz al pueblo español incluyeron la palabra rey y monarquía en la Ley de Reforma Política y así justificaron que ya se había hecho un referéndum, algo que, como se ve, no fue así. En segundo término, para terminar de culminar la manipulación, no dieron la oportunidad de que los y las ciudadanas españolas pudieran elegir el modelo de Estado en el referéndum de 1978 sobre la Constitución. Esto fue un trágala en toda regla porque se metió en el paquete de la Carta Magna también a la Monarquía.
Estas dos consultas son las que utilizan como argumento quienes defienden a los Borbones y su permanencia en la Jefatura de Estado, principalmente el PSOE, el PP y Vox. Un argumento que es falso porque en ningún momento el pueblo español ha tenido la oportunidad de elegir libremente entre la permanencia del modelo monárquico y la instauración de la República.
La única realidad es que la Monarquía fue impuesta de la misma manera en que lo fue la Jefatura de Estado de Franco. Durante más de 40 años los Borbones no se han sometido al democrático ejercicio de escrutinio por parte de la ciudadanía y, por tanto, su legitimidad democrática es casi nula porque lo único que la salva es un artículo de la Constitución que lo que hace, en realidad, es dar legalidad al hecho de que sea la genética y no la voluntad popular la que decida quién es el más alto representante de todos los ciudadanos.
Hoy, por tanto, Leonor perpetuará la voluntad de Francisco Franco, por lo que no hay nada que celebrar.