La pandemia y el cambio climático, los nichos por los que los altos ejecutivos se enriquecen con dinero público

15 de Julio de 2023
Actualizado el 02 de julio de 2024
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enriquecimiento injusto

Es impopular defender que los políticos cobran poco cuando desde el populismo y la antipolítica se está propugnando reducir los salarios de los representantes democráticos de la ciudadanía. Ese mensaje es muy potente y cala, sobre todo en una situación en la que las clases medias y trabajadoras están sufriendo las consecuencias de las crisis globales encadenadas, crisis que, por cierto, están haciendo que los ricos sean más ricos y la desigualdad se dispare.

Sin embargo, la realidad es que los políticos cobran poco para la responsabilidad que asumen cuando están en puestos de gobierno y, además, están en una clara desventaja sobre los altos ejecutivos, los CEO y los presidentes de las grandes empresas multinacionales.

Imagínense que Pedro Sánchez aprobara un Real Decreto por el que cuadruplicara el salario tanto de los ministros como de sus asesores y de todos los parlamentarios. La indignación ciudadana sería indescriptible llegando, incluso, a provocar altercados callejeros. España ardería si a un presidente del gobierno se le ocurriera hacer algo así porque entonces se estaría produciendo un enriquecimiento injusto con dinero público.

No obstante, en los despachos de los altos ejecutivos, presidentes y CEO de las grandes empresas multinacionales, lo que cobra el presidente del gobierno no es ni siquiera calificado como un salario digno para una semana de trabajo.

Una comparación de los salarios que cobran los altos ejecutivos de las grandes empresas con puestos similares en las administraciones públicas demuestra que quienes tienen la responsabilidad de tomar las decisiones que afectan directamente a la vida de las familias son recompensados con unos salarios, en proporción, ínfimos. Y, tal vez, así deba ser si se tiene en cuenta que esos sueldos se pagan con dinero público que ha de ser utilizado de manera muy cuidadosa.

Sin embargo, es escandaloso que los salarios millonarios de los altos ejecutivos de las grandes empresas, cuyo trabajo no aporta beneficios reales a las clases medias y trabajadoras, estén siendo pagados también con el dinero de los impuestos de los ciudadanos.

 Covid-19: dinero público para fabricar millonarios

La industria farmacéutica es un buen ejemplo de ello, sobre todo tras lo sucedido en la pandemia del Covid-19. En 2012, los cinco directores generales de las principales empresas biofarmacéuticas ganaron más de 18 millones de dólares en compensación anual. En 2022, los 15 ejecutivos mejor pagados de la industria biofarmacéutica se llevaron a casa al menos 19 millones de dólares. Sus filas incluían a los directores ejecutivos de las dos firmas de vacunas contra el covid más destacadas: Albert Bourla de Pfizer y Stefane Bancel de Moderna. En 2022, sus salarios sumaron más de 52 millones de dólares.

¿Cómo lo hicieron? Según un análisis de la revista Health Affairs, «el gobierno invirtió mucho en todos los aspectos de la ciencia básica, el desarrollo preclínico y los ensayos clínicos de las vacunas». El dinero de los impuestos incluso «redujo el riesgo de fabricación al suscribir inversiones en capacidad».

Los beneficios excesivos que los gigantes farmacéuticos obtuvieron de las vacunas Covid crearon, al menos, nueve nuevas fortunas de más de 1.000 millones de dólares solo en el primer año de la pandemia.

El cambio climático, el nuevo nicho de enriquecimiento injusto

Desafortunadamente, los gobiernos han aprendido poco en cuanto a las lecciones de la experiencia del Covid. El dinero público ahora está impulsando fortunas gigantescas relacionadas con el cambio climático.

Los gobiernos ven las inversiones de miles de millones prometidas por las grandes compañías como generadoras de buenos empleos y salarios, pero no hay nada en la letra pequeña de los acuerdos y las subvenciones de batería que exija o incentive salarios decentes para los trabajadores. Grandes multinacionales están anunciando la implantación de fábricas de baterías para los coches eléctricos.

Los políticos afirman ufanos que tal o cual compañía ha prometido crear 2.500 nuevos puestos de trabajo. Sin embargo, como nada se dice de los salarios de los trabajadores, se está generando un escenario en el que se contratan a miles de personas con sueldos y condiciones precarias, mientras estas multinacionales están recibiendo miles de millones en subvenciones o se benefician de miles de millones de exenciones fiscales. Es decir, el negocio perfecto: coste laboral ínfimo, beneficios enormes que hacen que las fortunas de los grandes accionistas y los altos ejecutivos se disparen.

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