«El mago hizo un gesto y desapareció el hambre, hizo otro gesto y desapareció la injusticia, hizo otro gesto y se acabó la guerra. El político hizo un gesto y desapareció el mago». Esta frase de Woody Allen es demoledora, pero muestra una verdad cruel. Las clases políticas de las democracias occidentales se han olvidado de los verdaderos problemas de sus ciudadanías y han focalizado su acción de gobierno en aspectos que, finalmente, no tienen una repercusión directa en la vida de las personas y de las familias.
Eso sucede en la España de Su Excelencia el señor don Pedro Sánchez Pérez-Castejón. Mientras el debate y los esfuerzos políticos tanto de sus ministros como del Partido Socialista están focalizados en que el poder legislativo apruebe las normas necesarias para atornillarle al sillón de La Moncloa, los ciudadanos están pasando muchas necesidades.
Los datos de pobreza, en un país cuya economía tiene una previsión de ser la que más crezca de toda la Unión Europea, son demoledores. Sin embargo, este no es un asunto nuevo o que haya surgido en los últimos meses. Ya se venía arrastrando y, mientras los esfuerzos están dedicados a dar apariencia de legalidad a la ley de amnistía, las familias de clase media y trabajadora se ven obligadas a hacer verdaderas virguerías para poder sobrevivir.
Las colas del hambre ante el Banco de Alimentos o los comedores sociales no se veían en España desde la época de la posguerra, en la que las familias se agolpaban para hacerse con alimentos para evitar morir de hambre.
Las cifras son incontestables y un informe de UNICEF hecho público esta semana ha mostrado que la España de Pedro Sánchez se encuentra en una situación de gravísima emergencia social. En este análisis se verifica uno de los temas en los que el gobierno Sánchez no está haciendo absolutamente nada: la vivienda. Como viene haciendo desde 2020, se aprueban medidas que tienen un fantástico titular, pero que no cuentan con una aplicación práctica.
La situación del mercado inmobiliario español, con una especulación salvaje por parte de los grandes fondos y de los ultrarricos, provoca que los niveles de pobreza infantil se disparen hasta casi el 40%. Este dato no es normal para la cuarta economía de la Unión Europea que tiene la mejor previsión de crecimiento de cara a 2024.
Sin embargo, la crisis de 2008 demostró que la buena salud de las cifras macroeconómicas no se corresponde con el bienestar de los ciudadanos. Más bien al contrario, España vive en una situación en la que los que más tienen acaparan la riqueza gracias a que los gobiernos, tanto del PP como del PSOE, no aplican las medidas necesarias para mantener el bienestar de las clases medias y trabajadoras.
Según declaró en rueda de prensa José María Vera, director ejecutivo de UNICEF España, «a pesar de que el PIB ha crecido en España y de que hay una recuperación en el empleo, la pobreza infantil sigue creciendo y ya casi llega al 29%, más que en el periodo 2020-2022, a vivienda se está convirtiendo en un bien menos accesible para muchas familias y es cada vez más un factor importante de incremento de la pobreza infantil. [La infancia] está prácticamente invisibilizada en las políticas públicas relativas a este ámbito».
La España de Pedro Sánchez, según los informes de Eurostat, es la tercera potencia de la Unión Europea en pobreza infantil, sólo por detrás de Rumanía y Bulgaria. Respecto a la población en general, la España de Pedro Sánchez se coloca como cuarta potencia europea de pobreza.
Según los datos de la Encuesta de Condiciones de Vida, del Instituto Nacional de Estadística (INE), el umbral de pobreza mayor es uno de los más elevados de la historia, cifras que quedan constatadas por los datos de Eurostat.
El hecho de que los datos macroeconómicos sean positivos está ocultando que, según la Encuesta de Población Activa, el número de hogares sin ingresos ha experimentado ligeros cambios, en algunos momentos de los gobiernos de Pedro Sánchez una ligerísima disminución, pero, analizando los datos agregados se descubre que no se ha mejorado en este aspecto. Es más, se puede comprobar cómo en el primer gobierno Sánchez ese porcentaje subió.
La situación extrema que provoca el hecho de no tener ningún tipo de ingresos afecta a más de 550.000 familias. Esta situación no es una consecuencia de la pandemia, sino que es algo coyuntural a lo que el ejecutivo de coalición progresista no le ha encontrado, de momento, una solución efectiva. En el año 2019, al menos un 3% de los hogares españoles sufrían una situación extrema de falta de ingresos. Además, las medidas adoptadas tras la pandemia, con nuevas prestaciones, no han servido para mejorar esta situación.
Desde 2019, según los datos del INE, la privación material severa de las familias se ha disparado. Otro «éxito» de Pedro Sánchez. La pandemia, evidentemente, incrementó este indicador. La recuperación económica posterior hubiera determinado, en buena lógica, una mejora. Sin embargo, no ha sido así y, en algunos casos, ha empeorado.
Este agudizamiento de este elemento de la pobreza extrema viene determinado por factores como la incapacidad de mantener una temperatura en la vivienda, de mantener una dieta básica o de hacer frente a gastos imprevistos. El resto de las carencias también empeoran, incluidos los retrasos en los pagos, que es superior al periodo prepandemia.
Las cifras oficiales confirman que hay un grupo de población, que es creciente, que ha sido olvidado por el gobierno actual porque las mejoras de la economía no les llegan. Esto pone a la España en el peligroso camino a la cronificación de la pobreza extrema.
Por eso, los datos no cuadran. Mientras que la renta media familiar se ha incrementado de 16.937 euros mensuales a 19.160, según el INE, la renta neta a precio de mercado se ha reducido de 19.612 a 18.431 euros. Esto demuestra que los incrementos en el salario mínimo, la revalorización de las pensiones o la reforma laboral no está teniendo una eficacia real sobre la economía de las familias.
Desde que Pedro Sánchez está en el gobierno no se han reducido los índices de pobreza. Las familias que se encuentran por debajo del umbral de la pobreza, según el INE, se han incrementado. La tasa de exclusión social ha seguido el mismo camino, lo mismo que el número de beneficiarios titulares de rentas mínimas.
Según los datos del Consejo General del Poder Judicial, desde que Pedro Sánchez es presidente del Gobierno, los desahucios por alquiler se han incrementado en 9 puntos.
Pedro Sánchez no puede seguir permitiendo que en España las clases privilegiadas sigan siendo las máximas beneficiadas de las mejoras de la economía y las clases medias y trabajadoras continúen sobreviviendo con las sobras. Eso no es progresismo, como tampoco lo es el olvido a las necesidades reales de la ciudadanía mientras se priorizan, por interés personal, cuestiones que no dan de comer, como es la Ley de Amnistía.