Pedro Sánchez es tan monárquico como Isabel Díaz Ayuso, Alberto Núñez Feijóo y Santiago Abascal, por citar algunos de los líderes que se han posicionado claramente en favor del mantenimiento de la Monarquía como depositaria de la Jefatura del Estado.
En consecuencia, Pedro Sánchez es el nuevo albacea de la voluntad de Francisco Franco quien, en la Ley de Sucesión de 1947 ordenó la reinstauración de la Monarquía en la persona de Juan Carlos de Borbón.
El dictador dejó escrito en su testamento que «por el amor que siento por nuestra patria os pido que perseveréis en la unidad y en la paz y que rodeéis al futuro Rey de España, don Juan Carlos de Borbón, del mismo afecto y lealtad que a mí me habéis brindado y le prestéis, en todo momento, el mismo apoyo de colaboración que de vosotros he tenido». Sánchez, al igual que sus antecesores en la Secretaría General del Partido Socialista, se han encargado de mantener viva la voluntad del dictador.
Ayer se celebraron los 10 años de la proclamación de Felipe VI como Jefe del Estado, heredero del hombre designado por Franco para sucederle. Pedro Sánchez no dudó en afirmar lo siguiente en sus redes sociales: «Hoy se cumplen diez años de la proclamación de S.M. Felipe VI. Enhorabuena por esta primera década representando y sirviendo a España con ejemplaridad, lealtad y transparencia».
Ese mensaje en nada se diferenciaría de lo que pudieran afirmar tanto Ayuso como Feijóo o Abascal.
Sánchez es un monárquico más y sus hechos así lo demuestran, a pesar de que en el año 2014, unos meses antes de ser elegido como secretario general del PSOE no dudó en publicar un tuit en el que decía «Salud y República».
El amor a la Monarquía de Sánchez se ha demostrado con hechos que son una absoluta traición a los fundamentos básicos de la ideología del PSOE que, hay que reconocer, ha dejado de ser socialista para convertirse en sanchista.
El monarquismo ha llegado a tal punto que Sánchez no ha dudado en alinearse con el PP y Vox para defender a la Monarquía en el Congreso de los Diputados. En septiembre de 2021, cuando ya estaba conformado el gobierno de coalición con Unidas Podemos, el PSOE unió fuerzas con el Partido Popular y la extrema derecha para frenar la tramitación de una iniciativa impulsada por los partidos aliados que apoyaron la investidura de Pedro Sánchez para investigar asuntos relacionados con la Familia Real y que, en esta ocasión, reclamaban esclarecer la cantidad total de dinero público que el Estado destina cada año a sufragar actividades tanto públicas como privadas de la Monarquía.
Los impulsores de la comisión querían investigar «todas las partidas presupuestarias que desde cualquier ministerio o estamento público, directa, indirecta, total o parcialmente, beneficien a la Casa y la Familia Real o a la familia el Rey» y que se determinase la oportunidad, necesidad y legalidad o no de que cada uno de esos gastos.
Entre los objetivos de la comisión de investigación incluían también conocer el número exacto de personas que prestan servicio en dependencias de la Casa Real o pera el cuidado y servicios destinados a los miembros de la Familia Real y la familia del Rey, la tipología o relación contractual de estos trabajadores y su masa salarial.
En especial, los grupos proponentes solicitaban que el Congreso aclarase los gastos de este tipo que se cargan a los Ministerios de Presidencia -incluido Patrimonio Nacional– Defensa, Interior y Asuntos Exteriores.
Pedro Sánchez, como líder del PSOE, fue responsable de esa alineación con la extrema derecha. Para defender a la Monarquía, al parecer, no existe la máquina del fango.
Sin embargo, apenas un mes después de esta barrabasada, el hombre que en 2014 decía «Salud y República» fue mucho más allá e impidió que en el 40 Congreso Federal del PSOE siquiera se votaran las enmiendas relacionadas con la Monarquía.
Sánchez llegó ese 40 Congreso Federal con uno de los puntos que desde la muerte de Franco más enfrenta a las bases con la dirigencia del partido: el modelo de Estado. Desde la muerte de Franco, la dirigencia socialista ha defendido a ultranza a la Monarquía, mientras que la militancia y los votantes son claramente republicanos.
En principio, en ese Congreso debían debatirse una treintena de enmiendas presentadas por Izquierda Socialista, Juventudes Socialistas y el PSC en las que se instaba al partido a avanzar hacia la III República y a la convocatoria de un referéndum sobre el modelo de Estado. Esta pretensión, además, estaba respaldada por muchas agrupaciones y federaciones. Murcia, por ejemplo, llegó a plantear que se votara sobre Monarquía o República en la próxima legislatura como muy tarde.
Todas estas peticiones fueron recogidas en la Memoria de Enmiendas que Ferraz hizo pública en un documento de 1.573 páginas, después de que las citadas enmiendas fueran debatidas y votadas en las distintas asambleas precongresuales de las provincias.
La enmienda de Izquierda Socialista, por ejemplo, señalaba que había que iniciar todos los procesos establecidos por la Constitución para aplicar las reformas necesarias que llevaran a que el pueblo español pudiera acudir a votar democráticamente sobre la Jefatura del Estado. Es decir, que todo lo planteado estaba basado en que fuera el PSOE quien liderara una posición claramente republicana para dar a los ciudadanos la posibilidad que se les hurtó en 1978.
Sin embargo, el hecho de cumplir con lo establecido por la Constitución para la ponencia de la Comisión, liderada por Rafael Simancas, no ha sido suficiente y se ha excluido la enmienda porque fue calificada de desestabilizante. ¿Desestabiliza hacer las cosas como indica la ley? Evidentemente, no. Lo que ocurre es que el PSOE es el principal responsable de que la Monarquía, la institución que Franco decidió que ocupara la Jefatura del Estado, siga donde está.
Una vez finalizado el 40 Congreso Federal, Pedro Sánchez oficializó en una entrevista concedida a la Cadena Ser. «Siempre he dicho que el PSOE es un partido comprometido con la Constitución y sobre la monarquía parlamentaria. No vamos a entrar en el debate de si república o monarquía […] El actual rey está comprometido con su ejemplaridad y es sobrio», afirmó Sánchez.
Estas palabras del hombre que en 2014 defendía el «Salud y República» son muy graves y demuestran que, directamente, Pedro Sánchez traiciona de manera deliberada la ideología y los valores que defiende tradicionalmente el socialismo. Utilizar la socialdemocracia como justificación del mayor giro a la derecha dado por el PSOE en sus más de 140 años de historia ya no cuela.
Pero ahí no acaba la cosa. El PSOE de Pedro Sánchez es el más monárquico de la historia, y eso que tanto el de Felipe González como el de José Luis Rodríguez Zapatero y el Alfredo Pérez Rubalcaba habían dejado el listón muy alto. Esta es una nueva deslealtad o traición al espíritu republicano del Partido Socialista y a la memoria de los cientos de miles de militantes que dieron la vida o que fueron represaliados, encarcelados y torturados por defender la República.
La exministra de Justicia, Pilar Llop, en unos desayunos informativos organizados por Europa Press, volvió a reafirmar el espíritu de defensa absoluta de la Monarquía que se ha convertido en vector de la acción de gobierno de Pedro Sánchez al afirmar que la inviolabilidad de Felipe VI «se puede revisar» aunque «no es el momento propicio».
Es cierto que para reformar la Constitución hay que contar con el PP porque los números no dan, pero también es cierto que el liderazgo político se certifica con la apelación al bien del país que no está focalizado en lo que se ha dado en llamar «razón de Estado», un eufemismo desafortunado y cruel que encubre la protección a las élites, sino en lo que la ciudadanía reclama.
Lo que realmente ocurre es que el PSOE ya es un partido monárquico y Pedro Sánchez tiene una querencia monárquica tendente a la deslealtad y la traición a los principios irrenunciables de un partido político con más de 100 años de historia. El Partido Socialista Obrero Español ha sido y debería ser republicano y, en consecuencia, está obligado a defender que sean los ciudadanos los que tengan la posibilidad de elegir a su Jefe del Estado.
Sin embargo, Sánchez ha elegido el camino fácil de mantenerse como el albacea del testamento de Franco. Como dijo Arturo Pérez-Reverte, Sánchez defenderá al Rey hasta que deje de serle útil. Entonces, tal vez, vuelva a tuitear «Salud y República».