Pedro Sánchez se vuelve a esconder tras una nueva debacle

18 de Febrero de 2024
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Sanchez Galicia

Se podría decir que el Partido Socialista de Galicia ha pagado la factura de las políticas de Pedro Sánchez. Sin embargo, ni la amnistía ni las concesiones a todo lo que pidan los soberanistas y nacionalistas han sido la causa principal de la absoluta debacle tras unos comicios autonómicos separados de unas elecciones municipales. Hay otras causas y mucho más profundas.

Ya se ha convertido en costumbre que Pedro Sánchez se esconda tras una debacle electoral. Es decir, todo lo contrario de lo que se espera de un líder porque los liderazgos se ven en los momentos difíciles no sólo en el triunfo.

Sucedió en Andalucía, en la Comunidad de Madrid, en Euskadi y tras el absoluto fracaso de las elecciones municipales y autonómicas de mayo de 2023. Sánchez, en los malos momentos, se esconde porque debe pensar que el fracaso le debilita mucho más de lo que ya está. Es cierto que ganó en Cataluña, pero porque recogió el voto de Ciudadanos y por la división del voto soberanista.

Anoche lo único que se supo de Pedro Sánchez, tras la debacle gallega, fue un post (tuit) en X (Twitter):

Sánchez no está siendo un buen secretario general para el PSOE. Ganó las elecciones en 2019, las perdió en 2023 aunque pudo gobernar, pero también tiene el sambenito de ser el que obtuvo por dos ocasiones consecutivas los peores resultados históricos del PSOE. Mientras tanto, sus rivales internos, como Emiliano García-Page, continúan obteniendo mayorías absolutas.

A los socialistas, más allá del cierre de filas constantes de parte de una parte su militancia, Sánchez los está llevando al abismo. Todavía está por ver el coste que tendrá que pagar por la sumisión al soberanismo y por la ley de amnistía. Estos dos factores no han tenido un impacto directo en los resultados en Galicia, pero los tendrán y no habrá que esperar mucho para la próxima debacle.

No hay más que ver la evolución de resultados en Galicia desde que Pedro Sánchez es secretario general del PSOE. Se ha pasado de 18 escaños en 2012 a 9 en 2024 y se ha perdido un 30% de los votos.

Hay factores que sí que han impactado. Por un lado, está el antisanchismo que es un fenómeno que cala no sólo entre los ciudadanos más conservadores o de extrema derecha, sino entre los propios nichos de votantes socialistas. Sánchez cae mal y lo que dice o hace no gusta porque los efectos de lo prometido no se ven.

Por otro lado, está fenómeno que explica el enorme crecimiento de los partidos nacionalistas de tendencia progresista, no sólo en Galicia, sino en otros muchos territorios. Estas fuerzas están demostrando lo que la gente espera de la izquierda: cercanía en el trabajo y búsqueda de soluciones reales a los problemas reales. Ese fenómeno es el que ha impactado con el BNG y en Euskadi con Eh-Bildu. Se han dejado en un segundo término las reclamaciones territoriales para centrarse en las necesidades de la ciudadanía.

Es decir, todo lo contrario a lo que están haciendo los partidos y los líderes socialdemócratas cuando tienen responsabilidades de gobierno. El crecimiento de estas formaciones nacionalistas está demostrando que la política de izquierda se empieza desde abajo, priorizando a los de abajo frente a los grandes asuntos que sólo benefician a la minoría privilegiada.

Esto es un elemento que la socialdemocracia ha olvidado con el paso por el gobierno de los diferentes países. No hay más que ver cómo están ahora: al borde de la extinción.

Sin embargo, no hay análisis ni autocrítica. Se prefiere el pragmatismo que sólo beneficia a las minorías privilegiadas y se olvida los problemas reales de la gente real. Hay que recordar la primera gran foto de Pedro Sánchez con otros líderes socialdemócratas para entender la situación. En la «Cumbre de las Camisas Blancas» el actual secretario general del PSOE aparecía eufórico junto a Manuel Valls, defensor del socialismo pragmático y de la muerte de la ideología, y Matteo Renzi, el hombre que no dudó en pactar con la derecha italiana para que un ex directivo de Goldman Sachs y ex presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, fuera primer ministro de Italia. Esto abrió la puerta a la victoria de Giorgia Meloni y de la extrema derecha junto a Matteo Salvini y del fallecido Silvio Berlusconi.

En apenas 7 meses Sánchez tenido dos serios avisos de que tiene que aparcar de una vez el sanchismo para centrarse en el socialismo real. Los grandes asuntos no pueden priorizarse ante las necesidades y los problemas reales de las clases medias y trabajadoras. Una Presidencia de la Comisión Europea o una Secretaría General de la OTAN no pueden alcanzarse generando tanto dolor.

Feijóo también pierde

El Partido Popular ha obtenido una victoria sin paliativos y ha mantenido la mayoría absoluta. Sin embargo, el PP también tiene espacio para hacer autocrítica, porque los escaños que ha perdido han ido a parar al nacionalismo de izquierdas y al localismo ideológicamente indefinible.

El PP ha ganado, pero Alberto Núñez Feijóo ha perdido dos escaños respecto a los resultados de 2020. Esto es la consecuencia de querer llevar la política nacional a comicios en los que se juegan otras muchas cosas. Es decir, alejarse de la política real.

Eso sí, hay que reconocer que los directores de campaña del Partido Popular se dieron cuenta de que el camino de tratar sólo la política nacional les ponía en peligro la mayoría absoluta. Por eso, se produjo un cambio radical en el que la amnistía, el sanchismo o las cesiones del gobierno a los soberanistas catalanes desapareció. Esto debería hacer pensar que no todo es Pedro Sánchez, sino que hay muchas más cosas que la derecha tiene la costumbre de olvidar.

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