La macroeconomía es la mejor herramienta de los políticos para intentar engañar a los ciudadanos, o para justificar una gestión que la propia realidad muestra que es ineficiente. Eso es lo que sucede con Pedro Sánchez. El presidente del Gobierno es un hombre tan pagado de sí mismo que no puede aceptar que las cifras oficiales que afectan a la vida real de los ciudadanos no se corresponden con lo que dicen sus aparatos de propaganda.
Es cierto que España es la economía que más crece en la Unión Europea, así lo confirman las propias instituciones comunitarias y el FMI. No se puede negar tampoco que esos datos macroeconómicos están muy por encima de algunas de las grandes potencias mundiales. Sin embargo, tal y como demuestran otras cifras también oficiales, ese crecimiento no llega a las familias españolas, no hay una trasposición directa con un incremento del bienestar.
En un mundo marcado por la inestabilidad, con una inflación latente, el crecimiento de la renta per cápita no se ajusta a la subida de los precios lo que, en consecuencia, incide en que las clases medias y trabajadoras españolas se están empobreciendo rápidamente, tal y como muestran las cifras oficiales de la Comisión Europea.
Pedro Sánchez lleva gobernando desde el año 2018, con una sociedad que aún no se había recuperado de la crisis económica de 2008. La concatenación de ese escenario con las consecuencias de la pandemia y de la crisis energética derivada de la invasión ilegal de Ucrania por parte de la Rusia de Vladimir Putin ha demostrado la incapacidad de Sánchez conseguir la recuperación absoluta de la prosperidad perdida tras la gran crisis. La gente hoy vive mucho peor en España que durante el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, y eso es mucho decir.
También es innegable que el actual gobierno tiene buenas intenciones pero que no están permitiendo un retorno adecuado. La pobreza aumenta a niveles nunca vistos, los comedores sociales y los bancos de alimentos no dan abasto para acometer la cada vez más elevada demanda de ayuda para sobrevivir de los hogares. La vulnerabilidad ya no es una cuestión de familias marginadas, sino que se ha instalado en las clases medias y trabajadoras que ven que sus ingresos son absolutamente insuficientes para la supervivencia. El empleo que se crea cada vez es de peor calidad, con menor salario.
Esa situación de crisis social se constata en los propios datos macroeconómicos. La renta per cápita en España apenas crece, por más que se haya subido el salario mínimo. En concreto, según indican los datos oficiales, la España de Sánchez está a la cola de Europa, sólo superada por Grecia. Grandes potencias como Bulgaria, Letonia, Estonia, Lituania o Rumanía (valga el sarcasmo) han tenido un incremento mayor de la renta per cápita que la España de Sánchez, por no hablar de Alemania, Francia o Italia, que son los parámetros en los que se debería mover España.
Desde que Pedro Sánchez es presidente del Gobierno la renta per cápita de los españoles ha pasado de 25.950 euros anuales a 32.630, es decir, un incremento de 6.680 euros. Esta cifra coloca a España en la posición 26 de la UE. Sólo Grecia está por debajo. Estos no son datos aceptables para la supuestamente cuarta economía de la Unión.
La primera potencia europea, Alemania, tuvo un incremento de 9.430 euros, mientras que Francia alcanzó los 7.550 euros por año e Italia 7.490 euros. España, debería estar, por lo menos, en ese rango.
La clasificación de crecimiento de la renta per cápita está liderada por Irlanda (30.950 euros), seguida de Luxemburgo (20.020 euros), Países Bajos (17.2060 euros), Dinamarca (14.280 euros), Bélgica (11.650 euros), Malta (11.110 euros) y Lituania (10.690 euros).
Por abajo, además de Grecia y la España de Pedro Sánchez, está Portugal, con un incremento de la renta per cápita de 6.830 euros, Letonia (6.990 euros), Suecia (7.110 euros), Eslovaquia (7.230 euros), Finlandia (7.280 euros) y Hungría (7.400 euros).
Este escenario, además de los informes constantes de organismos oficiales, tanto españoles como europeos, demuestra el gran fracaso de Pedro Sánchez. Está consiguiendo el crecimiento macroeconómico, cierto, pero es absolutamente incapaz de trasladarlo a la ciudadanía, a las clases medias y trabajadoras que sostienen el país y a las que se les paga con precariedad y pobreza. Menos fango, menos conspiraciones y más pan.