Uno de los puntos de actualidad de este inicio de año ha sido el inicio de una serie de actos conmemorativos de la muerte de Francisco Franco, el dictador genocida que gobernó durante casi cuatro décadas con mano de hierro, imponiendo una represión absoluta contra cualquiera que pudiera ser una amenaza o mostrara oposición. Evidentemente, los más afectados fueron los partidos políticos de todo el arco ideológico pero, sobre todo, el PSOE y el PCE.
Esta represión se agudizó en las primeras 3 décadas de dictadura. Sin embargo, en los últimos años el régimen mantuvo una dura represión pero con condicionantes y excepciones. El franquismo político no murió en la cama como su fundador, como pretenden hacer creer ahora el gobierno en un ejercicio de revisionismo absolutamente irresponsable, sino que la democracia inició sus pasos un año después de la muerte del dictador, en concreto, el 18 de noviembre de 1976 con la aprobación de la Ley de Reforma Política.
Posteriormente, hubo un referéndum el 15 de diciembre de ese año y unas primeras elecciones generales en junio de 1977. Ahí sí que se inició la democracia con esa legislatura constituyente cuyos trabajos culminaron en diciembre de 1978 con la aprobación por el pueblo español y la posterior sanción por parte de Juan Carlos I de la Constitución Española. Ahí sí que se puede dar por datado el inicio de la España democrática.
Colocar el inicio de las libertades con la fecha de la muerte en la cama de Franco es un ejercicio de ignorancia y de revisionismo de la historia, y no está muy bien que se pretenda manipular o mentir sobre hechos históricos tan recientes y que están perfectamente datados.
No podía haber democracia en ese periodo entre noviembre de 1975 y las primeras elecciones de junio de 1977 porque en ese año y medio la represión continuaba, porque el primer gobierno de la Monarquía estaba presidido por un señor al que apodaron «Carnicerito de Málaga» por la represión sangrienta que aplicó en la capital de la Costa del Sol.
Tampoco se puede hablar de una España en libertad, como hace el presidente del Gobierno, cuando los comandos terroristas de ultraderecha campaban con total impunidad, como se pudo comprobar con el asesinato del estudiante Arturo Ruiz, la masacre de Montejurra con la absoluta connivencia y complicidad de las Fuerzas de Seguridad del Estado (documentos que, por cierto, el gobierno de Sánchez aún no ha desclasificado), o, sobre todo, la ejecución de los abogados laboralistas de Atocha.
Tampoco se puede hablar de libertad durante el periodo de noviembre de 1975 a junio de 1977 cuando hasta la Semana Santa de aquel año había partidos políticos prohibidos en España y se tuvieron que hacer verdaderos quiebros jurídicos (alguno de ellos cogido con pinzas) para que el PCE fuera legalizado.
Del mismo modo, Sánchez no puede hablar de una España en libertad cuando había sindicalistas y políticos en la cárcel.
El PSOE y el régimen franquista
Es innegable que el Partido Socialista Obrero Español fue totalmente represaliado por el franquismo. Muchos hombres y mujeres del PSOE fueron encarcelados y torturados en las prisiones franquistas. Otros tantos tuvieron peor suerte y fueron sometidos a consejos de guerra y ejecutados.
Sin embargo, durante el tardofranquismo eso cambió, incluso antes del atentado en el que fue asesinado Carrero Blanco. En los años previos a la muerte del dictador, Felipe González mantuvo contactos con los servicios de inteligencia de la dictadura para tranquilizar al franquismo sobre el posicionamiento del Partido Socialista frente a un proceso de apertura.
La personalidad de «Isidoro», el entonces líder de los socialistas, dejó tan tranquilo al régimen franquista que éste aplicó una represión light a los socialistas si se compara con la que sufrieron los miembros del Partido Comunista o de Comisiones Obreras. Así se cuenta en el libro La CIA en España, de Alfredo Grimaldos.
Por su parte, el comisario Manuel Ballesteros confesó a la periodista Pilar Urbano que «entre 1964 y 1975 estuve precisamente en la información del mundo universitario, muy estrechamente relacionado con la política entonces clandestina. Y lo que viví fue que, a partir de cierto momento, la dictadura propició el resurgir del PSOE, para ahogar al PCE […] A los socialistas no se les detenía, a los comunistas, sí. Estando yo en la Brigada Social, esa era una indicación de los mandos. Más aún: la policía no sólo miraba para otro lado, haciendo la vista gorda, sino que a veces ayudaba a pasar la valija con la propaganda y los documentos internos del partido que los de Rodolfo Llopis (el PSOE del exterior) enviaban de allá para acá».
Este comisario apareció implicado en la guerra sucia contra ETA durante la época de Adolfo Suárez y en la época de Felipe González fue nombrado jefe del Mando Unificado de Lucha Contraterrorista (MULC), durante los años de actuación de los GAL.
Por otro lado, un comandante del Servicio Central de Documentación (SECED) reconoció que se iniciaron conversaciones entre la cúpula socialista del interior y los servicios de inteligencia franquistas, reuniones en las que se encontraba Felipe González, según consta en informes redactados después de cada encuentro.
«Nuestra impresión entonces era que el líder ideológico, el que pensaba más largo, más rápido y con más calado era Pablo Castellano. El mayor peso moral lo tenía Nicolás Redondo. Felipe González nos pareció un conversador ágil, brillante, con ‘charme’. Pero, de pronto, sacó un largo Cohiba, lo encendió con parsimonia y se lo fumó como un sibarita. A mí ese pequeño detalle me chocó, me extrañó. Era un trazo burgués que no encajaba con sus pantalones vaqueros, ni con su camisa barata de cuadros, ni con su izquierdismo. En mi informe oficial no mencioné esa bobada del habano ni lo que me sugirió. Pero en mi agenda privada de notas sí que escribí: ‘Felipe González, el sevillano, parece apasionado, pero es frío. Hay en él algo falso, engañador. No me ha parecido un hombre de ideales, sino de ambiciones’», afirmó este comandante a Pilar Urbano.
«En el SECED nos propusimos empezar a reunimos con ellos –recuerda el comandante–, para ver hasta dónde llegaba su izquierdismo, su ímpetu revolucionario, su afán izquierdista… y tratar de acercarlos hacia posiciones más templadas, menos radicales, más en la línea de la moderación pragmática que les recomendaba Willy Brandt».
Para el Congreso de Suresnes, por ejemplo, González y el resto de los miembros de la dirección consiguieron llegar a Francia gracias al apoyo del Servicio Central de Presidencia de Gobierno, es decir, de Carrero Blanco, que les proporcionó los pasaportes. En una reunión con Nicolás Redondo los servicios de seguridad del franquismo le instaron a dar un paso atrás para dejar el camino libre a Felipe González, por ser un líder más joven y con características que interesaban al régimen.
El favor internacional al PSOE
Diario16+ ha publicado en los últimos años diferentes documentos de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de los Estados Unidos en los que se demostraba el perfil puramente conservador de Felipe González, el líder político que, a lomos de las siglas del PSOE, se presentó ante la ciudadanía española como el garante de las esencias de la izquierda.
Uno de esos documentos tranquilizaba a la Administración ultraconservadora de Ronald Reagan sobre las consecuencias que tendría para Estados Unidos la llegada del PSOE al poder. Los servicios de inteligencia norteamericanos calificaron a González como un político con un posicionamiento ideológico más conservador que el de los partidos socialdemócratas de Alemania o Suecia, es decir, más próximo a la derecha que a la izquierda que tanto temían los estadounidenses.
«Los socialistas comenzarán aplicando políticas más moderadas que las desarrolladas por la mayoría de los partidos de centro izquierda en Europa occidental», indica el informe que, más adelante vuelve a incidir en los propósitos conservadores de Felipe González: «Si los intentos de los socialistas de acomodarse a los intereses conservadores se vuelven inútiles, podrían desarrollarse demandas sobre el liderazgo del partido para moverse hacia la izquierda».