Desde hace más de un año, Diario16, a través de múltiples análisis, ha venido denunciando que la codicia corporativa era la causa principal de la elevada inflación que está sufriendo la ciudadanía. Ahora, el Banco Central Europeo (BCE) ha confirmado en una reunión privada que esto ha sido así.
Según Reuters, citando a fuentes presentes en dicho encuentro, que tuvo lugar en Finlandia, al lado del Ártico, las cifras demuestran que el incremento de los márgenes de beneficios de las empresas han aumentado, en lugar de reducirse, que sería lo más lógico en un escenario como el actual. Por tanto, la inflación está provocada, precisamente, por la codicia corporativa que ha aumentado de manera artificial los precios de la energía, los alimentos y otros productos básicos.
El BCE ha señalado con claridad que las empresas han estado elevando los precios por encima de sus costos a expensas de los consumidores y las clases medias y trabajadoras.
Empobrecimiento de los trabajadores
En la Zona Euro los salarios están subiendo una media muy inferior a la inflación provocada por la codicia corporativa. Esto, según el BCE, está generando un empobrecimiento medio del 5% de la ciudadanía.
En España, la supuesta cuarta economía de la Eurozona, la situación es mucho más grave, dado que se pagan salarios por debajo de los niveles de pobreza, por lo que el incremento artificial de los precios por parte de las grandes corporaciones de todos los sectores ha tenido un impacto mucho mayor.
El vicepresidente del BCE, Luis de Guindos, en vez de atacar a las grandes empresas advirtió sobre las reivindicaciones de las clases medias y trabajadoras. En concreto, afirmó que el supervisor de la Eurozona debía tener mucho cuidado por si los sindicatos exigen subidas salariales.
El BCE es muy reticente a hablar de los beneficios desmesurados de las grandes empresas. Esto es un modo de complicidad con la codicia corporativa, aunque ya se ha dado el paso del reconocimiento del grave problema que esto supone.
El discurso de las grandes empresas no cuela
Muchas grandes corporaciones afirman en ampulosos comunicados que sus incrementos excesivos de precios fueron necesarios para mantenerse al día con los costes externos, incluso cuando estas empresas informaron su año más rentable en casi cinco décadas.
Por otro lado, muchas de las mismas empresas que dicen que estaban en deuda con las fuerzas del mercado cuando subieron los precios presentaron miles de millones en beneficios adicionales, generosos dividendos para nuevos accionistas y grandes variables para sus directores ejecutivos. Ni cuadra ni cuela.
Cuando los precios que cobran las grandes empresas superan con creces el coste de hacer negocios, eso se llama codicia, simple y llanamente. Está claro que las corporaciones no han compartido la carga que las familias cotidianas han soportado durante la pandemia y la recuperación económica y, en cambio, han trasladado innecesariamente aún más costes a los consumidores.