El calentón de Sánchez

22 de Mayo de 2024
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Sánchez ha tomado una decisión arriesgada al retirar a la embajadora de España en Argentina. Sin duda, una medida en clave presidencialista, ya que la cuestión no ha pasado por el Parlamento, sede de la soberanía nacional, que es donde debería dirimirse este tipo de asuntos de Estado. Es evidente que los insultos de Javier Mileien la convención ultra de Vox, donde el anarcocapitalista llamó corrupta a Begoña Gómez, esposa del presidente español, son intolerables y no podían caer en saco roto. Alguna respuesta debía dar Moncloa, ya que la afrenta era demasiado grave y el silencio administrativo en este caso dejaba a nuestro país como un pueblo timorato y sin sangre sometido al primer bocachanclas que pasa por Madrid.

Pero cabe preguntarse si el grado de esa reacción, el cierre de facto de nuestra delegación en Buenos Aires, ha sido el más ajustado o proporcionado. Y ahí es donde surgen las dudas. Hay en juego muchos intereses económicos entre ambos países, además de las buenas relaciones de amistad y los lazos culturales compartidos por pueblos hermanos. De ahí que algunas voces en el propio Gobierno empiecen a preguntarse si todo este quilombo, todo este cuerpo a cuerpo entre dos machos alfa, con medidas drásticas, no se nos estará yendo de las manos.

Milei es persona con capacidades mentales de dudoso funcionamiento que hoy la monta aquí, mañana allá. Un bronquista profesional. Obrador, Petro y hasta el papa Francisco han probado ya su látigo esquizofrénico. La mejor terapia contra este tipo de individuos sin medicar es la fina ironía, mano izquierda (nunca mejor dicho) y saber lidiar. Exigir educación a alguien que no la tiene es absurdo. Y bajarse al barro para pelear con él con sus mismas armas, el insulto y la descalificación, nos equipara en salvajismo con el personaje. Ahí radicó el grave error de Óscar Puente, que debería guardarse su ingenio tuitero, ese que está acarreando más problemas que soluciones al país. ¿Qué ganaba España con decirle a Javier Milei que es un dipsómano sin rehabilitar? Nada, más que hacer temblar al Íbex y la balanza comercial. Las multinacionales españolas poseen gigantescas inversiones en aquellas tierras, que no podemos arruinar solo porque a un mermado o tronado le dé por mentarle la mujer al presidente. Si empezamos a cerrar embajadas y consulados cada vez que a un fascista le da por ciscarse en los zurdos o faltarle a la santa de no sé quien, terminaremos solos en el mundo, como aquella España autárquica de Franco. Las cancillerías de la comunidad internacional están llenas de friquis trumpizados con los que es preciso convivir. Por tanto, piano piano, templanza, a cada lunático su medicina.

Que Sánchez es un hombre enamorado dispuesto a abandonarlo todo, incluso su carrera política y su cargo de presidente, ya lo sabemos. Y es loable querer dejarlo todo por amor. A fin de cuentas, es su vida y puede hacer con ella lo que quiera. Pero en este caso de la crisis con Argentina, más bien con Milei, ya no se está jugando solo el honor de una esposa mancillada y la integridad de un amante fiel. Está en el aire un buen pellizco del PIB, el que garantiza las exportaciones e inversiones, palabras mayores, y eso nos afecta a los 47 millones de mortales de este país. Sánchez ya solo gobierna para Begoña, o sea un Quijote de la política colado por su Dulcinea, pero cuando el contencioso internacional nos toca a cada uno de nosotros en el bolsillo, poca broma, poco idealismo y poco amor. Debería imponerse la razón de Estado y la cordura.

En política las cosas no funcionan con tragedias y sentimentalismos; se impone la razón, no el calentón, y el premier socialista debería empezar a pensar ya en echar agua fría a esta pijada organizada por un inadaptado o gamberro antisocial, un tonto o un loco (tanto nos da), con ganas de reventarlo todo. Hay demasiadas cosas en juego. La economía española va como un tiro, en buena medida gracias a una política bien planificada. Todo lo contrario que las cuentas argentinas, que desde que entró el fulano de la motosierra en la Casa Rosada, el tío de la matanza de Texas, están al borde de la bancarrota. Dos meses en el poder y ya se huele a convulsión social, a hambre, a corralito. Dejarnos enredar por un chiflado delirante sin nada que perder (a quien Sánchez ha convertido en el Leo Messi de la política internacional), dejarnos arrastrar por el navajeo propio de un macarra sin oficio ni beneficio, llegando incluso a las manos del enfrentamiento diplomático, solo beneficia al loco. Esa es la trampa que le ha tendido Abascal al presidente del Gobierno, esa es la celada en la que Sánchez, pese a sus buenas aptitudes como estratega, ha caído como un pardillo. Y otra cosa más decimos: llevar este absurdo affaire a la UE solo nos traerá más problemas y complicaciones, además de unas risas, las de los opulentos financieros de Flandes (también con intereses en la Argentina) que no moverán un solo dedo para dar la cara por nosotros ante el boludo autócrata bonaerense. Al contrario, ya piden palomitas de maíz para entretenerse cómodamente con esta ópera bufa o culebrón caribeño entre hermanos latinos.

Estamos en el siglo XXI y no deberíamos abrir conflictos diplomáticos alegremente como en aquella magnífica película de los Marx, Sopa de ganso, en la que los fatuos caballeros de Libertonia y Sylvania van a la guerra por cualquier estupidez, soliviantados y exigiendo una satisfacción tras atizarse con el guante blanco de seda en la mejilla. Los españoles ya tenemos bastantes problemas como para convertirnos en los nuevos ingleses embarcados en otra guerra de las Malvinas con los argentinos, solo que esta vez el premio no es la colonización de un lejano territorio, que podría tener su sentido, sino la mísera ganancia del orgullo, no ya de una nación que asiste estupefacta al espectáculo, sino el de un solo hombre que, llevado por la furia despechada y la ira confusa, puede terminar creyendo que el Estado es él. Lo mejor cuando uno se topa con un tronado es apartarse y dejar que siga avanzando como pollo sin cabeza, delirantemente, como el azar ciego, ese borracho que va trazando el destino estúpido de la vida, ya la dijo Luis Cernuda, hasta que termine dándose de bruces contra el muro de la realidad. No se puede reeducar a un pequeño inadaptado ultra, rabioso y fanatizado. Abra la embajada otra vez, señor Sánchez, y céntrese en las europeas. Que aquí al lado, a la vuelta de los Pirineos, tenemos lunáticos mucho más cercanos y peligrosos que ese pelotudo del otro lado del Charco que solo busca un altavoz y su minuto de gloria.

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