El PP gobernará Galicia porque quiere y puede

18 de Febrero de 2024
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El PP de Rueda: una red de nepotismo y oscurantismo en la Xunta
El PP de Rueda: una red de nepotismo y oscurantismo en la Xunta

El Partido Popular es a Galicia lo que Santiago a los peregrinos: una simbiosis indestructible así lleguen las diez plagas de Egipto a la Costa da Morte. Por quinta convocatoria electoral consecutiva y ya sin la presencia de Alberto Núñez Feijóo como líder que ha encadenado cuatro mayorías absolutas en los últimos 15 años, el partido que fundara Manuel Fraga ha vuelto a revalidad la mayoría absoluta en las autonómicas de este 18-F casi sin despeinarse, pese a los desbarres continuos de una desastrosa campaña electoral, originados por deméritos propios directamente desde la dirección nacional del partido con su actual líder a la cabeza como principal instigador, cuando todo parecía que el adelanto electoral pulsando el botón rojo desde Génova 13 se convertiría en una prueba de fuerza del PP en plena ofensiva contra la ley de amnistía que negocian PSOE y Junts.

Al final todo ha sido poco menos que un susto de niños para el PP cuando se preveía que la fiesta estaba más que asegurada desde antes de comenzar a jugarse el partido, pasara lo que pasara, diluviara lo que diluviara en medio de una izquierda multifragmentada y un PSOE severamente castigado por una candidatura fallida cuando se jugaba el todo por el todo en plena negociación de la amnistía al independentismo catalán.

El PP confirma con estas autonómicas que Galicia es su territorio natural por excelencia y no hay nada, ningún imprevisto –que los ha habido en cantidades exorbitadas– que haga peligrar un gobierno por mayoría absoluta del PP. Pese a jugárselo prácticamente todo desde que fracasara el 23-J en su intento de asaltar la Moncloa, Núñez Feijóo se echó estas elecciones gallegas a sus espaldas de forma unipersonal, y el ‘match ball’ le ha dado la razón, aunque por el camino Alfonso Rueda se haya dejado dos diputados respecto a los 42 logrados en las gallegas de 2020. Ni siquiera el garrafal error de esa enigmática fuente del máximo nivel del PP que dejó entrever que contempló “menos de 24 horas” la posibilidad de conceder también una amnistía a los investigados por el procés catalán ha erosionado la férrea fidelidad que el electorado gallego tiene hacia el PP.

Los populares vuelven a revalidad la mayoría absoluta en las autonómicas del 18-F de forma holgada, pese a los desbarres continuos de una cuestionable campaña electoral, originados por los deméritos propios provocados por la dirección nacional

Mientras, la derecha de la derecha, ni está ni se la espera en Galicia. El PP se basta solo para acaparar todos los deseos conservadores y ultraconservadores de una tierra que ha exportado a la política nacional relevantes dirigentes a la historia de este país en las últimas décadas, con mayor o menor fortuna democrática. Tan fuerte es el PP en Galicia que ni siquiera un candidato que ha sido ninguneado de forma sonrojante por sus propios dirigentes nacionales en la confección de esta campaña electoral ha servido para darle la más mínima opción de gobernar a un bloque de izquierdas, con el BNG de Ana Pontón imparable hacia arriba y un PSOE desbocado hacia abajo, con lo que lo comido por lo servido no ha ofrecido opción alguna a las izquierdas para ofrecer en su conjunto un resultado apabullante de derrota en su globalidad.

Este triunfo sirve a Núñez Feijóo para apuntarse un decisivo tanto cuando más necesitado estaba de ello tras los fallos en la estrategia del PP con el conflicto catalán. Galicia ha servido de balón de oxígeno a un partido que gobernará otros cuatro años en su comunidad autónoma por excelencia porque sabe y quiere. Nada que ver con el propio Feijóo tras el 23-J, que no gobierna España porque ni quiso ni supo hacerlo.

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