La desaparición definitiva de Ciudadanos del espectro político en Andalucía es cuestión de tiempo, poco tiempo a tenor de las últimas desbandadas. A la vista del abandono generalizado tras la debacle del 19-J pasado, ni siquiera aguardarán a las próximas elecciones municipales de mayo de 2023 para que alguien apague la luz y cierre la puerta de una historia fulgurante y fugaz que ha servido a la formación naranja para gobernar en Andalucía durante los siete últimos años desde junio de 2015, los tres primeros en coalición con el PSOE y los cuatro últimos con el Partido Popular. Ahora una gestora se hace cargo de un barco a la deriva del que ni siquiera su ex líder Juan Marín quiere ya saber nada, mientras deshoja la margarita sobre si acepta o no los tientos de su ex jefe, el presidente andaluz, Juan Manuel Moreno Bonilla.
Las últimas incorporaciones en tropel de ex altos cargos de Ciudadanos al ejecutivo monocolor de Moreno Bonilla han sido las de los ex portavoces en el Parlamento de Andalucía Sergio Romero y Teresa Pardo. El primero ingresa en el equipo de Moreno Bonilla –que suma más altos cargos que incluso el ejecutivo socialista de Susana Díaz– como nuevo responsable provincial del Instituto Andaluz de la Juventud en Cádiz, dependiente de la Consejería de Inclusión Social, Juventud, Familias e Igualdad, de la popular Loles López, y la segunda como delegada territorial de Justicia, Administración Local y Función Pública en Málaga. Incluso hay ex dirigentes de Ciudadanos en Andalucía que directamente se han afiliado ahora al PP, como el caso del nuevo delegado de Justicia de la Junta en Sevilla, Javier Millán.
Moreno Bonilla ha logrado sumar a su abultado equipo de altos cargos del actual Gobierno monocolor a todos los ex dirigentes de C’s que ha pulsado, a excepción del propio Marín
Romero anunció su baja del partido naranja a las dos semanas de que Ciudadanos se quedara sin representantes en la Cámara autonómica, tras pasar de 21 diputados a desaparecer por completo del Hospital de las Cinco Llagas de Sevilla. Argumentó en su marcha de Ciudadanos que se sentía “más valorado fuera que dentro” del partido.
Su compañera en la formación naranja y ahora también en el ejecutivo del PP de Moreno Bonilla, Teresa Pardo, también se dio de baja de Ciudadanos en julio, poco después de que la formación de Inés Arrimadas pasara de haber obtenido en 2018 más de 660.000 votos y 21 diputados a sólo 120.000 sufragios este pasado junio y cero representantes en el Parlamento andaluz. Era la mano derecha del también ya ex líder andaluz del partido, Juan Marín, al que el propio Moreno Bonilla ha ofrecido reiteradamente que acepte ingresar en su nutrido equipo de altos cargos. El ex vicepresidente andaluz en dos ocasiones se ha negado por el momento.
Otras bajas notables de Ciudadanos en Andalucía han sido las del ex consejero de Educación Manuel Alejandro Cardenete, que sustituyó en el cargo al fallecido Javier Imbroda, y la de la ex titular andaluza de Igualdad Rocío Ruiz, del sector crítico.
Cantos de sirena a Marín
Y todo ello sin contar con la espantada previa dada en mayo por otras voces díscolas en el seno del propio partido naranja como la de Fran Carrillo, otro ex portavoz parlamentario en Andalucía que mantuvo una agria disputa con el propio Marín por el liderazgo de la formación en la comunidad andaluza. También la ex portavoz Mónica Moreno abandonó el barco sin ni siquiera esperar la debacle de junio pasado.
De este modo, Moreno Bonilla ha logrado sumar a su equipo abultado de altos cargos del actual Gobierno monocolor a prácticamente todos los ex dirigentes de Ciudadanos que ha pulsado, a excepción del propio Marín, que deshoja la margarita después de una larga vida política de servicio público en diferentes formaciones. Ahora sopesa si dar el paso al sector privado mientras los cantos de sirena aún suenan para que entre en la Junta de nuevo.