España en el laberinto de Castilla y León (I)

17 de Enero de 2022
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Cortes regionales CyL

El sorprendente adelanto electoral en Castilla y León hace saltar por los aires el gobierno de coalición PP-Cs, modélico según sus medios afines. Las réplicas del terremoto en Valladolid se sintieron inmediatamente en Madrid pillando a las formaciones políticas con conflictos internos, de crisis de identidad y hasta de supervivencia en un 2022 que se preveía despejado de citas electorales.   

Cuando el pasado 20 de diciembre el Presidente de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco anunció en rueda de prensa la disolución de las cortes y la convocatoria electoral para el próximo 13 de febrero, el primer sorprendido fue su hasta entonces Vicepresidente, Francisco Igea, que se enteró de la decisión en directo mientras mantenía una entrevista radiofónica.  

A diferencia del gobierno de ambas formaciones políticas en Madrid y de la nula relación entre IsabelDíaz Ayuso e IgnacioAguado, desde el principio,  Mañueco e  Igea se habían empeñado en vender una imagen de unidad, de cohesión interna del gobierno de la Junta muy en la línea de Juan Manuel Moreno Bonilla y Juan Marín en Andalucía. La sintonía personal entre ambos como signo de identidad de una unidad de gobierno inquebrantable que seguía la hoja de ruta del acuerdo programático suscrito entre PP y Cs.

A diez días de acabar el 2021, un año muy convulso desde el punto de vista político con una moción de censura fallida en Murcia, la dimisión del vicepresidente Pablo Iglesias para enfrentarse en Madrid a Díaz Ayuso, el  aplastante triunfo de los populares rozando la mayoría absoluta y el destierro político de Ignacio Aguado y de los naranjas del gobierno regional y del parlamento autonómico, presuponía para los partidos un periodo de tregua para el presente 2022 cuya única cita electoral sería en Andalucía en el otoño. Nada más lejos de la realidad.

 Así como la fallida moción de censura en Murcia de PSOE-Cs provocó que la Presidenta de la Comunidad de Madrid forzara el adelanto electoral por temor a una réplica en la capital, la patada al tablero de Fernández Mañueco de finales de año hizo saltar las fichas por los aires. Mientras tanto, en Madrid el resto de jugadores intentaban cogerlas del suelo pero sin manos; estaba a sus cosas, conflictos de liderazgo, reconfiguración de espacios electorales, crisis de identidad, de supervivencia, centrados en la gestión de la pandemia, etc.

En pocas palabras, las elecciones castellanoleonesas, como se dice habitualmente “les pilló con el pie cambiado” pero con un matiz; no a todos por igual.

Guerra de guerrillas en el PP

Sobre si Fernández Mañueco convocó elecciones por el calendario judicial que se le avecina ya se ha hablado mucho y, de que ha querido “hacer un Ayuso” para dar la estocada final a Ciudadanos, también. Por este motivo, está de más insistir en ello.   

Sin embargo, no es menos importante que Castilla y León dista de ser Madrid, tanto en las características de la población (distribución geográfica, edad, actividad económica, etc.), como en organización administrativa (es multiprovincial y donde el reparto de escaños es menos proporcional).

El adelanto electoral de Díaz Ayuso surgió, por un lado, como pulso a la dirección nacional de Pablo Casado y,  por otro para deshacerse de un socio incómodo, Ciudadanos, en la figura de Ignacio Aguado.

La ruptura del gobierno de Castilla y León nace por interés propio de Fernández Mañueco frente a los procesos judiciales abiertos que se resolverán previsiblemente este año pero, sin duda, también propiciada desde Génova 13 para neutralizar el triunfo del 2M de la Presidenta de la Comunidad de Madrid que ya no sólo pretende disputar el liderazgo de la federación regional sino que, con el apoyo de algunos sectores mediáticos, busca ser la alternativa al actual líder nacional Pablo Casado. Esta es la razón por la que Casado se niega a entregar la llave de la dirección madrileña a Díaz Ayuso y ha puesto como parapeto al alcalde de Madrid y portavoz nacional del partido,Martínez Almeida, en una batalla en la que no se le ve muy entusiasmado ni cómodo.

Y como en toda guerra hay bandos: por un lado, la dirección nacional con Teodoro García Egea, mano derecha de Casado, bloqueado en Whatassap por la presidenta madrileña; por otro, Diaz Ayuso y su inesperada aliada, CayetanaÁlvarez de Toledo, que desde su salida por la puerta de atrás de la portavocía del grupo popular en el Congreso, no ha hecho más que despotricar contra el secretario de organización.

Y si desde hace 15 días todo dirigente popular ha aprovechado cada aparición pública para arremeter contra unas “no declaraciones” del Ministro de Consumo, Alberto Garzón, el líder del PP, Pablo Casado, no iba a ser menos. De impecable gabardina, jersey, náuticos impolutos y escenografía campestre cuidada acudió a Segovia precisamente a una de esas granjas de ganadería extensiva, de las que salió en defensa el Ministro de Consumo, para afirmar en clara contradicción que “no existen macrogranjas pero sí granjas grandes”.                

Sobre llovido, mojado. A estas alturas probablemente Fernández Mañueco ya esté arrepentido de haber invitado a su compañera de filas, Díaz Ayuso al congreso del PP regional del fin de semana. La Presidenta de la Comunidad de Madrid en su intervención del sábado llamó castellanos a los leoneses y en un desconocimiento de la historia de España quitó importancia al Reino del León como cuna del parlamentarismo en favor de Castilla.

No obstante, Fernández Mañueco sabía a lo que se exponía; en febrero de 2020, Díaz Ayuso había llamado “paletos” a los leoneses en una visita a la ciudad.

Con estos mimbres el PP de Castilla y León no empieza precisamente con buen pie la precampaña electoral.

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