Donald Trump tenía preparada una estrategia jurídico-política por si perdía las Elecciones Presidenciales. Evidentemente, volvería a utilizar la conspiración como elemento sobre el que cimentar las acusaciones de fraude electoral. Sin embargo, ha ganado y nadie habla de ello…, casualmente.
Todo el mundo sabía que Trump atacaría el resultado si no se le daba por ganador, aunque Kamala Harris hubiese logrado una enorme ventaja. Es un hecho que el candidato republicano tiene la Presidencia de los Estados Unidos como única tabla de salvación para eludir sus problemas con la Justicia.
Por esa razón, iba a echar toda la carne en el asador. Su estrategia en caso de derrota pasaba por profundizar la desconfianza en el sistema electoral a través de declaraciones hiperbólicas de fraude y por medio de la presentación de demandas judiciales impugnando el número de votos que precisara para subvertir el recuento. Como ha ganado en buena lid y con un resultado incontestable, esas acusaciones han desaparecido.
Trump también tenía previsto utilizar a funcionarios de los estados y los condados controlados por los fanáticos de MAGA para que se resistieran a certificar los resultados.
Otra opción que manejaba la campaña de Trump era que pretendiera que el Colegio Electoral le negara a Kamala Harris los 270 votos electorales y, en consecuencia, el resultado de las elecciones quedara en manos de un Congreso con mayoría republicana.
Donald Trump inició una campaña a través de todas las herramientas mediáticas, de redes sociales y aplicaciones de mensajería para crear toda la incertidumbre posible sobre la limpieza de las elecciones. Él mismo afirmó que el único modo en que Kamala Harris podría ganarle es a través del fraude electoral. Trump ha ganado. Por supuesto, ese supuesto fraude no existe, como no existió en 2020.