La gestión de la primera ola de la pandemia de COVID-19 por parte de la Comunidad de Madrid fue un capítulo oscuro en la historia de la sanidad pública española, y las decisiones tomadas durante ese periodo continúan resonando con indignación. Un reciente estudio, “Hospital referrals, exclusions from hospital care, and deaths among long-term care residents in the Community of Madrid during the March–April 2020 COVID-19 epidemic period: a multivariate time series análisis”, publicado en la revista BMC Geriatrics. El responsable de la investigación liderado por el profesor emérito de la Universidad de Montreal, François Béland, ha sacado a la luz con contundencia las vergonzosas políticas que condenaron a miles de ancianos a morir en soledad en las residencias, sin acceso a la atención hospitalaria que tanto necesitaban.
Vergonzosas políticas de Ayuso
Desde el 7 de marzo de 2020, las derivaciones hospitalarias de pacientes que vivían en residencias en la Comunidad de Madrid empezaron a disminuir drásticamente, justo cuando las muertes en estas instituciones se disparaban. Este descenso en las derivaciones hospitalarias precedió en dos semanas a la publicación de los infames protocolos de triaje, firmados por la Consejería de Sanidad, que impedían el traslado a hospitales de pacientes con cierto grado de dependencia o deterioro cognitivo. Estos protocolos, emitidos entre el 18 y el 25 de marzo de 2020, marcaron el comienzo de una política que, en la práctica, sentenció a muerte a miles de personas mayores, aisladas y sin acceso a cuidados médicos adecuados.
Desmonta las excusas de los protocolos de la vergüenza
François Béland, en su análisis riguroso, señala que aunque los protocolos se justificaron bajo la necesidad de evitar el colapso del sistema sanitario, el problema radica en cómo se implementó esta política. Según el investigador, los criterios utilizados para restringir el acceso hospitalario se basaron en evaluaciones geriátricas generales y no en las necesidades específicas de los pacientes con COVID-19. Esto, en palabras del investigador, resultó en la exclusión de facto de los casos graves de COVID-19, dejando a los residentes sin cuidados alternativos eficaces, tanto dentro como fuera de las residencias.
La indignación crece cuando Béland subraya una anomalía temporal inexplicable: la detención de los traslados hospitalarios comenzó dos semanas antes de la publicación oficial de los protocolos. "No se explica esta inversión de acontecimientos", afirma tajantemente, cuestionando así la transparencia y la honestidad en la toma de decisiones durante esos días críticos.
Las cifras de la vergüenza
Las cifras que arroja el estudio son escalofriantes. Entre marzo y abril de 2020, en pleno auge de la pandemia, la mortalidad en las residencias de la Comunidad de Madrid alcanzó un 21,5%, siendo las más afectadas de toda España. De los 9.470 fallecidos en esos meses, 7.291 murieron sin recibir atención hospitalaria, lo que representa un devastador 77% del total. Estas muertes no son meros números; son vidas humanas que se perdieron por decisiones administrativas carentes de humanidad y sensatez.
El estudio también revela que durante la fase ascendente de la pandemia, entre el 7 y el 26 de marzo de 2020, la mortalidad en las residencias siguió un patrón que refleja la falta de intervención médica efectiva. A medida que el virus se propagaba sin control entre los residentes, las muertes se acumulaban día tras día, mientras que los traslados a hospitales, que podrían haber salvado vidas, eran escasos y limitados.
una gestión desastrosa con consecuencias letales
La Comunidad de Madrid, dirigida por Isabel Díaz Ayuso, implementó un conjunto de políticas que priorizaron la sostenibilidad del sistema sanitario a costa de la vida de los más vulnerables. La "medicalización" de las residencias, anunciada con gran pompa, nunca se materializó de manera efectiva. En lugar de reforzar el personal médico y proporcionar los recursos necesarios para tratar a los residentes in situ, la realidad fue un caos organizativo que dejó a miles de ancianos a su suerte.
El estudio de Béland y sus colegas no solo pone de manifiesto la ineficacia de estos protocolos, sino que también subraya la falta de preparación y la negligencia administrativa. A medida que la situación empeoraba, los traslados hospitalarios se mantuvieron en niveles inaceptablemente bajos, y solo cuando la incidencia de casos comenzó a disminuir, las restricciones se relajaron. Este cambio tardío, aunque necesario, llegó demasiado tarde para miles de personas que ya habían perdido la vida.
La respuesta de la comunidad internacional
La gestión de la Comunidad de Madrid durante la pandemia ha sido duramente criticada no solo a nivel nacional, sino también internacional. La Resolución del Parlamento Europeo, de 12 de julio de 2023, sobre la pandemia de COVID-19, destaca en su artículo 21 la negligencia en la atención a los residentes de centros de cuidados a largo plazo, señalando una mortalidad excesiva y evitable. Las conclusiones del estudio dirigido por Béland refuerzan esta crítica, mostrando cómo la Comunidad de Madrid se convirtió en un caso paradigmático de lo que no se debe hacer en la gestión de una crisis sanitaria.
Una gestión que no debe repetirse
La historia juzgará con dureza la gestión de la pandemia en la Comunidad de Madrid, y con razón. Los protocolos que impidieron el traslado de miles de ancianos a hospitales en los momentos más críticos de la pandemia representan uno de los capítulos más vergonzosos de la política sanitaria en España. La investigación liderada por François Béland no deja lugar a dudas: estas decisiones costaron vidas, y las excusas ofrecidas por los responsables no son más que intentos desesperados por justificar lo injustificable.
Es imperativo que aprendamos de estos errores para que nunca más se repita una tragedia semejante. Los mayores de nuestra sociedad merecen algo mejor que ser abandonados a su suerte por decisiones políticas mal-calibradas y deshumanizadas. Isabel Díaz Ayuso y su equipo tendrán que cargar con la responsabilidad de estas muertes, un peso que, sin duda, la historia no les permitirá olvidar.