Javier Maroto (senador popular puesto a dedo por el presidente Castilla y León por imposición de Pablo Casado), aunque es y se siente vitoriano, aún no ha cumplido los 50 y ya se ha traicionado a sí mismo. Como político, como homosexual y a su propia trayectoria como alcalde de Vitoria. Que tan bien lo hizo y que doy fe de ello.
La última de este portavoz del PP en la Cámara Alta es que comparte la decisión de los eurodiputados de su partido de abstenerse al reconocimiento de su propio matrimonio fuera de España, en la Unión Europea.
Maroto defiende justo lo contrario por lo que luchó valientemente dentro de las filas populares, y no se inmuta. Porque sonada fue aquella boda con su novio en Vitoria. Enlace al que se vio obligado hasta asistir Rajoy porque no podía hacer ese feo a un alcalde del PP y porque era el momento de dar una imagen de modernidad al partido.
El Congreso
Creo que fui hasta testigo del momento en que se traicionó. Fue en aquel Congreso del PP en el que Pablo Casado ganó las Primarias a Soraya Saenz de Santamaría en julio de 2018. Debió ser cuando los periodistas vimos rodeado de seguidores de la causa, lo más rancio y antiguo del partido, al alcalde que se casó a los ojos de todos con su novio después de la negativa rotunda del PP a esta ley de la era Zapatero.
En una entrevista en Hora 25 de la Cadena Ser , Javier Moroto señala que “el derecho de las familias es una competencia de las naciones” y que, por tanto, “el tratado de la Unión Europea impide” que la Eurocámara lo regule. A su juicio, “si el PP vota a favor está votando ilegalidades”.
Lo que no dice Maroto es que hasta 53 eurodiputados del Partido Popular Europeo sí votaron a favor de esta resolución. Ninguno de ellos era del PP de Casado.
La renuncia a su procedencia
Pero antes que renunciara a defender el derecho al matrimonio del colectivo LGTBI, Maroto renunció hasta a su procedencia. Aún no han asumido los pacíficos castellano leoneses que sea un ex alcalde de Vitoria, y vitoriano de pro, quien represente a Castilla y León en el Senado por imposición de Génova.
Así, la noticia del nombramiento del vasco Javier Maroto en verano del 2019 como senador del PP por Castilla y León sentó como un tiro en una comunidad con la que el dirigente del PP no tiene ninguna vinculación.
Lo cierto fue que era candidato al Congreso por Álava y no consiguió los votos necesarios para tener un escaño. Y en pocas comunidades se hubiera consentido una selección de alguien ajeno a la región. En la Castilla y León de Mañueco todo es diferente. Y Maroto consiguió ir al Senado por designación de la comunidad para ser el portavoz de su grupo parlamentario.
Incluso quien fuera vicepresidenta de la Junta de Castilla y León con el PP en la pasada legislatura, la médico Rosa Valdeón, hizo alusión en redes a su descontento con esta decisión a través de sus redes sociales: “es una perversión de sistema”:
Tampoco queda ya nada de su capacidad para negociar y hablar con todo el mundo. Lo hizo como alcalde, hasta con Bildu, aunque ahora haya borrado lo tuit de cuando se mostraba dispuesto a contar con los apoyos de Bildu "si es bueno para los victorianos", según decía.