Kamala Harris, el antídoto anti-Trump que llega demasiado tarde

La actual vicepresidenta ya se ha postulado para ser la candidata demócrata a la Presidencia de los Estados Unidos, un paso que el partido y la propia Kamala debieron acometer hace más de un año

22 de Julio de 2024
Actualizado el 23 de julio
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Kamala Harris | Foto: Flickr White House
Kamala Harris | Foto: Flickr White House

En las primarias del Partido Demócrata en las que se dirimió la candidatura de cara a las elecciones presidenciales de 2020 un nombre surgió con fuerza: Kamala Harris. Ella era uno de los dos frentes a los que el establishment del partido no estaba dispuesto a enfrentarse. El otro, el crecimiento de las opciones más izquierdistas lideradas por Bernie Sanders y por Elizabeth Warren.

Para frenar esas tres candidaturas, que tenían programas orientados a llevar un gobierno más orientado a la ciudadanía que a los intereses de los grupos de poder, se ejecutaron dos acciones: presentar a Joe Biden, quien fue vicepresidente de Barack Obama y senador por un estado que es uno de los mayores paraísos fiscales del mundo, y colocar a Kamala Harris como su compañera de papeleta.

Aún no había llegado la pandemia, pero estas decisiones demostraron que el Partido Demócrata estaba haciendo una apuesta a cuatro años vista. Todo indicaba que Biden, por razones meramente biológicas, no iba a ser el candidato para las elecciones de 2024. Sin embargo, ¿quién le ponía el cascabel al gato, quién se atrevía a no presentar al presidente a la reelección?

Fuentes del Partido Demócrata consultadas por Diario16+ han señalado que la estrategia de promocionar y nominar a Kamala Harris como candidata para 2024 debió haberse iniciado hace más de un año.

Las mismas fuentes hacen hincapié en el hecho de que en el interior del propio partido, cuando los errores de Biden comenzaron a pasar de anécdota para ser recurrentes, se comenzó a plantear la activación de la vigesimoquinta enmienda de la Constitución que ofrece las herramientas necesarias para inhabilitar al presidente. Sin embargo, la única que podía activarlo era la propia Kamala y, posiblemente, nadie se atrevió a proponérselo de una manera abierta y convincente.

Ahora la solución anti-Trump llega tarde, si es que la Convención Demócrata decide apoyar la candidatura de Harris.

Para el pueblo

Para entender la importancia que Kamala Harris tiene como única arma eficaz contra Donald Trump se hace necesario un análisis de la personalidad política y de las convicciones que la actual vicepresidenta de los Estados Unidos ha defendido durante larga trayectoria.

Durante sus años como senadora, Harris ha respaldado la sanidad universal para todos, la legalización de la marihuana recreativa, las ciudades santuario contra Trump, la aprobación de la Ley DREAM, y la reducción de impuestos para las clases medias y trabajadoras, así como el aumento de los impuestos a las corporaciones y al 1% más rico de los estadounidenses.

Harris siempre lo ha tenido muy claro: hay que resolver los problemas que impiden a la gente conciliar el sueño, entender que la gente trabaja mucho pero que no llega a final de mes con dignidad.

«Una gran parte de lo que hago, y lo que trato de hacer, es ver a la gente. Y eso requiere tener cierta curiosidad y preocupación por la condición de la vida de las personas que no sean uno mismo. Y luego, cuando haces las preguntas y escuchas las historias, ves cuáles son las oportunidades para aportar soluciones», afirmó Kamala Harris en una entrevista antes de ser nominada como candidata a la Vicepresidencia.  

Kamala siempre ha señalado que máximo objetivo es ofrecer a los ciudadanos soluciones tangibles, reales, no grandes reformas que finalmente no les benefician de manera directa.

Siempre ha apostado por dar mayor calidad a los servicios públicos esenciales como, por ejemplo, incrementar el salario de los profesores para mejorar la educación.

Kamala es la verdadera apuesta contra Trump, aunque llega tarde, dado que el programa que ha defendido a largo de su vida política se ha centrado en el hecho de que todos los ciudadanos que se quedan fuera de los grandes discursos o los grandes proyectos tengan prioridad en la agenda política, independientemente de su raza, su religión, de su género o de su condición sexual. Es la antítesis del odio y de la estafa social que supone Donald Trump.

En referencia a la economía, Kamala Harris siempre ha apostado por realizar una política orientada a las familias, enfocando las medidas en ofrecer a la ciudadanía soluciones tangibles inmediatas y no resultados ponderados por las estadísticas o las hojas de cálculo porque la gente no entiende de eso, la gente comprende lo que le afecta directamente a sus vidas, no las grandes cifras.

En la situación política actual, no eliminar a Biden de la carrera presidencial ha sido un gravísimo error, sobre todo cuando enfrente está Donald Trump que continúa con su gran mentira de la ruptura sistémica cuando, según demostró cuando fue presidente, lo único que hizo fue beneficiar a quienes más tienen. Con tiempo, Harris sí que podría haber luchado contra esa mentira porque su objetivo político siempre fue romper los cánones actuales sobre la base de priorizar las necesidades del pueblo presentando propuestas que son tangibles, que no son utopías ni, por supuesto, bulos.

Temor de Trump

Si hay una candidata demócrata a la que más podría temer Donald Trump es, precisamente, a Kamala Harris, sobre todo porque la actual vicepresidenta ha demostrado que no le tiene miedo.

Harris no dudó en acusar a Trump de incitar al odio por sus continuos ataques a las comunidades negras y por su denigración a los países africanos. Además, ha hecho mención al lenguaje grosero que «ningún presidente debería utilizar».

Kamala no dudó en hacer mención a los graves incidentes que se produjeron en Charlottesville, Virginia, protagonizados por supremacistas blancos, uno de los nichos electorales de Trump, y a los que el presidente pretendió quitar importancia: «Es hora de que tengamos un presidente que no tenga miedo de llamar a la violencia neonazi lo que es: terrorismo interno».

También le acusó de alimentar desde la Casa Blanca el sexismo, el racismo, la islamofobia y la homofobia y la transfobia. «No está tratando [por Trump] de hacer grande a Estados Unidos; está tratando de hacer que Estados Unidos odie. Por lo tanto, es crítico para nuestra seguridad, nuestra dignidad y nuestra unidad como nación cuando digo: ¡necesitamos un nuevo presidente!».

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