El discreto gobernante de la mayor, más extensa, poblada y contribuyente comunidad española mantiene ese perfil. Pero ya le crujen muchas costuras. Juanma Moreno era un líder de retaguardia del PP estatal. Hasta enero de 2019, cuando inesperadamente se convierte en presidente de la Junta de Andalucía casi sin creerlo su propio Partido. Su alianza con Ciudadanos (Cs) y el apoyo de Vox casi le aseguran una legislatura donde Ciudadanos conoció ya la fuga del voto y Vox redobló críticas a un Moreno sonriente vendiendo caro su imprescindible apoyo parlamentario.
El PSOE andaluz, mientras, está mudo. Desde que Susana Díaz, la lideresa que se creyó eterna, repetía que el ‘trifachito’ duraría horas en la poltrona asumió muy mal dejar la palestra y cansar al personal como mala perdedora, aunque ganara las últimas elecciones andaluzas. La lucha por sucederla es sorda. Los socialistas no quieren ‘morirse de éxito’ más. Así le pasó a Felipe Gonzálezescondido en Moncloa en los primeros 90 del pasado siglo.
Moreno es un equilibrista que mesura mensajes y dosifica presencias, incluida la política del dúo Sánchez-Iglesias, guerras de un PP en horas bajas y no molestar para ser reelegido candidato andaluz. Los últimos sondeos le dan mayoría de gobierno con apoyos puntuales. Algunos tics de Moreno, no obstante, imitan fallos y errores que criticó a los socialistas mientras detentaron el poder andaluz, entre 1978 y 2019.
Modificar los emblemas oficiales de la Junta de Andalucía sería un aperitivo de desvaríos. Aunque aún puede subsanar actos que sólo se adoptan en el poder con escasa humildad si le fallan los reflejos a Juanma Moreno acudirá su íntimo, Elías Bendodo, consejero de Presidencia. El incombustible político malagueño de origen sefardí visibiliza el mando de Moreno con oficio. Es el desfacedor de entuertos que llegan a la Junta.
Maldito BOJA
Los diarios oficiales no mienten. Ha pasado desapercibida la publicación del Decreto 218/2020, de 21 de diciembre. Tal norma aprueba el Manual de Diseño Gráfico que usan Gobierno y Administración de la Junta. Ahí, y de rondón, se legalizan emblemas institucionales que ya usaba el presidente Moreno. Hablamos de un nuevo logo-escudo que obvia el texto 'Andalucía por sí, para España y la Humanidad' y añade el cargo, laurel y corona. Moreno se apunta así a la tendencia de líderes que maridan cargo público con iconos que se perciben como particulares del Presidente.
Los andalucistas, que mantienen la voz de la conciencia aunque no tengan representación en el hemiciclo andaluz, la respetada Fundación Blas Infante, expertos en heráldica y hasta el Defensor del Pueblo fueron muy educados. Critican sotto voce lo que parece un capricho presidencial elevado al BOJA, el Boletín Oficial de la Junta de Andalucía que difunde y trasparenta –entre otros- decretos gubernamentales.
Las medidas adoptadas por razones de urgencia o ‘aplicación inmediata’ justificó legalizar a posteriori la reformulación de emblemas institucionales. El 3 de febrero de 2020 se fechó el Decreto 11/2020 que hacía provisional lo que a la postre ha sido definitivo. El último 28F, fiesta autonómica, se estrenó el nuevo emblema. Moreno pronunció un discurso institucional desde un atril que ya lucía la nueva emblemática oficial.
La defensa que se hace de la nueva carga icónica sobre el emblema que aprobó el Parlamento de Andalucía en sus orígenes es maridarlo con las Medallas de Andalucía. Ahí se dice inspirar la reforma del emblema. Estas incluyen el Escudo de Andalucía con Hércules, los leones y todos sus elementos complementarios.
Los decretos que anticipan y legalizan el Manual de Diseño Gráfico se sustentan sobre la realidad de ‘no modificar el símbolo o escudo de la Comunidad Autónoma de Andalucía’, según decreto de la Junta. Añade que es una ‘modalidad de reproducción simplificada del escudo de Andalucía’. Pero los ojos de cualquiera ven otras cosas. El cargo provisional, Presidente de la Junta, se impone a elementos identitarios de un pueblo harto de quienes no están a su altura retocando señas de identidad. Lo que obró Moreno sería impensable, en su proceder, en Catalunya o Euskadi, nacionalidades históricas -junto a Galicia- según la Constitución de 1978.
Blas Infante se remueve en la fosa
Expertos como Antonio Manuel Rodríguez Ramos, profesor Derecho Civil Universidad de Córdoba y Patrono de la Fundación Blas Infante ya se han pronunciado al respecto: ‘el que haya emitido la Junta una norma para dar cobertura legal confirma que teníamos razón, aunque no deja de ser una manipulación del escudo de Andalucía. Ni por asomo a Blas Infante se le hubiera ocurrido colocar una corona y unos laureles’.
La Fundación Blas Infante, de su parte, reitera que publicó el pasado mayo comunicado sobre modificación del escudo oficial. No se simplifica como se justifica el tema. El eufemismo no cuela para los guardianes del considerado padre de la patria andaluza. La Fundación, en suma, recalca que ‘no vemos necesidad ni conveniencia alguna en esta innovación, que transforma, desnaturalizándolo, uno de los principales símbolos de nuestra nacionalidad. Creemos, además, que para la máxima autoridad política de Andalucía debería ser suficiente y un orgullo ostentar el escudo que representa a todos los andaluces y andaluzas sin modificarlo’.
Otros expertos consultados por Diario16 concurren que los decretos patrocinados por el tándem Moreno-Bendodo 'personalizan' el emblema de la Junta; ni lo simplifican, ni lo actualizan, ni lo mejoran. Ya se ha modificado también el logo oficial de la Junta con una ‘A’ sobre el tétrico ‘champiñón’ que cubrían una pirámide en la época de Chaves-Griñán como Presidentes de la Junta. Se ve que el poder invita a ‘personalizar’ efectivamente lo público en favor de intereses partidistas, o acaso narcisistas, de quien ordena o promueve tales cambios.
La fuerza del logo
Otros consultados por Diario16 opinan que este tema del emblema modificado de la Junta hará ganar mucho dinero a imprentas, publicistas, comunicadores y diseñadores. Deben actualizarse muchas cosas tras implantarse nuevas señas de identidad que se ve congregan pocos afectos.
El logo, la imagen corporativa, es -en resumidas cuentas- una idea-fuerza que capta la mente y se metaboliza asociando la autoridad del poder, de la empresa, del producto, de la política o de lo subliminal que quiera trasmitirse. Los asesores de Moreno, seguramente con Bendodo a la cabeza, querrán asociar la nueva Junta, la del PP, con esos iconos habida cuenta que Cs es un partido en descomposición y Vox tocaría techo. Además, para el PPAndalucía y Galicia, por ejemplo, son territorios con personalidad política propia que encarnan Moreno-Feijoo. Lejanos al Madrid de los líos que compite con Moncloa en una oposición permanente.
Más preocupante sería pensar que el nuevo emblema acerca a una genuflexa Andalucía a una Casa Real que sólo la salvará Felipe VIº de los desvaríos paternales de Juan Carlos I, las ansias del Conde de Barcelona (Juan III para los talibanes cortesanos) y los líos de Alfonso XIII. A la Corona la quitó la IIª República de toda su simbología y la sustituyó por la palabra Constitución y un Castillo. El escudo español no se modificó.
Esperemos que Moreno no impulse un Decreto por el que se cree su ’Casa’ Civil y Militar para defender a Andalucía del enemigo. Los laureles ya los tiene un sufrido pueblo al que le cambian sus señas sin pedirle permiso, debatirlo en el Parlamento o trasparentarlo por los debidos cauces. Moreno, ya en clave electoral, se equivoca si el poder prestado y provisional que ejerce lo cree sustantivo para modificar lo que une. Crea críticas donde hay unanimidad, y problemas donde jamás existieron.
Más preocupa que no haya desmantelado la ‘administración paralela’ de miles de empleados de la Junta que jamás pasaron oposiciones y vulneraron la igualdad de oportunidades. Aquí el nuevo gobierno andaluz se limita a repetir auditorías que facturan multinacionales tras dos años de gobierno. Los ‘chiringuitos’ siguen ahí. Un ejemplo, una Fundación Pública renueva el Centro de Estudios Andaluces cambiando de destino a sus ‘enchufados’. Son sustituidos por nuevos ‘expertos’ fieles al bipartito PP-Cs. Todo ocurrió en la que fuera Casa de Blas Infante, Villa Alegría, hoy Museo de la Autonomía. El notario fusilado, el padre de la patria andaluza, se remueve más en su fosa.