La mafia contra la academia

18 de Septiembre de 2021
Actualizado el 02 de julio de 2024
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Uribe

El ataque a profesores, publicaciones, libros y en general la academia tiene que ver con un enfoque característico de fascismo que consiste en instalar su sistema de creencias eliminando o borrando el que no les es de su agrado o no favorece sus intereses.

La persecución contra profesores instituciones o productos académicos es histórico en el fascismo, dentro de su enfoque no solo anti intelectualista, ante la academia se sienten desnudos y descubiertos, sino a que además el fascismo requiere una masa fanática que cuestione poco y se dedique a repetir la información que le entregan a manera de propaganda.

Esa es la gran inquina del fascismo contra el mundo académico, el sentirse descubiertos o tener la posibilidad de ser recordados por sus engaños y delitos.

Calcado de la forma como los nazis ascendieron al poder declarando que los judíos, los periodistas y los profesores serían la entrada del comunismo a Alemania, de igual forma el uribismo ha planteado una guerra frontal contra la academia.

Y la razón no es otra distinta a evitar que desde las aulas se explique el pasado escabroso del movimiento en el clan Ochoa del cartel de Medellín o su vinculación directa con todo tipo de delitos incluido el narcotráfico y los múltiples homicidios.

Dentro del proceso de alterar el pasado para garantizarse un futuro impone y al mejor estilo de Orwell en su obra 1984, el uribismo ha pretendido reescribir la historia en donde no aparezca por ninguna parte el baño de sangre en que ha sometido al país para subyugar la sociedad colombiana.

De allí la práctica frecuente de borrar datos del conflicto, de redesaparecer víctimas, de borrar a los desaparecidos hasta de los archivos.

Es en este punto donde los profesores que no se sometan son inconvenientes, necesitan una lucha frontal contra la memoria para garantizar su impunidad.

Un país sin memoria en donde puedan disfrutar impunemente de sus mal habidos logros es el edén del uribismo y han procurado obtenerlo incluso con el asesinato de profesores.

Y es que no pocas veces seguidores uribistas aparecen vinculados a amenazas y acosos contra periodistas sino también a asesinatos.

Por qué matar a los profesores, por qué estigmatizarlos? La razón no es otra a que son testigos de la historia y la replican, de fondo, tal cual lo han buscado con acciones legales que pretenden callar a los profesores que intentan hacer memoria.

Bonnin, en Así Hablan Los Nazis señala (p 48) que el fascismo despliega  una guerra sin cuartel contra todo aquello que huela a entendimiento o a verdad objetiva, ello se debe a que el fanatismo requiere de fe más que de crítica y análisis. La crítica y el análisis desmontarían además; rápidamente el esquema de información falsa del que requiere el fascismo.

Dice Klemperer (p37) que el lenguaje del fascismo “se concentra por completo en despojar al individuo de su esencia individual, en narcotizar su personalidad en convertirlo en piezas sin ideas ni voluntad, en una manada dirigida y asustada en una dirección determinada”, todo esto se compromete con el análisis objetivo y académico que le permite al individuo recuperar su individualidad y su criterio.

Censura, evitar que ciertos temas sean mencionados

El mismo Klemperer narra que dentro del discurso nazi se le señalaba a los alemanes que la amenaza del comunismo entraría a través de los judíos, los profesores y los periodistas, los primeros porque los culpaba de la situación económica alemana y los otros dos porque generaban una postura crítica y democrática que el Führer asociaba con “comunismo”.

El fascismo busca seguidores que sean al mismo tiempo, como señala Paxton (P245) “combatientes y súbditos dóciles” de allí que el desarrollo del criterio y la personalidad sean un enemigo de su sistema, sacarlos de ese universo cerrado que los enajena con información falsa es una afrenta a los movimientos fascistas.

Si bien el fascismo original busca construir una cultura nacional desde arriba, con estándares propios y ajenos a influencias extranjeras, en el narcofascismo no sucede lo mismo, su enfoque en el delito y en el saqueo lo hace un movimiento proclive a generar unos estándares culturales falsos que sirvan de distractor para cometer sus delitos y esquilmar incluso a sus propios seguidores, tal cual como sucede en las iglesias cristianas, uno de sus actores asociados.

Paxton también indica que el fascismo idealiza la violencia como una virtud propia de un grupo dominante (P 287), de allí que el diálogo y la construcción de consenso con los sometidos simplemente no se concibe a menos que sea un engaño para exterminarlos.

El fascismo es visceral, es incapaz de construir sociedad con otros, su principio político consiste en el exterminio de quien les es diferente, no se puede esperar por ello mediación o una alta escala de valores sociales, su ejercicio intelectual es prácticamente nulo, dado que solo construye para el engaño ideológico.

Paxton también señala por ejemplo que el fascista fanático prefiere destruirlo todo, incluso su propio país, antes que aceptar la derrota (P 289).

Efecto de ese nulo ejercicio intelectual hacia la convivencia es que el fascista detesta el Estado de derecho, la privación de la ley como acuerdo de convivencia. Para el fascista la ley la establece el más fuerte o quien demuestre su poder mediante las armas. Raíz fundamental además de su rechazo al ejercicio democrático.

Igual que en el uribismo, el fascismo es enemigo absoluto de la educación pública a menos que le sirva para la unificación ideológica. La objetivación de la verdad, la lectura objetiva de la realidad, o su registro son enemigos fundamentales del fascismo porque lo desnudan en su vileza y fantasía macabra, de allí que persigan a los periodistas, a los historiadores y claro a los profesores y a sus obras.

Hannah Arendt, por ejemplo, señala que mientras el movimiento se mantenga unido “los miembros fanatizados no pueden ser influidos por ninguna experiencia ni por ningún argumento” es tal la enajenación que busca el fascismo que la persona rechazará incluso la evidencia real más contundente, debido a que la estrategia ideológica llega a lograr tal identificación con el movimiento y tal conformismo con lo que se les dice que llegan a perder incluso la percepción de la experiencia con la realidad. (P 435)

La persecución entonces a los profesores y en general a quien registre objetivamente los hechos radica en que para el fascista la lectura objetiva de la realidad le impide “hacer encajar la realidad en sus mentiras” o despreciar los hechos como evidencias de la realidad, práctica común y recurrente de la propaganda con la que obnubilan masas.

“La propaganda totalitaria puede atentar vergonzosamente contra el sentido común, solo donde el sentido común ha perdido su validez” señala Arendt (P 488) y es allí donde entra el observador científico y el docente, en la interpretación de la realidad alejada de lo mítico, de lo ideológico o del tamiz político de la mentira.

Señala también Arendt (p 525) que el sistema totalitario descansa precisamente en la eliminación de la realidad que “o bien enmascara al mentiroso, o bien le obliga a hacer real su afirmación” al mejor ejemplo de una profecía auto cumplida.

Cómo ataca el uribismo a la academia?

Si bien se podría creer que dentro de su tendencia fascista el uribismo ataca únicamente a profesores, lo cierto es que su gama de ataque es mucho más amplia, ataca a universidades, a estudiantes e incluso a organizaciones que reúnan profesores.

La articulación de los ataques incluye campañas de odio que en muchos casos después de pasar por calumnias, espionaje y estigmatizaciones termina con el asesinato de estudiantes y profesores.

Una de las estrategias que el uribismo retoma del fascismo alemán (Nazismo)  son las campañas de odio contra profesores, ello obviamente pretende alejar a la sociedad de puntos de vista críticos o al menos analíticos para que las estrategias de propaganda no tengan barreras u objeciones.

Parte de estas campañas de odio están soportadas en estrategias de espionaje que le permitan al uribismo exponer públicamente a profesores que pretendan hablar de los crímenes de dicha organización política en cualquier escenario, bien sea ante sus alumnos o incluso en reuniones académicas.

Las señaladas tretas de espionaje son retomadas por las estructuras de desprestigio con las que cuenta el uribismo que incluyen blogs, redes de WhatsApp, periodistas e incluso publicaciones de Twitter que lidera el mismo Álvaro Uribe Vélez.

El esquema o la falacia utilizada para estas campañas de odio es muy simple, la idea es que si algún profesor se refiere a los delitos del uribismo o aborda las actividades realizadas por Álvaro Uribe desde una perspectiva que no acepta su movimiento, el profesor o los estudiantes serán señalados de “comunistas” y colaboradores del terrorismo.

Durante los gobiernos uribistas por ejemplo, no solo se ha estigmatizado a profesores, también se han desarrollado campañas de calumnia y desprestigio contra instituciones educativas.

Por su puesto las falacias y las campañas de odio también involucran a organizaciones y sindicatos docentes que terminan en serias amenazas contra su vida e incluso la muerte.

La clave está en intimidar para silenciar

El trabajo intimidatorio del uribismo contra los profesores en Colombia no solo incluye espionaje y escarnio público, también intimida sectores académicos mediante insultos en las redes y muy frecuentemente, persona a persona.

En el proceso de perseguir e intimidar a profesores y estudiantes se activa toda la estructura de comunicaciones del uribismo que incluye además a representantes políticos de su sector y periodistas de su línea ideológica, quienes desde los medios de comunicación pretenden coaccionar a los docentes.

Otra de las practicas comunes del uribismo es la calumnia y consiste en imputar a quienes los investigan o señalan sus actividades criminales de ser miembros de grupos guerrilleros.+

Callar a la academia en Colombia ha sido un objetivo del uribismo desde múltiples acciones, intimidaciones, calumnias, acosos, insultos y estigmatizaciones pero hay más, las acciones legislativas y judiciales cuando han sido gobierno.

Construir leyes para callar investigadores así como construir acciones judiciales para llevar a la cárcel a quien se salga de su censura ideológica, también hace parta de su “caja de herramientas”.

Pero presentar leyes para limitar o censurar el contenido de lo que ofrecen los profesores en las aulas no es el límite al que ha llegado el uribismo para evitar que los profesores traten temas que les son sensibles, ha ido mucho, mucho más allá.

Criminalizar la labor docente

Las acciones del uribismo contra la academia o contra los integrantes de la misma que osen salirse de sus líneas discursivas puede poner en riesgo no solo la libertad sino su integridad personal la vida del docente.

Profesores que han pagado cárcel por años sin una sola prueba real sino simplemente por la acusación de Uribe ya hacen parte de los archivos noticiosos de Colombia.

Profesores y estudiantes que han sido amenazados, secuestrados, desaparecidos, asesinados o que han recibido atentados son parte de la cotidianidad de los colombianos bajo los periodos de Uribe Vélez o su movimiento político.

Si hay algo que caracteriza a los seguidores del uribismo además de las calumnias, son las amenazas y los asesinatos.

Gran dolor le ha causado a los colombianos la muerte provocada con disparos contra las figuras de los valores colombianos dentro de los cuales, por su puesto, existen profesores.

#UribeNoMateALosProfesores

Frecuentes campañas se han realizado en redes sociales para detener las amenazas y los asesinatos de estudiantes y cuerpo docente por parte de seguidores del uribismo.

Sin embargo sucede todo lo contrario, se hacen más latentes y efectivas, más cuando son miembros de ese mismo movimiento quienes desde los órganos de control y protección son los encargados de atender dichos casos.

Los profesores que generalmente quedan en la mira del uribismo son los de ciencias sociales y principalmente los de historia, quienes en varios casos han tenido cruentos finales, como el caso del historiador Jaime Gómez quien fue asesinado, descuartizado y sus partes regadas por un céntrico parque de Bogotá.

La cifra de 1100 (Mil Cien !!!) docentes asesinados bajo gobiernos uribistas en Colombia podrá sonar bochornosa pero lo cierto es que no se hace nada extraña dada la incisiva campaña de este movimiento contra los profesores.

Sin embargo, los seguidores del uribismo no solo asesinan profesores, como lo he señalado anteriormente, también van por líderes estudiantiles y universitarios.

Cabe anotar que en toda esta serie de asesinatos aparecen similitudes, como que varios de ellos han sido cometidos y articulados desde el servicio de inteligencia DAS adscrito a la Presidencia de la República de Colombia y últimamente con la articulación de grupos de civiles armados (paramilitares) orquestados por oficiales de la fuerza pública colombiana.

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