La militancia andaluza ya echó a Susana Díaz el 21 de mayo de 2017

14 de Junio de 2021
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Susana Díaz 2017

La militancia del PSOE andaluz, la más numerosa del país con más de 46.000 afiliados, lleva avisando a Susana Díaz de su desapego creciente desde el 21 de mayo de 2017, aquellas primarias históricas que el actual presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ganó arrolladoramente a la todavía líder de la federación socialista más decisiva, que tiene un futuro político más que incierto, a expensas de un giro inesperado que siempre cabe esperar de una política que se enorgullece de haber echado los colmillos prácticamente con el carné del PSOE bajo el brazo.

Aquel aviso de hace cuatro años que quedó plasmado en un sonrojante menor número de respaldos de la militancia andaluza que de avales presentados, pese a ser uno de los pocos territorios donde se impuso su candidatura a la de Sánchez, se ha convertido este 13 de junio, día de las primarias del PSOE de Andalucía, en la constatación de que los militantes no quieren ya desde hace bastante tiempo a su secretaria general, que encadena bofetada tras bofetada de las bases del partido cada vez que se le pregunta, que no han sido muchas precisamente.

Inexplicablemente, la todavía secretaria general de los socialistas andaluces no ha querido ver desde aquel mayo de 2017 lo que le vendría larvadamente encima desde Ferraz para descabalgarla de su feudo inexpugnable

Susana Díaz ha gobernado con mano de hierro durante años el fortín andaluz del PSOE, el decisivo para ganar elecciones generales o perderlas. Pero los hechos son los hechos y ella ha tenido que constatar que el respaldo ciudadano a su proyecto en Andalucía ha ido perdiendo fuelle convocatoria electoral tras convocatoria electoral, en una deriva que ha contrastado con el empecinamiento que Díaz ha evidenciado al mantener el pulso a Ferraz pese a que sabía que tenía los días políticos contados.

En las primarias históricas de mayo de 2017, Díaz fue la más votada en su comunidad con 25.000 votos, pero fue una cifra menor en aproximadamente 1.500 respaldos a los avales presentados poco tiempo antes para poder presentar su candidatura a dirigir el PSOE. Fue el primer y contundente aviso de la militancia que no quiso, o no supo, interpretar adecuadamente la trianera. En aquella convocatoria también se dio un dato paradójico que avisaba a Díaz de lo que se cocía por dentro entre los militantes socialistas andaluces: Sánchez superó en unos 4.000 votos los avales conseguidos entre los militantes andaluces. Fue la comunidad autónoma donde el actual secretario general del PSOE sumó más votos el 21 de mayo de 2017 frente a Susana Díaz.

Inexplicablemente, la todavía secretaria general de los socialistas andaluces, que ya ha anunciado este domingo que no se presentará a la reelección en el próximo congreso regional, no ha querido ver desde aquel mayo de 2017 lo que le vendría larvadamente encima desde Ferraz para descabalgarla de su feudo inexpugnable. Hasta que ha llegado este 13 de junio y se ha dado de bruces con la realidad, una fecha que la coloca definitivamente en el pasado en la historia política de este país.

Larga travesía del desierto

El empecinamiento de Díaz en mantener el pulso a Pedro Sánchez ha sido desde hace cuatro años una huida hacia adelante suicida que ha aumentado el desapego de las bases y reducido de forma exponencial las expectativas electorales. De hecho, mucho tendrá que trabajar interna y externamente el también sevillano Juan Espadas para darle la vuelta a todos los sondeos, que le auguran una larga travesía del desierto frente a un nuevo inminente gobierno bipartito encabezado por el Partido Popular de Juan Manuel Moreno Bonilla, que probablemente tenga en la ultraderecha de Vox su nuevo socio de gobierno en Andalucía ante un más que probable batacazo de Ciudadanos en las próximas elecciones andaluzas, previstas a priori para noviembre de 2022 si el presidente andaluz no pulsa el botón rojo del adelanto como le insiste la formación de extrema derecha por activa y por pasiva desde hace meses.

Hace cuatro años, la militancia le dio “una hostia” a Díaz, según sus propias palabras ante un grupo de fieles del PSOE andaluz. Parece que el golpe no le dolió lo suficiente para rendirse a tiempo y no querer poner la otra mejilla antes de que el segundo bofetón fuera el irreversible y más doloroso, el de sus compañeros y compañeras de Andalucía.

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