Un mes ha pasado ya desde que las alarmas antiaéreas sonaran en las ciudades, calles y plazas de Ucrania. Treinta días de guerra, muerte y cristales rotos en los que el mundo se ha polarizado hasta el extremo, aflorando de nuevo los fantasmas de la Guerra Fría, el abismo al conflicto nuclear y el choque de trenes entre naciones. Y todo ello, con la ruptura de la estabilidad o la diplomacia, de las alianzas necesarias en un tiempo de tanta complejidad para hacer frente a los retos que como generación tenemos por delante.
Hoy, la paz, parece lejana en el tambor permanente de la locura de quienes anclados en su orgullo lanzan acusaciones y mensajes amenazadores que lejos de rebajar la tensión de la guerra sólo optan por incendiar los puentes de la cordura, con el único relato como bueno y la lejanía de la visión de los estadistas del pasado en una política huérfana absolutamente de liderazgos buenos y reales, a la altura de este tiempo.
Pero ante todo ello, tenemos la obligación a mí humilde juicio de no caer en el análisis simple y de trazo fácil ante un conflicto como el de la Guerra de Rusia y Ucrania que hoy golpea los pilares geopolíticos, económicos y sociales del período de prosperidad y paz en el seno de Europa. Así, y afirmando que sin lugar a dudas el Presidente ruso Vladimir Putin es el último responsable de esta acción militar que hoy sigue costando la vida de ucranianos y rusos. Tal vez, el relato sea algo más complejo en su encaje real, siendo necesario analizar tres parámetros , los antecedentes , los beneficios y las consecuencias que esta guerra generaran en los próximos años.
Pero en la previa, en la partida de ajedrez de un mundo con un continuo cambio de roles en el poder global, parece que el escenario ucraniano no es más que otro marco de confrontación, evaluación y reposición de los poderes que hoy en liza buscan la hegemonía mundial, y en concreto de unos EEUU debilitados en su influencia en la región europea, asiática y pacífica en los últimos años, ante el impulso cada vez mayor de una potencia como la de China. Así, la partida por el relato del liderazgo internacional y el golpe en la mesa para la reconfiguración del tablero tras la visión ofrecida al mundo con la retirada de EEUU de Afganistán parecen el caldo de cultivo óptimo para ofrecer a través de un conflicto de escala limitada el nuevo rostro de unos EEUU que buscan hoy más que nunca volver a conectar con sus antiguos aliados y aislar a una potencia como China que por acción u omisión en el conflicto ucraniano aparecerá retratada ante el impulso belicista de una Rusia socia y aliada del gigante asiático, que lejos de la aplicación de la lógica en su estrategia internacional parece haber picado el anzuelo del conflicto militar como única salida para la defensa de su entre comillas “espacio vital” y de “ influencia” territorial tras la caída de la URSS. Todo ello con la barbarie de una guerra irracional que de la mano de Rusia hoy ha causado el desplazamiento de más de cuatro millones de refugiados y la muerte de miles de personas.
Sería, apropiado no olvidar en este marco, que la partida que hoy se juega tiene como participantes a EEUU y China, siendo Rusia o Ucrania meros elementos de un movimiento más profundo en la estrategia de la lucha por el poder en el Siglo XXI. Conflicto que ha tenido ya en los últimos años diferentes guerras o batallas en campos como los de la investigación, la carrera espacial o la economía en una hoja de ruta en la que China estaría decidida a quitar el papel como primera potencia global a unos EEUU debilitados en los últimos años. Y todo ello, a golpe de acciones tan contundentes, como la que en el año 2020 supuso la creación de la Asociación Económica Integral Regional una alianza comercial y económica en la región de Asia y Oceanía supuso la creación de un mercado con 2100 millones de consumidores y representativo del 30% del PIB Mundial. Sumándose a esta ecuación países como Japón, Nueva Zelanda o Australia , un espacio de nuevo posicionamiento económico que excluyo a EEUU Beneficios .
Es aquí, ante un escenario de debilitamiento en la escena internacional de los EEUU donde eclosiona y escala un conflicto que lejos de acabarse parece condenado a seguir calentándose por quienes desde diferentes despachos de poder han trazado sus estrategias aún a costa de los más débiles.
Hoy la guerra de Ucrania ha venido a ofrecernos a un gran beneficiado aún a costes en algunos ámbitos, EEUU, y lo ha hecho además de manera directa a varios niveles: El Geopolítico, permitiendo el conflicto ucraniano por un lado la ruptura de relaciones de Rusia con Europa, y por ende la influencia plena sobre el continente europeo de unos Estados Unidos de América hoy más presentes en la política comunitaria. Algo que unido al aislacionismo de Rusia en la escena internacional y el forzado posicionamiento a China en el conflicto frente al resto del mundo, logra reforzar la imagen del capitolio como potencia hegemónica y de influencia aún en el mundo. En el Económico, posibilitando un aumento de los acuerdos comerciales entre EEUU y Europa en sectores primarios, energéticos o militares que buscaran romper la dependencia de la segunda con Rusia y otros países del este. Y en el militar, con un reforzamiento de la OTAN, una organización en los últimos años herida casi de muerte por su falta de utilidad práctica y escasa aportación económica de los países socios en materia de inversión armamentística, en un marco en los que la Guerra del Frío del pasado Siglo XX parecía haber pasado a la historia y por ende el propio significado de esta herramienta. Hoy " imprescindible” y que cola de entrada de quienes buscan su escudo frente al expansionismo ruso.
Y todo ello, con una gran víctima , la de una Ucrania que hoy sufre la muerte , la sinrazón, el fuego y la destrucción de su territorio por la guerra, ese lugar donde jóvenes que no se conocen y no se odian se matan entre sí y donde se segan la vida de miles de personas.
Consecuencias alimentos, subida de precios, desconexión
Y con todo, las consecuencias de esta guerra tendrá consecuencias en un mundo globalizado, para bien y para mal, la posible cada vez mayor crisis alimentaria que golpeara a más de 10 millones de personas en el continente africano en los próximos meses por su interdependencia del cereal y los fertilizantes de Ucrania y Rusia, el encarecimiento de los precios en sectores estratégicos o la pérdida del foco en la lucha contra el gran enemigo de la humanidad como el Cambio Climático y el Calentamiento Global serán sólo algunas de decenas de consecuencias que este conflicto “ de baja intensidad” como algunos llaman ofrecerán a un mundo, el del Siglo XXI que poco parece haber aprendido del Siglo XX. De nuevo una civilización la nuestra que busca en la resolución de los conflictos la guerra como herramienta e instrumento para la consecución de los objetivos. Veremos que nos deparara el futuro en un mundo en el que ni todo es blanco ni todo es gris, pero en el que parece claro que si existe un culpable claro de apretar el gatillo de la muerte y la destrucción existe otro que de manera directa se beneficia del olor a la pólvora que hoy se respira en las calles y plazas de Ucrania.