Hace un año que Pedro Sánchez fue investido presidente del Gobierno y se configuró un Ejecutivo de coalición junto a Unidas Podemos. Este hecho levantó la ira de la extrema derecha y una campaña en la que han estado involucrados tanto Vox como el Partido Popular en la que se ha llegado a poner en duda la legitimidad democrática del actual gobierno.
La pandemia, la gestión realizada por el Ejecutivo de la misma, las consecuencias económicas, la crisis social generada por la falta de herramientas científicas para contener los contagios han acentuado el intento por parte de conservadores y ultras para deslegitimar al actual Gobierno a través de la creación de un estado de desafección social que no tiene más objetivo que el derrocamiento del Ejecutivo, por lo civil o por lo criminal.
El problema es que el mensaje ha calado en una parte importante de la ciudadanía que sólo ve como solución a los problemas actuales que Sánchez deje la Presidencia del Gobierno. De ahí que en los últimos tiempos se hayan hecho públicos los mensajes de militares retirados, con al apoyo de muchos de los que aún siguen en activo, en los que se instaba a la toma del poder a través de un Golpe de Estado. En algunos casos se llegó a apelar a la necesidad de fusilar a 26 millones de compatriotas como única manera de «salvar la patria».
Mensajes parecidos que ponían en duda la legitimidad de las decisiones del pueblo en las elecciones son los que han provocado que varios centenares de personas hayan decidido tomar el Capitolio de los Estados Unidos. Ultras vestidos como si fuesen a ocupar nuevamente los palacios de Saddam Hussein entraron en el lugar donde reside la soberanía popular norteamericana con la intención de impedir la proclamación de Joe Biden como nuevo presidente de los Estados Unidos. Todo ello, evidentemente, alentado desde hace varias semanas por Donald Trump al poner en duda los resultados electorales y hacer mención constante a un fraude que sólo existe en su cabeza.
Washington está a más de 6.000 kilómetros de España. Sin embargo, el efecto contagio de esta acción de la extrema derecha norteamericana en la española puede ser más rápido que velocidad de la luz y que los ultras puedan tomar como ejemplo lo ocurrido ayer por la tarde en la capital de los Estados Unidos.
El problema se encuentra en que lo que es una insurrección, los ultras españoles lo verán como un acto de patriotismo. En el momento en que se escribe este análisis, Vox no había hecho mención alguna a lo que estaba ocurriendo en Washington. El Partido Popular, por su parte, además de condenar el asalto al Capitolio, han aprovechado la situación para atacar al Gobierno sacando a colación el «Rodea el Congreso». «Condenamos el asalto al Capitolio, como todo ataque jaleado en España por el populismo. Los que rodearon el Congreso en 2016 y lanzaban piedras a diputados y los que se manifestaron ante el Parlamento Andaluz en 2019 contra la alternancia política: los radicales que hoy gobiernan», ha afirmado Teodoro García Egea en Twitter. Esta declaración del secretario general del PP no es otra cosa que intentar asimilar dos situaciones cuyas causas nada tienen que ver.
Lo preocupante es el silencio de Vox y la no condena de los hechos de Washington. Callar es otorgar y desde las elecciones de noviembre en Estados Unidos, el partido presidido por Santiago Abascal ha mantenido una posición cercana a lo que ha defendido Trump respecto al fraude electoral. El que fuera candidato de la formación ultra a la Alcaldía de Logroño, Adrián Belaza, ha definido el asalto al Capitolio como la lucha del «del valiente pueblo americano por preservar la democracia».
Santiago Abascal ha afirmado lo siguiente a través de sus redes sociales: «Me extraña que a la izquierda progre le parezca tan mal el asalto al Capitolio. Aquí tenemos a un vicepresidente que llamaba a asaltar el Congreso. Aquí tenemos a una Generalidad gobernada por los que asaltaron el parlamento catalán. Quizá lo que les molesta a los comunistas y socialistas es que en otros países las izquierdas hayan perdido el monopolio de la violencia. Nosotros la hemos condenado siempre, venga de donde venga. Y todavía hoy la sufrimos a diario, instigada desde el gobierno y sus satélites. Dicho esto, la situación en EE.UU. es extremadamente grave desde hace meses. Aunque la mayoría de los medios no hayan informado de esto durante meses, el país se haya terriblemente dividido, y esa es una noticia trágica para la democracia y la libertad en todo el mundo. Espero que se restaure el orden que nunca debió verse perturbado de esta forma. Ahora entramos en un territorio inexplorado. La izquierda lleva años dinamitando instituciones, controlando medios y amparando la violencia en todo occidente. Las consecuencias las sufrimos todos. Las democracias de occidente tienen que demostrar su fuerza frente a los procesos revolucionarios que estúpidamente han promovido las elites. Pero debemos pensar en nuestro país fundamentalmente. España tiene una cita electoral en pocas semanas».
Ni una condena y culpar de la situación a la izquierda. Esto, mirando hacia otros momentos de la historia, da mucho miedo porque el contagio es muy rápido y nadie puede asegurar que todos aquellos que hace unas semanas pedían un golpe de Estado no se decidan a darlo.