La Comisión Europea tiene la intención de etiquetar determinadas actividades relacionadas con el gas fósil y la energía nuclear como inversiones “sostenibles” en la lista de actividades económicas ecológicas de la UE, según el borrador publicado a última hora del 31 de diciembre. La organización ecologista Greenpeace denuncia que, de acuerdo con el documento de la Comisión, las centrales nucleares con un permiso de construcción hasta 2045 “se considerarán verdes para las inversiones privadas”, siempre que tengan planes para la gestión de los residuos y su posterior desmantelamiento. Los proyectos de gas fósil con permiso hasta 2030 también se considerarán verdes, siempre que cumplan una serie de condiciones, como que las emisiones estén por debajo del límite legal establecido. A juicio de la organización ecologista, “esto supondría un golpe importante para la acción climática y medioambiental de la UE”.
Por su parte, el Gobierno español ha mostrado su rechazo a incluir la energía nuclear y la generación por gas natural en la tabla de clasificación de opciones “verdes” en el marco comunitario, como propone la Comisión Europea (CE), informa Europa Press.
“Independientemente de que puedan seguir acometiéndose inversiones en una u otra, consideramos que no son energías verdes ni sostenibles”, recalca la vicepresidenta y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera.
Según destaca el Departamento que dirige Ribera, España es “firme defensora” de la taxonomía verde como instrumento clave para contar con referencias comunes que puedan ser usadas por inversores para lograr la descarbonización de la economía y alcanzar la neutralidad climática en 2050, pero considera que, dentro de ese objetivo, “admitir la nuclear y el gas natural como parte de la taxonomía verde europea supondría un paso atrás”. “No tiene sentido y manda señales erróneas para la transición energética del conjunto de la UE”, añade.
España admite que tanto la energía nuclear como el gas natural tienen un papel que jugar en la transición, pero “limitado en el tiempo”, por lo que, a su juicio, “deben ser tratadas de forma aparte y no como verdes, donde están otras energías claves para la descarbonización y sin riesgo ni daño ambiental”.
Según el marco regulatorio dispuesto en el Pacto Verde Europeo, el reglamento de la taxonomía verde tiene como propósito guiar a las empresas e inversores nacionales e internacionales en sus planes de descarbonización, identificando actividades y sectores económicos ambientalmente sostenibles y que contribuyan a la reducción de CO2, metano y otros gases causantes del cambio climático. Igualmente pretende ayudar a encauzar esas inversiones hacia aquellos sectores esenciales para lograr la meta de la neutralidad climática en 2050.
España considera que, para cumplir dichos objetivos, la taxonomía debe ser “creíble, útil y basada en la evidencia científica”. En ese sentido, la clave para considerar “verde” una actividad económica, sector o tecnología es, según el ministerio, su “contribución sustancial a las principales metas ambientales de la UE, como mitigar el cambio climático”, entre otras, respetando además el principio de no causar daño ambiental significativo (Do Not Significant Harm).
“Las emisiones de metano de la generación por gas natural y la cuestión de los residuos de la energía nuclear ponen en cuestión la inclusión de ambas tecnologías dentro de la taxonomía verde de la UE”, señala Transición Ecológica, que afirma que incluir ambas en la taxonomía verde supone “una señal errónea para los mercados financieros y no aporta la necesaria claridad para enfocar los flujos de capital hacia la economía descarbonizada, resiliente y sostenible prevista en el Pacto Verde Europeo”.