Los estudios e informes empresariales muestran que las empresas pequeñas e independientes a menudo obtienen mejores resultados en aspectos clave. Los bancos pequeños, por ejemplo, eran mejores que los grandes grupos bancarios para la concesión de préstamos comunitarios productivos y fueron mucho más efectivos para distribuir financiación durante la pandemia a empresas independientes.
Para entender la verdadera función positiva de las pymes, hay un dato demoledor: producen 13 veces más patentes por empleado que las grandes empresas, y esas patentes tienden a generar un mayor impacto, crecimiento en la industria y, en consecuencia, crear empleo. Sin embargo, los países han implementado una serie de leyes tributarias y un sistema de privilegios para las grandes corporaciones. Esto provoca que se esté minando la innovación, la calidad y la resiliencia local.
Una avalancha de nuevas investigaciones económicas muestra que la alta concentración empresarial que se está produciendo en diferentes sectores es el factor principal de la disminución de los salarios reales y la pérdida de puestos de trabajo.
Por ejemplo, un estudio de Harvard Law Review calcula que un
salario anual promedio en Estados Unidos de 30.500 dólares en 2018 sería aproximadamente un tercio más alto (41.000) si no fuera por la concentración de monopsonio. El dominio corporativo sobre las cadenas de suministro también ha ayudado a hacerlas frágiles, y el aumento artificial de precios por parte de las megacorporaciones es el principal impulsor del reciente aumento de la inflación.
Las pymes son parte integral de las sociedades saludables y del propio sistema democrático. A medida que desaparecen las empresas locales, las comunidades de todo tipo pierden su sentido de conexión social colectiva. Por ejemplo, las grandes multinacionales agrarias han devastado las zonas rurales y ese proceso está relacionado con tasas más altas de delincuencia y una disminución de la cohesión social.
Cuando las grandes cadenas de supermercados dominan la economía local, socavan la participación cívica y el capital social. Los monopolios de todo tipo dañan desproporcionadamente a las minorías y a los hogares de rentas bajas.
Por otro lado, los gigantes energéticos están obstaculizando la capacidad para luchar contra el cambio climático. Multinacionales como Amazon y Comcast ejercen tanto poder sobre el sistema político que los esfuerzos para ayudar a la sociedad son continuamente aplastados por poderosas y agresivas estrategias de lobby en los centros de poder. Además, las pequeñas empresas desagregan el poder económico, crean una distribución más equitativa del ingreso y la riqueza, algo que no hacen las multinacionales.