En los últimos años, América Latina ha experimentado un notable aumento en los gastos de defensa, y de capacidad militar impulsado por la necesidad de abordar problemas de seguridad interna como la violencia endémica y el narcotráfico, así como por el objetivo de modernizar y expandir sus capacidades militares. Brasil, México y Colombia, siendo tres de las economías más grandes y con mayor influencia política en la región, se destacan por sus esfuerzos significativos para aumentar sus presupuestos militares y adquirir tecnología avanzada en defensa.
Conflictos armados no internacionales
En Colombia y México se observan varios conflictos armados, clasificados por el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI) como conflictos armados no internacionales (NIAC). Además, seis países adicionales en América Latina —Brasil, El Salvador, Guatemala, Haití, Honduras y Venezuela— han registrado altos niveles de violencia armada en 2021. En ese mismo año, hubo tres operaciones multilaterales de paz activas en las Américas, dos en Colombia y una en Haití.
La transparencia en las adquisiciones militares y de armas en América Latina y el Caribe ha mejorado, pero la compra de armas fuera de presupuesto sigue siendo problemática. En Chile, Perú y Venezuela, por ejemplo, los ingresos de recursos naturales como petróleo, gas y cobre han financiado una parte significativa de las compras de armas. Aunque algunos estados ahora proporcionan información bastante detallada sobre sus gastos militares y adquisiciones de armas, todavía existen preguntas importantes sobre lo que se gasta y por qué.
Brasil lidera los gastos militares en América Latina
Brasil lidera los gastos militares en América Latina con un presupuesto que alcanzó los 27.8 mil millones de dólares en 2023, un aumento del 3.9% en comparación con el año anterior. Brasil no solo invierte en tecnología militar extranjera sino que también promueve su industria de defensa local a través de grandes corporaciones como Embraer, uno de los principales exportadores de aeronaves militares en el mundo. Entre sus desarrollos más destacados se encuentra el A-29 Super Tucano, utilizado tanto en misiones de ataque ligero como en entrenamiento, y que ha sido exportado a numerosos países dentro y fuera de la región.
México
México, por su parte, ha visto un crecimiento notable en sus inversiones militares, alcanzando los 7.1 mil millones de dólares en 2023, lo que representa un aumento del 6.2% respecto al año anterior. Este incremento se justifica por la necesidad de intensificar la lucha contra los carteles de drogas y el crimen organizado que perviven en el país. México ha incorporado una variedad de equipos militares, incluyendo helicópteros de combate y vehículos blindados, para fortalecer la capacidad de sus fuerzas armadas en operaciones contra el narcotráfico y para la protección de sus fronteras.
Colombia
Colombia, enfocada en la modernización militar en un contexto de posconflicto, ha invertido significativamente en sistemas de armas avanzados y en la modernización de su flota de aeronaves y helicópteros militares. Con un presupuesto de defensa de 10.6 mil millones de dólares en 2023, un aumento del 4.5% en comparación al año anterior, Colombia sigue enfrentando desafíos derivados de grupos armados disidentes y el tráfico de drogas.
Las implicaciones geopolíticas de estas adquisiciones militares son significativas, no solo a nivel interno sino también en el ámbito geopolítico. Estas acciones refuerzan la autonomía en defensa de la región y mejoran la capacidad de respuesta ante crisis internas. Sin embargo, también pueden alterar el equilibrio de poder regional y afectar las relaciones con potencias globales como Estados Unidos, Rusia y China, que son actores clave como proveedores de armamento y que tienen un interés estratégico en la estabilidad política y económica de América Latina.
Desafíos y Oportunidades Futuras
A medida que Brasil, México y Colombia avanzan en la expansión y modernización de sus fuerzas armadas, enfrentan el desafío de equilibrar estos desarrollos de manera que contribuyan a la paz y seguridad regional. La creciente inversión en la industria de defensa local no solo fomenta el desarrollo tecnológico y económico, sino que también plantea la necesidad de una gestión transparente y responsable para evitar escaladas de violencia y asegurar que las inversiones en defensa realmente contribuyan al bienestar y la seguridad de sus poblaciones.