Ayer se produjo en la Ciudad Financiera del Santander, en la madrileña localidad de Boadilla del Monte (epicentro de la trama Gürtel), una nueva muestra de cómo el banco presidido por Ana Patricia Botín se sirve de las instituciones del Estado para fortalecer su reputación. Es decir, el Santander utiliza a las más altas instituciones del Estado como herramienta de blanqueo de su reputación y, los utilizados, se convierten en embajadores de un banco privado.
En concreto, Felipe VI presidió, en la sede del Santander y bajo el logotipo del banco presidido por Ana Patricia Botín, la entrega de los IV Premios Pyme del Año 2020, un reconocimiento que, en palabras del monarca, «es posible por la suma de esfuerzos de entidades de la importancia de Banco Santander».
En consecuencia, para el Jefe del Estado español, el Santander y lo que representa, son la base para el crecimiento de las pequeñas y medianas empresas o para potenciar el emprendimiento. Sin embargo, Felipe VI debería recordar lo que el banco presidido por Ana Patricia Botín hizo con las pymes durante la pandemia en la concesión de los préstamos ICO y que Diario16 publicó con declaraciones exclusivas de los propios trabajadores que veían cómo se les exigía la colocación de productos propios de la entidad como garantía para la concesión de préstamos que estaban avalados por el Estado del que Felipe VI es su máxima representación en base a la voluntad de un dictador, no del pueblo.
Es normal que la Monarquía se acerque tanto al Santander, tal y como lo demuestran los eventos en los que participan tanto Felipe de Borbón como Letizia Ortiz. Eso tiene su correspondencia porque jamás se puede olvidar la afrenta que supuso a la democracia española que Ana Patricia Botín se sentara justo detrás del rey en el acto de homenaje a las víctimas del Covid19, un lugar que debería haber estado reservado a Pedro Sánchez o a cualquiera de los representantes legítimos del pueblo, desde ministros y ministras a concejales y concejalas de cualquier localidad española.
Tanto Felipe VI como Ana Patricia Botín tienen en común que han llegado a los puestos que ocupan por una cuestión genética, no por los méritos logrados con su trabajo.
No obstante, por mucho que tengan en común, en un Estado democrático no es viable que los máximos representantes del país se conviertan en los mejores embajadores de un banco que está plagado por escándalos mayúsculos. ¿Por qué Felipe VI no hace lo contrario y se reúne con las víctimas del Santander? Démosle alguna sugerencia:
- Afectados Banco Popular
- Afectados IRPH
- Afectados Valores Santander
- Afectados Estafa Madoff
- Afectados Hipoteca Tranquilidad
- Afectados Banesto
- Afectados Banif
- Madres despedidas
- Mujeres embarazadas despedidas
- Trabajadores despedidos en los últimos ERE
- Trabajadores en activo
- Los administradores de empresas como Abengoa, Inversión Hogar o Duro Felguera
- Las viudas de los trabajadores del Santander que se suicidaron porque no pudieron soportar la presión impuesta por el banco
- La mujer de 93 años a la que el Santander dejó sin su pensión
- Los clientes con planes de pensiones que tienen que luchar día a día para que el banco les permita rescatar el dinero
¿Es que Felipe VI no sabe nada de esto? ¿Es que el Jefe del Estado español no tiene ni idea de que el Santander fue investigado en Estados Unidos por prácticas discriminatorias? ¿Acaso Felipe de Borbón no ha sido informado de que el Santander está siendo investigado por blanqueo de capitales? ¿Un Jefe del Estado de un país democrático puede permitirse el lujo de destrozar la reputación de un país al convertirse en embajador de una entidad financiera que presuntamente va presumiendo de que controla la Justicia y de que sólo pierde en los tribunales los casos que ellos quieren?
Por otro lado, si hablamos de víctimas del Santander, está la propia Agencia Tributaria. Sorprende sobremanera que en el mismo evento al que asistió Felipe VI también participara la ministra de Hacienda, sobre todo después de que Juan Carlos I haya tenido que regularizar por segunda vez su situación por ocultar millones de euros a Hacienda. Precisamente, un día después de que se conociese esta información, la ministra acude junto a Felipe VI en la sede del banco presidido por una mujer cuya familia ocultó durante décadas 2.000 millones de euros al fisco y que canalizó, según los datos del FinCEN americano hechos públicos por el ICIJ, decenas de millones de dólares de dinero negro o sucio.
La presencia de la ministra de Hacienda a este acto es incomprensible. En primer lugar, por las raras condiciones en las que se ha podido desarrollar la negociación con el abogado de Juan Carlos I. En segundo término, el propio sindicato Gestha duda de la regularización porque, además, se contradice con la declaración de su primo Álvaro de Orleans, el hombre que supuestamente pagó esos viajes en avión. Hay que recordar que en la comisión rogatoria enviada por la Fiscalía de Ginebra se indicaba que Orleans reconoció haber pagado 3 millones de euros para los viajes de Juan Carlos I y Corinna Larsen.
Además, Jose María Mollinedo, representante de Gestha, declaró ayer a Europa Press que Hacienda había arrastrado los pies en los últimos años para no abrir una investigación al rey.
En medio de todo esto, ¿qué pintaba la ministra de Hacienda en un evento para mayor gloria del Santander?
Además, no hay más que recordar la exclusiva de Diario16 por la que tanto Juan Carlos I como la familia Botín compartieron los mismos agentes fiduciarios en Liechtenstein, precisamente el país desde el que se pagaron los viajes privados del rey emérito. Las investigaciones de este medio pusieron de manifiesto que Juan Carlos de Borbón ha utilizado los servicios fiduciarios del despacho Allgemeines Treuunternehmen (ATU) de Liechtenstein y de su presidente el abogado Guido Meier, que aparece como administrador de la fundación Zagatka, en la que figuró como uno de los beneficiarios el Rey Felipe VI, fundación que fue constituida por el despacho de servicios fiduciarios ATU. Guido Meier, además de miembro del consejo de administración de ATU desde 1980 y presidente desde 2002 hasta 2015, ha sido también miembro del consejo de administración del VP Bank desde 1989 y vicepresidente del mismo desde 2001 hasta 2016.
Esta relación directa del administrador fiduciario Guido Meier, tanto con el despacho fiduciario ATU como con el banco VP BANK, plantea la relación de los fiduciarios de Juan Carlos de Borbón y los de la familia Botín, ya que en el escándalo de la finca de Mijas, protagonizado por el Banco Santander y, presuntamente, por los miembros de su comité ejecutivo, aparece la sociedad del paraíso fiscal y bancario del Principado de Liechtenstein, Tinre Etablissement, de la que era administrador Heinz Batliner, quien, a su vez, ha sido gerente general del VP Bank desde 1960 y presidente desde 1990, ostentando en la actualidad el cargo de presidente emérito desde 1996.
Nada limpio parece ocultarse tras los testaferros de Liechtenstein de Juan Carlos I y los Botín y la venta de la finca de Mijas, ya que el hermano del banquero Heinz Batliner era un famoso abogado fiduciario, Herbert Batliner, fallecido a los 90 años en 2019, relacionado con la creación y administración de fundaciones y sociedades que habrían servido para el manejo de dinero de narcotraficantes como Pablo Escobar o el ecuatoriano Jorge Hugo Reyes Torres, dictadores como Mobutu y Ferdinand Marcos, mafiosos y criminales rusos, políticos alemanes, llegándose a relacionarle con Jacques Hachuel, la fundación Levi y Mario Conde, en su día, muy vinculado con Juan Carlos de Borbón. Los Batliner también han sido investigados por los servicios de inteligencia alemanes (BND), el Senado americano y la Asamblea Nacional francesa por su participación en escándalos de presunto fraude fiscal y blanqueo de capitales.
Finalmente, ¿cómo puede un Jefe del Estado actuar como embajador de un banco que maltrata a sus trabajadores o que está realizando movimientos de toma del poder efectivo dejando sin voz a sus accionistas? Es como si un partido político se quisiera imponer en unas elecciones sin el apoyo de la ciudadanía, bueno, de eso sabe mucho Felipe VI, no en vano, está donde está sin que el pueblo haya tenido la ocasión de elegirlo democráticamente.