Pase lo que pase, la democracia real volverá a ganar

23 de Julio de 2023
Actualizado el 02 de julio de 2024
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Voto Elecciones 23J

No da igual lo que ocurra esta noche cuando termine el recuento. Habrá un antes y un después para nuestra democracia real, o un grave proceso involutivo lleno de limitaciones y coartaciones de libertades y derechos duramente conquistados, o un nuevo horizonte esperanzador con avances en el reconocimiento de la dignidad y de los derechos de las mujeres, de colectivos antes marginados y que hoy pueden hacer visible su orgullo con respeto a toda la sociedad; en el diálogo social y en los derechos de los trabajadores, de los jubilados, de los jóvenes, de los inmigrantes… No. No da igual.

Decía Francisco Ayala que en la confrontación fratricida, todos podemos cometer -como sucedió tras el golpe militar del 36- errores y horrores. Pero no todos los errores son iguales. Y añadía que no siempre es posible elegir entre lo bueno y lo mejor (elección óptima), y ni siquiera entre lo bueno y lo malo. Cuando la vida nos obliga a optar entre lo que nos parece malo o lo peor, lo ético es elegir lo malo, no lo peor. Para él, finalizada la contienda, lo peor era la dictadura franquista, y pagó el elevado precio del exilio. Creo sinceramente (con la ecuanimidad que me sea posible alcanzar, y con mi respeto para quien piense lo contrario) que lo peor para nuestro país sería un gobierno de la derecha extrema con la extrema derecha.

En las últimas semanas estamos viendo un anticipo de lo que se nos puede venir encima si esta posibilidad (ya realidad en algunos ayuntamientos y comunidades autónomas) se consuma: negacionismo de la violencia de género, retirada del apoyo y protección a las mujeres víctimas de la única forma de terrorismo actual en nuestra sociedad, el terrorismo machista (ETA, afortunadamente, dejó de existir hace muchos años porque junto a Jesús Eguiguren y otros muchos nos empeñamos en hacer entender a los terroristas y a los extremistas de todos los ámbitos que la única solución estaba en el pacto, el diálogo y el acuerdo); negacionismo del cambio climático y de la construcción de un futuro sostenible; negacionismo de la necesidad de una memoria (desde el perdón, no desde el olvido) que nos salve del odio y repare violencias e injusticias aún enterradas en cunetas reales y simbólicas; negacionismo de los avances económicos que se producen cuando se trabaja por la mayoría de los ciudadanos y no para los intereses de élites económicas que controlan la política y los medios; negacionismo de la necesidad de lo público (en la sanidad, en la educación) en equilibrio con la iniciativa privada; negacionismo de la riqueza de la diversidad cultural, de la virtud de la tolerancia, frente a vergonzosas censuras que no esperábamos ver en el siglo XXI.

Es mucho lo que nos jugamos. Somos responsables, hagamos lo que hagamos, del voto o de la abstención. No hay libertad sin responsabilidad, ni derechos sin deberes, como recordaba Saramago.

¿Por qué, pues, ante este horizonte, el más delicado que recuerdo haber vivido, sostengo que, pase lo que pase, ya hemos ganado?

Porque, pese a mentiras y medias verdades, a insultos y despropósitos que ofenden la inteligencia, a manipulaciones mediáticas inconcebibles desde la ética periodística, estamos viviendo también el mayor despliegue en defensa de la democracia que jamás se haya producido. Un impulso crítico y creativo que subraya lo que podemos ganar si en lugar de resignarnos a “la era de la vileza”, apostamos por “La era de la alegría”. Un impulso del pueblo, en general, para el pueblo real e igual, mundo del trabajo, y la cultura; cultura y conciencia con expresión y creación de conductas de amor, lealtad, y compromisos hermosos y profundos, o testimonios valientes como el del pueblo que nace a diario oliendo a “pan nuevo. 

Un impulso desde la ética de la información, como demostró Silvia Intxaurrondo en la radiotelevisión pública o Diario 16 a diario, y en digital y papel valiente para todos y todas, o los cientos de periodistas activos a diario que desde la independencia y la libertad con dignidad poniendo  en riesgo su existencia y patrimonio dejan su pensamiento, su historia, su voz con la palabra oída o escrita la verdad de la actualidad y la reflexión del conocimiento pensado y vivido como, como ejemplos diarios de una gran movilización profesional intelectual, social, en defensa de las libertades con dignidad y ñ, como no, de la democracia real.

Jamás aceptaremos la pérdida de libertad con dignidad. Seguiremos luchando por ella. Y si despeñan esa roca fuerte de la democracia real que entre todos hemos empujado, como Sísifo, arriba de la montaña, comenzaremos a subirla una vez más y más alto.

Todas las generaciones actuales, estén donde estén en la sociedad y vengan de donde vengan, lo merecen, y vamos a trabajar por conseguirlo. Con ganas, paciencia, perseverancia y esperanza.

Por eso, pase lo que pase, la mayor parte de la sociedad que apuesta por valores democráticos, que solo se defienden con más democracia real ya ha ganado.

Pero no hay que olvidar que las Elecciones Generales suponen el gran momento para que los ciudadanos, el Pueblo deja de manifiesto que sin voto no hay democracia, ni políticos, que todo surge del ciudadano, incluidos los recursos para los Presupuestos. Es el momento de invertir una odiosa tendencia, muy extendida, que protagonizan muchos políticos haciendo ver que la política, la democracia es su terreno de juego. No, los políticos solo son servidores, temporales, de las instituciones y del Pueblo. No al revés.

Los datos del sondeo de Aula Magna Internacional para Diario16 muestra que el PP y Vox están muy cerca de la mayoría absoluta. Les faltaría un escaño. Sin embargo, cuando los ciudadanos de las nuevas generaciones vean cómo pierden sus derechos, entonces se producirá la reacción y se pasará de lo que está de moda a la lucha por la supervivencia.

Feijóo puede pactar con Abascal y sacar algún que otro apoyo, pero, ni siquiera con estos resultados no es descartable una repetición electoral en el mes de febrero, aunque los datos sean favorables a la derecha extrema y la extrema derecha.

También quiero dejar claro, respecto a la izquierda, que hay que hacer una reconversión absoluta de muchos elementos que, puede ser, haya hecho mucho daño. Miro a Podemos y a la posible falta de apoyo a Sumar. Si se demostrara que buena parte del electorado de Podemos ha dado de lado a la formación de Yolanda Díaz, entonces estaríamos hablando de que la política, la que ellos decían que venían a purificar, se ha convertido en una cuestión similar al forofismo futbolístico. Además, sería una demostración de falta de respeto democrático absoluto, lo que daría la razón a quienes les tachan de autoritarios.

Si en un proceso interno absolutamente legítimo se decidió prescindir de Irene Montero porque era un pasivo absoluto tras su nefasta gestión en el Ministerio de Igualdad y del daño que ha hecho con su Ley del Sí es Sí, no se puede entender que se haya luchado para evitar que Sumar obtenga un mejor resultado del que vaya a obtener.

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